Cuando era chico entrenaba duro para ser tenista. El sueño de convertirse en profesional se desmoronó en la adolescencia. Guillermo Pfening se dio cuenta a los 16 años, en su Marcos Juárez natal, de que ya era tarde para llegar a los courts internacionales, pero otra cosa lo emocionaba tanto o más que eso: hacer teatro. Ensayó una obra junto a un grupo de amigos, invitó a sus padres – nada actores, nada artistas, sino médicos – a verlo, y tomó una decisión poco usual para un chico de ese pueblo de 25 mil habitantes. El destino elegido no fueron las cercanas Córdoba y Rosario. Buenos Aires lo esperaba con luces, marquesinas, teatros, maestros. La ciudad, inmensa, le abrió las puertas al arte y lo adoptó como propio.
Quince años después de aquella llegada, un trabajo perseverante, silencioso, constante, lo corrió de las márgenes para moverlo hacia el centro de la escena. Esa cara familiar, conocida, vista en decenas de novelas, películas – lleva 25 en su carrera – y obras, se consagró este año como Guillermo Pfening, un actor con nombre y apellido que acaba de lograr una especie de hat-trick del arte: una actuación deslumbrante en Wakolda, la película elegida para representar a la Argentina en los Oscar, el estreno de su opera prima como director, “Caíto”, producida por Pablo Trapero y el inminente ingreso a una de las tiras más exitosas de la televisión, Farsantes, donde se convertirá en el nuevo amor de Guillermo, el personaje que interpreta Julio Chávez, reemplazando a Benjamín Vicuña. Pfening Habló con MALEVA.
¿Cómo considerás este año dentro de tu carrera?
Arrancó súper bien. Venía haciendo tres películas por año, esa había sido mi record máximo. Pero este año hice cinco, más mi película, Caíto. En verano hice teatro y ahora lo de Farsantes. Creo que es mi mejor año. Ya en el 2012 pensé que había sido mi mejor año, pero ahora resulta que éste es mejor que el 2012. Uno no se lo imagina, realmente, y cuando pasa está buenísimo. Confluyen muchas cosas y no es casualidad. Porque vengo laburando desde hace mucho tiempo. Mi película tiene 8 años de trabajo.
«Venía haciendo tres películas por año, esa había sido mi record máximo. Pero este año hice cinco, más mi película, Caíto. En verano hice teatro y ahora lo de Farsantes. Creo que es mi mejor año. Ya en el 2012 pensé que había sido mi mejor año, pero ahora resulta que éste es mejor que el 2012.»
Caíto es un docu-ficción, basado en la historia de Luis “Caíto” Pfening, hermano de Guillermo, quien padece Distrofia Muscular de Becker y se ve atravesado por un fuerte deseo de ser padre. Está filmada en Marcos Juárez, cuenta con la producción de Pablo Trapero y las actuaciones de Romina Ricci, Bárbara Lombardo y Juan Bautista Stagnaro, además del propio director y su familia.
Además de contar una historia, la película muestra tu historia personal familiar, íntima además de un amor profundo hacia tu hermano. Es una exposición fuerte. ¿Fue difícil rodarla?
No, fue algo muy natural. Obviamente fue fuerte y emocionante hacerlo. Se hizo en mi pueblo, en la casa de mi infancia, con mi padre. Pero también fue mucho trabajo y cuando uno está trabajando no es tan consciente de esa emoción. Sí ahora que veo la película no lo puedo creer, estoy muy agradecido con mi familia que se prestó a ese juego. Todos nos expusimos pero fue sano, porque el trabajo nos devolvió cosas interesantes. Lo hicimos con mucha tranquilidad, paz y alegría.
¿Que hayas enfocado tanto tu carrera en el cine se fue dando o fue algo buscado conscientemente?
Las dos cosas. Yo amo el cine, y todo lo que se arma en torno a eso. Los rodajes, viajar, la gente, la forma de trabajar. Lo que pasó ahora con Wakolda, por ejemplo, fue maravilloso. Estuvimos rodando un mes en Bariloche, paramos en la misma hostería en la que se filmó la película. Compartí el elenco con Elena Roger, que es una genia y aprendí mucho de ella, con Anita Pauls, Natalia Oreiro. Fue una experiencia muy enriquecedora. Después repetimos, cuando viajamos todos a Cannes. Es alucinante lo que sucede, además de todos los lugares que uno tiene oportunidad de conocer gracias al cine.
De la tonada cordobesa, no hay ni rastros. En Marcos Juárez, al sur de la provincia, no existe el típico cantito capitalino, pero las eses se aspiran con notoriedad. Guillermo perdió ese vicio hace rato. El cuarteto suena sólo de vez en cuando, y únicamente para bailar. En el auto de Pfening, hoy suena el disco “Entro Igual” que Luis Ortega grabó junto a su novia, la actriz Ailín Salas. “Se mandó un discazo, no paro de escucharlo”, dice. Pulp, Yeah Yeah Yeahs y The Beatles conviven con Alfredo Zitarrosa, Mercedes Sosa y Abel Pintos.
¿Extrañas el pueblo? Ya sos como un porteño más.
Extraño, pero cuando estoy allá me quiero volver. Me gusta ir a ver a mi familia, pero estoy cuatro o cinco días y me vuelvo. Allá la gente es muy respetuosa, buena onda. Cuando voy ahí, soy uno más. Pero en cualquier lugar del mundo donde esté, extraño Buenos Aires.
¿Padecés un poco lo de ser famoso?
No me molesta la gente que se acerca con calidez y respeto. Pero cuando te señalan o te gritan, “eh, vos sos de la tele”, no me gusta. Primero, yo soy actor. Y en todo caso, soy de mi mamá y mi papá, no soy de la tele. Si me piden un autógrafo, con respeto, todo bien. Pero a veces es un poco agresivo, no me copo mucho. Soy actor, es mi laburo, nada más.
«Cocino poco, porque ahora me cuesta mucho organizarme e ir al supermercado. Ando muy de rotisería de supermercado. Pero cuando puedo me gusta cocinar, e invitar a mis amigos en casa con algo rico y un buen vino. Ahora me está costando.»
¿Qué hace el actor cuando no está actuando? ¿Cocina, lee, juega al tenis?
Sí, juego al tenis cuando puedo. Leo antes de dormirme o cuando me hacen esperar en algún lado. Ahora estoy con “Manual de Supervivencia”, del director alemán Werner Hergoz. Cocino poco, porque ahora me cuesta mucho organizarme e ir al supermercado. Ando muy de rotisería de supermercado. Pero cuando puedo me gusta cocinar, e invitar a mis amigos en casa con algo rico y un buen vino. Ahora me está costando.
¿Y cómo es ver el fruto del trabajo, tantos años después de haber empezado?
Como escalar la montaña y estar en la cima. Así me siento, en la cima de la montaña, mirando todo lo que hice desde arriba. Sin olvidarme de cómo empezó.