Agustín Mallmann, a cargo de los fuegos
El pasado jueves 12 de octubre, el restaurante Central de La Rural de Palermo se vistió de gala para celebrar la ya tradicional Noche de la Patagonia. Corbatas y moños, largos vestidos y elegantes zapatos peligrosamente altos bailaron a la par en una increíble velada solidaria a beneficio total de Fundación Cruzada Patagónica.
La cena, realizada todos los años, busca sumar donaciones para los centros educativos gratuitos en Neuquén, Río Negro y Chubut donde ya pasaron 1800 jóvenes a lo largo de los 38 años que lleva trabajando la fundación. El desafío de este año fue conseguir nuevos padrinos para solventar los costos educativos de cincuenta alumnos en estas instituciones, un programa iniciado en 2010. ¿La novedad en esta edición? Un “Espacio Joven” que reúne, entre cervezas y picadas, a una comunidad de 300 jóvenes, los verdaderos protagonistas de la noche.
«La cena, realizada todos los años, busca sumar donaciones para los centros educativos gratuitos en Neuquén, Río Negro y Chubut donde ya pasaron 1800 jóvenes a lo largo de los 38 años que lleva trabajando la fundación.»
Allá por 1979, quienes comenzaron este proyecto rondaban los 24 años, la mayoría acababa de casarse y obtener un título profesional en Buenos Aires. Estos jóvenes, en la víspera de una vida llena de oportunidades, compartían la convicción de trabajar por quienes no poseían las mismas posibilidades. En el oeste de la Patagonia, comunidades mapuches y criollas convivían y aún permanecen en la pobreza y la carencia de recursos para un desarrollo justo. Fue allí donde la Fundación Cruzada Patagonia decidió actuar para finalmente romper el “círculo de vulnerabilidad” en el que pobladores, familias y jóvenes se encuentran atrapados por el simple hecho de haber nacido donde lo hicieron.
Desde 1982, esta organización solidaria, que no responde a la clasificación de ONG porque que recibe ayuda del Estado, brinda oportunidades educativas a quienes pertenecen al ámbito rural, especialmente a los jóvenes, a fin de proporcionarles herramientas para su desarrollo económico, social y cultural. En el área de Desarrollo Rural y con la metodología del “aprender haciendo” y el fomento de la cultura del trabajo, Cruzada Patagónica coopera con las comunidades rurales de Neuquén y Río Negro, trabajando en la producción de invernaderos, turismo rural, captación de agua, energía alternativa, acompañamiento a artesanos y micro emprendimientos productivos.
“Vivo el trabajo de la fundación con mucha pasión. Es fascinante ver lo que se hace cada semana saliendo al campo, en las escuelas, en las cuatro casas estudiantiles, con las maestras que dan clases a adultos, con mucho esfuerzo, y con un enorme compromiso”, confesó Massey a MALEVA Victoria Massey, la directora de desarrollo institucional de Cruzada Patagónica…»
Entre los ambiciosos objetivos de la fundación podemos encontrar algunos que buscan la modernización de la cultura de estos pueblos tan lejos de la globalización, tales como el empoderamiento de la mujer o la concientización de la huella ambiental. Y si bien la mayoría de estos están siendo cumplidos, a lo largo de los años la causa sufrió varios golpes. El incendio de uno de los centros en San Ignacio e incluso las cenizas del volcán Puyehue, en 2011, que perjudicaron a aquellas comunidades que subsisten de la cría de ganado, atentaron contra los esfuerzos de tantos años. Sin embargo, fue en estas situaciones de crisis en las que la presencia Cruzada Patagónica fue más visible y valorada. Gracias a la coordinación de las fuerzas de tanto la fundación, la comunidad, el Estado y diversas empresas, cada crisis fue superada, enraizando aún más el vínculo entre Cruzada Patagónica y los pobladores.
Durante la velada, Verónica Massey, Directora de Desarrollo Institucional, relató su experiencia como voluntaria. Su compromiso con la fundación es tal, que se mudó a uno de los pueblos con su familia, una decisión no fácil de tomar. El verdadero propósito es el desarrollo integral de cada uno de los habitantes de estas comunidades, “fortalecerlos como protagonistas de su propia historia”. A fin de conseguirlo, el involucramiento total de los voluntarios no es algo requerido pero natural. “Vivo el trabajo de la fundación con mucha pasión. Es fascinante ver lo que se hace cada semana saliendo al campo, en las escuelas, en las cuatro casas estudiantiles, con las maestras que dan clases a adultos, con mucho esfuerzo, y con un enorme compromiso”, confesó Massey a MALEVA.
Constanza del Sol Ferreyra y Pablo Ariel Fuentes fueron los invitados de honor. Ambos terminaron sus estudios secundarios gracias a Fundación Cruzada Patagónica y, como todos sus compañeros, se egresaron con el título de técnico agropecuario gracias al desarrollo de escuelas «tranqueras abiertas» con prácticas solidarias hacia la comunidad. Muchos aplican estos conocimientos en sus pueblos y hogares, transmitiendo lo aprendido a sus pares y, de esta manera, multiplicando el efecto positivo de los esfuerzos de la organización. Sin embargo, Constanza y Pablo eligieron un camino diferente, alentados por sus maestros y tutores. Ambos migraron a la ciudad para seguir carreras orientadas al diseño pero aseguran seguir aplicando los conceptos y valores incorporados en cada paso que dan. Con orgullo, subieron al escenario como embajadores de sus pueblos.
Con la presencia de más de 600 personas, 70 empresas e incluso el reconocido Agustín Mallmann en la espectacular parrilla exterior, la noche culminó con una entretenida banda en vivo para recibir a los nuevos padrinos y celebrar la donación final de más de tres millones de pesos.
