Mucha buena onda en una fiesta que empezó a la tarde y tuvo de todo
Va cayendo el sol una tarde de jueves primaveral en el centro de la ciudad, y las puertas de la Mansión Criolla – a pasos del boulevard Caseros -, comienzan a abrirse para recibir a los primeros invitados de la fiesta anual que Bigbox organiza para agasajar (y esta vez como nunca antes lo hizo) a toda la comunidad de accionistas, prestadores, clientes, socios y empresas que lo acompañan en su principal propósito: transformar experiencias en recuerdos espectaculares.
Ricos tragos, buena comida, música movida y grupos de personas cancheras, que entre charlas, selfies y copas en mano, mantuvieron la consigna de pasar un buen rato al pie de la letra. Claro que esta escena estaría garantizada en una noche auspiciada por especialistas de experiencias, pero no así la cantidad de sorpresas que se traían bajo la manga.
«Para Ana Fernández Orozco, directora comercial regional de la empresa, este evento “está pensado para que los clientes vivan una verdadera noche Bigbox. ¿Qué quiere decir esto? Un momento mágico, donde todo puede pasar, con las mejores barras de Buenos Aires, la mejor comida y la mejor gente para disfrutar, dar espacio al networking y que no sólo las empresas nos conozcan a nosotros, sino que también se conozcan entre ellas”.
A diferencia de los eventos que fueron conducidos hasta el momento, organizados en algunos de los bares, restaurantes y hoteles de las firmas vinculadas a sus paquetes de regalo, esta vez quisieron ser disruptivos y trascender los límites de lo esperable. Fue así, que en sintonía con Creadores de Experiencias, compusieron un escenario donde además de que cada una de las marcas presentes pudiera lucirse y fluir con las demás, el público se encuentre con algo sin precedentes. Una casa antigua, un salón de eventos, un oasis selvático en el corazón de Buenos Aires: la Mansión fue todo eso y mucho más, por la armoniosa combinación de una pileta de dimensiones olímpicas, un quincho de paja, una barra de tragos, salas de estar con actividades recreativas, y stands de marcas exclusivas que atraían a todos con su oferta de bebidas y comidas (¿qué decir de la tapa de queso azul con chorizo andaluz, pimentón y morrón?). Y todo en un ambiente colmado de un espíritu innovador y la sensación de estar en otro mundo, en esta ciudad.
“Cuando vinimos a ver la locación de la fiesta no lo dudamos un segundo. La idea fue encontrar una casa que tenga lugares secretos para descubrir, mientras mostramos un poco de lo que tenemos dentro de Bigbox, ya que hay muchas marcas que nos acompañan en este evento, como Cockpit-simuladores, Sagardí, Cerveza Sol, Parrilla Don Julio, Cabaña Piedras Blancas y Bodegas Chakana”, comentaba Florencia Loter, encargada del sector de incorporación de prestadores y catálogos de experiencias de la compañía.
«Gastón Parisier, co-fundador de Bigbox y creador de un modelo de negocios hasta entonces inédito en la región, nos lo confirma: “creemos que conocer, disfrutar y vivir algo nuevo, como saltar de un avión o comer en un glaciar, son todas cosas que tienen un valor muchísimo más importante que una zapatilla, una corbata o una camisa; a mí siempre me preguntan cuál es tu competidor y siempre les respondo lo mismo: cualquier tipo de regalo que no sea una experiencia”.
De hecho, quienes ingresaban a la fiesta a través de la galería y se encaminaban hacia el patio exterior, guiados por el sonido de la música dance y el ir y venir de mozos ofreciendo variedades de tapas, pinchos, pizzas y vinos (desde malbec hasta blends de blancos y espumantes), no esperaban encontrarse con habitaciones equipadas de pinballs, metegoles, simuladores de autos, una mini cancha de kickpool (que terminaría transformándose en una auténtica pista de baile con luces robóticas de boliche incluidas!) ni, mucho menos, con el director de operaciones de la compañía, André Parisier, en rol de asador.
Para Ana Fernández Orozco, directora comercial regional de la empresa, este evento “está pensado para que los clientes vivan una verdadera noche Bigbox. ¿Qué quiere decir esto? Un momento mágico, donde todo puede pasar, con las mejores barras de Buenos Aires, la mejor comida y la mejor gente para disfrutar, dar espacio al networking y que no sólo las empresas nos conozcan a nosotros, sino que también se conozcan entre ellas”. A favor de esta idea, el evento hizo honor a lo que es Bigbox: una forma distinta de agasajar, en la que lo intangible se materializa en un recuerdo inolvidable, que estará inevitablemente asociado a esa persona que lo hizo posible.
«Fue así, que en sintonía con Creadores de Experiencias, compusieron un escenario donde además de que cada una de las marcas presentes pudiera lucirse y fluir con las demás, el público se encuentre con algo sin precedentes. Una casa antigua, un salón de eventos, un oasis selvático en el corazón de Buenos Aires: la Mansión fue todo eso y mucho más.»
Y es que si hay algo de lo que esta compañía esta convencida es que no hay nada mejor que regalar una experiencia. Gastón Parisier, fundador de Bigbox y creador de un modelo de negocios hasta entonces inédito en la región, nos lo confirma: “creemos que conocer, disfrutar y vivir algo nuevo, como saltar de un avión o comer en un glaciar, son todas cosas que tienen un valor muchísimo más importante que una zapatilla, una corbata o una camisa; a mí siempre me preguntan cuál es tu competidor y siempre les respondo lo mismo: cualquier tipo de regalo que no sea una experiencia”.
Al fin y al cabo, además de contentar el paladar con opciones gastronómicas de primer nivel y socializar hasta agotar la fiesta, un evento de estas características no podía estar completo sin un componente de sorpresas, geniales sorteos y unos invitados que se entreguen al disfrute, la magia y la confianza de estar viviendo una experiencia única, en manos de los mejores especialistas en el tema.
