La cadena foodie reconocida a nivel mundial, con sedes en NYC, Saint-Tropez, Dubai o Punta del Este, llegó a la city porteña / Una perfecta fusión entre gastronomía y coctelería de alto nivel, y (mucha) fiesta / ¿Qué pedir? ¿Cómo se transforma en pseudo boliche? Crónica de una noche a puro ritmo
El restaurante fiestero que es un hit en grandes destinos del mundo como Nueva York o Saint-Tropez, llegó a Buenos Aires
Así se vive una noche en Bagatelle: llegó a Buenos Aires el restaurante top más fiestero del planeta. Por Camila de Rienzo.
Nueva York, Ibiza, Miami, Londres, St Barth, Saint-Tropez, Dubai, Río de Janeiro, Punta del Este, Sao Paulo y ahora: Buenos Aires. Hace pocos meses desembarcó a la capital porteña una de las cadenas de restaurantes más reconocidas de todas. ¿Por qué tanta fama? Fácil: es el único lugar que puede ser, en la misma noche, restaurante, bar y boliche. Sí, las tres cosas, y yo tampoco lo podía creer hasta que lo viví en primera persona.
En el emblemático Hipódromo de Palermo se instaló este espacio que es pura elegancia: decoración chic, arañas de cristal, velas en las mesas y una barra que me recibió pegada a la puerta. Una especie de mansión parisina que abre de martes a domingo (pero los días con movida son jueves, viernes y sábado). Llegué y lo primero que pensé fue: ¿cómo puede este lugar transformarse en una fiesta? La gente está sentada súper bien vestida comiendo platos que, dicho sea de paso, están todos muy bien: probamos la pizza de provolone ahumado y crème de fraiche trufado y los gnocchis a la parisiene de entrada, y como principales el magret de pato con mousselina de zanahorias y el lomo de ternera glaseado con vino tinto y puré trufado (una bomba atómica). De postre, el volcán de chocolate. Todo delicioso bajo el mando del chef Sebastián Carci. Como restaurante, recontra aprobado, pero acá la experiencia no se agota en lo gastronómico.
¨Nueva York, Ibiza, Miami, Londres, St Barth, Saint-Tropez, Dubai, Río de Janeiro, Punta del Este, Sao Paulo y ahora: Buenos Aires. Hace pocos meses desembarcó a la capital porteña una de las cadenas de restaurantes más reconocidas de todas. ¿Por qué tanta fama? Fácil: es el único lugar que puede ser, en la misma noche, restaurante, bar y boliche…¨
La idea es que sigas descorchando algún vinito o, como yo, que pruebes uno de los tantos tragos de autor que despacha la barra a cargo de Ramiro Locaso. Tenés desde el Moscow Mule – vodka, limón y espuma de jengibre – hasta el Coisa mais linda, con Luxardo Bitter, Izaguirre Blanco, almíbar de maní y banana y pomelo. La noche se fue entonando y, sin que me de cuenta, el mozo que nos atendió con mucha formalidad, estaba de a poco bailando mientras caminaba. Las luces bajaron proporcionalmente lo mismo que lo que la música subió y, acercándose la medianoche yo ya estaba bailando también.
¨La idea es que sigas descorchando algún vinito o, como yo, que pruebes uno de los tantos tragos de autor que despacha la barra a cargo de Ramiro Locaso. La noche se fue entonando y, sin que me de cuenta, el mozo que nos atendió con mucha formalidad, estaba de a poco bailando mientras caminaba. Las luces bajaron proporcionalmente lo mismo que lo que la música subió y, acercándose la medianoche yo ya estaba bailando también…¨
Pero no es un baile modesto y tímido, para nada. La gente y el personal del lugar se para arriba de las mesas mientras revolean servilletas por el aire. Li-te-ral. Una verdadera fiesta impulsada por la música que la rompe toda, una especie de mezcla entre electrónica, house y rock – con algún que otro infiltrado reggaetonero – que curan sus Djs. Por ahora, todo bien. Pero la cosa se termina de desvirtuar cuando los más valientes empiezan a pedir champagnes o, aún más fuerte, una torre de shots de licor de café que viene con una bengala encima y que, como si fuese poco, te la lleva un mozo sobre los hombros del otro bailando mientras caminan. Sí, todo eso en un lugar que horas antes era un restaurante súper elegante. Ya para las 2 de la mañana había gente disfrazada y yo estába con un sombrero tipo mariachi en la cabeza. Por si no es tan obvio, lo aclaro: gran coordenada para conocer con tu grupo de amigos.