El Ojo y la Máquina
Por Andrés Kilstein
Harun Farocki desembarcó en la Argentina con una exposición y una serie de conferencias, y no generó mucho sobresalto. Quizá porque sólo sea conocido por un pequeño círculo que juró fidelidad al BAFICI hace algunos años, capaz de recordar la sección Trayectorias que se le dedicó a este eximio videoartista y documentalista en la edición del 2009. Para decirlo como Troy McClure, quizá conozcan a Farocki por películas como Videogramas de una revolución (ese análisis meticuloso, plano por plano, de la forma en que fue televisada la revuelta contra el dictador rumano Ceaucescu) o documentales como Los creadores de paraísos comerciales (explora el significado de los shoppings para quienes están detrás de su emplazamiento).
La muestra de Farocki ya está en Buenos Aires, más exactamente en el único lugar en La Boca que supera por su atributo pintoresco a las fachadas multicolores bosteras: la Fundación Proa. Se trata de una serie de video instalaciones articuladas en dos ejes: el primero, la interacción entre la tecnología y las capacidades humanas para el ejercicio del poder. ¿Un bio-poder o microingeniería del poder, como le gustaría a Michel Foucault? Quizá. El segundo eje, la evolución en la representación de la realidad a través de la tecnología.
En la primera temática encontramos a las obras Eye/Machina II (2002) y Serious Games III: Immersion (2009), que exhiben la utilización por los Estados Unidos de sofisticados video juegos con fines militares. En el primer caso, simuladores de guerra que trasladan a los soldados a paisajes virtuales en Bagdad o Bazora donde aprenden las artes del combate y se les anticipa las contingencias más dramáticas. En el segundo, la reconstrucción virtual de escenarios bélicos es empleada en tratamientos de stress post-traumático entre aquellos que han conocido el infierno iraquí o afgano y no lo pueden dejar atrás. Revivirlo virtualmente permite reconstruirlo simbólicamente e ir cerrando las heridas.
Workers leaving the factory in eleven decades (2006) exhibe la salida de trabajadores de sus fábricas tomando escenas de doce películas que pertenecen a once décadas diferentes, desde Chaplin hasta Bailarina en la Oscuridad. La obra se destaca más por lo que vela que por lo que muestra: el cine de Hollywood insiste con la salida de la fábrica, pero rara vez se mete adentro para retratar los procesos productivos mismos, es decir, el rol de los obreros en la reproducción material del mundo.
Finalmente, mi pieza preferida: Parallel (2012) que examina la evolución de la reproducción icónica de la realidad en los video juegos, desde 1980 hasta la actualidad. Lo recursos más primitivos del comienzo, esas manchas pixeladas, agrupaciones de bruscos cuadrados, daban lugar a un sofisticado desarrollo de la metáfora.
Tienen tiempo, la muestra estará hasta fines de marzo. Pero eso sí: no se lo pierdan por nada del mundo.
Link: http://www.proa.org/esp/