Ludlow Coffee Supply es el refugio cafetero (y barbería) en la parte sur del lado más sofisticado de Manhattan
¿Dónde encontrar un buen café en La Gran Manzana? En todos lados. Y, si es “la ciudad que nunca duerme” tiene que estar bien abastecida con cafeína, ¿no? Empezando por el sur, desde Wall Street, y pasando por cada callecita hasta el Upper East Side, aquí un recorrido por los barrios más cool de Manhattan, un coffee shop a la vez. Porque, además de museos y monumentos, la mejor forma de conocer esta ciudad es en un tour por sus cafés más raros, interesantes, trendy o instagrameables. Dentro de la infinita oferta, y aunque sabemos que Brooklyn merece un capítulo aparte, les compartimos nuestra selección, barrio por barrio:
Después de un tranquilo paseo por Battery Park y, por qué no, una visita a la isla de la Estatua de la Libertad, no hay nada mejor que un buen latte, sobre todo en las gélidas temperaturas de invierno. Diseñado en honor a los bares expresso europeos, Black Fox Coffee Co. tuvo siempre el mismo objetivo que todos aquellos ambiciosos que recorren Wall Street (a solo una cuadra de distancia): la excelencia. Baristas dedicados, blends personales y un variado menú que incluye un iced latte vietnamita a 6 dólares.
¿Qué es Nueva York sin un toque francés? En el corazón de este pintoresco barrio lleno de interminables callecitas por descubrir, se encuentra un rinconcito parisino. Al entrar, la sección de panadería recibe a quienes quieran disfrutar de un rico café al paso o comer algo rápido en los sillones junto a la puerta (su especialidad: ¡los quiches!). En el cuarto de atrás, rústicas mesas se distribuyen entre flores y luces, para aquellos que buscan adentrarse en tierras europeas por más tiempo. Desde waffles de calabaza hasta el aclamado “maman breakfast sándwich”: el menú es simple pero poderoso.
En este barrio que, como indica su nombre, recibe a quienes cruzan el puente de Brooklyn y el de Williamsburg, está este café de artisan basado en el diseño sustentable. En L’estudio, los platos – hechos únicamente con ingredientes locales – se inspiran en las cocinas latinas y mediterráneas con ítems como pan de queso en su carta. ¿Un dato de color? Sirven todo en cerámicos hechos a mano en el estudio de la puerta de al lado.
Con un latte a cuatro dólares (un precio normal para NYC), Ludlow Coffee Supply es el refugio cafetero en la parte sur del lado más sofisticado de Manhattan. No solo ofrece especialidades como el Latte de maple y un menú de huevos, la tan aclamada “avocado toast” y ensaladas sino que también, al fondo, en Ludlow Barber Supply cualquiera puede cortarse el pelo o afeitarse mientras disfruta de su café.
Uno de los barrios que más creció en los últimos años. Con interminables propuestas, no es posible elegir uno solo. En Café Integral, con una estética limpia y moderna, son fanáticos del café de Nicaragua. Uno perfecto para instagramear. Pietro, por otro lado, está a solo unas cuadras, pero su propuesta es muy distinta. Es todo rosa: paredes, sillones mesas y luces del mismo color hacen el ir a este café, un experiencia más visual que gastronómica. Imperdible su Vanilla Bean Latte a 5 dólares.
Hablemos de vibras neoyorquinas. A solo tres cuadras del Zara de Soho, este es el lugar ideal donde descansar tras un intenso día de compras. Bancos al aire libre y un patio interno (con árbol y todo) lo hacen el spot del verano en la ciudad. En Ground Support tuestan sus propios granos y no es raro que algún barista apasionado se pase 15 minutos explicando el proceso. Los sándwiches caseros son otro must.
Ubicado en el mismo barrio donde todo inició allá en 1996 , fueron dos hermanos los pioneros que decidieron nombrarlo en honor a sus perros, Moose & Goos Lane. Hoy tienen cuatro cafés distribuidos por la ciudad. A The Grey Dog se lo define con una palabra: acogedor. Amistoso, familiar, decoración rústica con ladrillo a la vista, y un ambiente súper relajado hacen de este bar uno de los favoritos en el West Village.
