Algunos olfatean oportunidades y otros entran al restaurante cuando ya está abierto


Por Robertino Tarantini
¡Hola gente! ¿Cómo andan? Para mi primer post en Maleva tengo ganas de hablar de los jóvenes que están con algún proyecto y buscan apoyarse en la opinión de personas a las que consideran referentes o líderes de opinión. Porqué sus trayectorias nos hacen creer que tienen la suficiente autoridad para darnos una mano, o al menos un consejo, sobre la era que transitamos.
Puede pasar que nos encontremos con gente que terminamos pensando que son “chapados a la antigua” y nos sentimos incómodos. ¿Pero saben qué? Yo llegué a la conclusión de que no hay que dejar que los inquilinos experimentados nos quieran de alguna manera “sobreproteger”. De ellos tenemos que tomar lo que nos sirva, lo mejor, pero seguir adelante.
Una máxima: los impulsos naturales y las buenas vibras siempre terminan batiendo a las malas energías que, de modo inexplicable, pululan en el aire.
¿Cómo combatir cuando tenemos un proyecto a los miedos que tenemos adentro cuando queremos encarar proyectos o iniciativas?
Pensemos que hay un mundo delante de nuestras narices, en el que algunos – que puede ser cualquiera de ustedes – olfatean oportunidades antes que el resto. Y después están los muchos que entran al restaurante que ya abrió. Los jóvenes emprendedores tienen que darle bola a los business plans pero no dejarse obnubilar por ellos. Y, si bien antes cuestioné a algunos consejeros experimentados, sí aplaudo a los que financian nuevos proyectos de gente joven. Esos ven la capacidad de llenar el espacio del futuro, del tiempo que se viene con otra lógica.
Los dejo con una moraleja:
Resulta que en un barrio de Buenos Aires había un hombre llamado Carlitos a quien todos cargaban. Hasta los chicos se burlaban de él. Siempre lo paraban cuando iba caminando a su trabajo y lo sometían a una prueba: le ponían dos monedas, una más grande que otra. Pero la más grande era de cincuenta centavos y la más chica de un peso. ¿Carlitos, para vos cuál es la que más vale? «Llevatela» Carlitos sin excepción elegía la más grande y ahí todos explotaban de risa. Tenía que soportar esa prueba varias veces a la semana. Hasta que un día un viejito ve la broma que los chicos le hacían a Carlitos. Espera que terminen, que se alejen, se acerca a Carlitos y le dice: ¿Vos no te das cuenta que estos chicos te están tomando el pelo? A lo que Carlitos contesta: sí, claro que lo sé, pero el día que se los haga notar dejo de ganarme las monedas de cincuenta centavos y ya tengo un montón.
¡Atentos!
 
Foto: Morgue File Cohdra