En su menú, encontramos el latte deconstruido (que se ganó el corazón de más de uno). Se trata de expresso, leche y un latte servidos en diferentes copas con agua con gas y una galletita al costado. La idea es poder identificar cada sabor en el latte. Revolucionario, ¿no? Otro ítem a destacar: el café nitro, un cold brew preparado con nitrógeno que le da una textura ultra cremosa. Uno al que hay que ir.
Después de una (muy debida) visita al Chelsea Market, en donde se puede disfrutar de una excelente taza de Ninth Street Expresso en el piso principal, el segundo punto turístico es el paseo por el High Line. Ya sea locales que salen a correr por ahí, o turistas cansados de tomar fotografías, todos pueden descansar en esté café ubicado en el lobby y patio del High Line Hotel. Afuera, una renovada Citroen del 1963 funciona como coffee foodtruck y sirve una selección limitada de expressos para quienes pasan por la 10th Avenue.
Entre Midtown y East Village, esta calle es la razón detrás del nombre. A pasos de Union Square y de su “training lab”, Irving Farm Coffee Roasters se encuentra escondido en la parte inferior de una de las típicas construcciones del barrio. Cafés de autor, té, sándwiches, ensaladas y panadería casera lo hacen el lugar perfecto para un buen desayuno. ¡A no perderse su Lavender Latte!.
Además del clásico latte en el café del emblemático Bryant Park, un conocido hotspot después del trabajo, Toby’s Estate Flatiron Expreso es una de las mejores opciones que tiene Midtown, dentro de uno de los locales de la reconocida marca Club Monaco (en el distrito comercial de Ladies Mile). A dos cuadras del Madison Square Park en la quinta avenida, aquí no solo se toma café sentado: mientras, se puede ojear alguna buena novela de la librería Strand, también con un espacio allí. En su máquina expresso, diseñada a la medida, solo preparan su blend personal, el Flatiron Expresso Blend.
Un pequeño favorito al oeste de la ciudad. Su menú incluye el clásico “cortado”, sí, escrito en español. Murat, uno de sus simpáticos baristas y ferviente enemigo de Starbucks, se asegura de que cada cliente pruebe su café ideal, ya sea un macchiato, un flat White o un latte. También se preocupa por explicar en qué consiste cada uno. Imperdibles sus croissants y sus ice cream sándwiches.
De a poco, la cultura cafetera del downtown fue creciendo hacia el norte, donde antes solo encontrábamos las grandes cadenas. El gran elegido en el lado izquierdo del Central Park es el pequeño pasillo con empapelado victoriano: Box Kite Coffee. En su máquina, los distintos blends de café rotan, a medida que van encontrando nuevas e innovadoras propuestas de tostadores locales. Esto hace que su propuesta cambie constantemente, algo poco usual en un coffee shop. ¿Qué hay que probar? Su “expresso tonic” (expresso más agua tónica) y su 1n1n1 (expresso, té de cascara y un súper mini latte).
Técnicamente no es un coffee shop (abre recién a las 11 y media de la mañana) pero con cafés y milkshakes que valen la pena. Usualmente con una hora de espera, este es sin duda uno de los lugares preferidos por los locales golosos. Sus cafés incluyen ingredientes como chocolate francés, cáscara de limón, nuez moscada, infinitas capas de crema e incluso palos de canela para revolver. Pero si hay algo por lo que son conocidos, además de su extravagante decoración, son sus milkshakes. Con toppings como un pedazo de torta o un paquete entero de galletitas, el más llamativo es el “Golden Opulence Sundae” que sale no menos de 1000 dólares (es un récord Guinness). Sí, tiene verdadero oro. Ojo, hay que pedirlo con 48 horas de anticipación.
Fotos: gentileza lugares mencionados