La ambientación, a cargo de Iturrioz, se inspiró en los años veinte y en la novela El Gran Gatsby de Scott Fitzgerald
Un tocado de plumas rojas o una tiara luminosa fueron, por una única vez, acordes al dress code: por tan solo una noche, los llamativos “fascinators” – excéntricos, delicados o incluso sensuales pero todos elegantes- volvieron a estar de moda. El pasado jueves 9 de noviembre, el Hipódromo de Palermo iluminó el cielo porteño para celebrar la séptima edición del Prix de Baron B, una espectacular fiesta inspirada en las carreras hípicas europeas del siglo XVII, que ya se convirtió en un clásico al que nadie quiere faltar.
Los engalanados setecientos invitados debieron elegir entre los verdaderos protagonistas de la velada, los competidores, seis jinetes y sus caballos, cuyos nombres correspondían a las diferentes líneas de la renombrada marca de espumantes. Se hicieron las apuestas. La carrera de 1400 metros concentró expectativas y tensiones por tan solo unos pocos minutos: el caballo número 5, 1970, obtuvo el primer puesto.
«Un tocado de plumas rojas o una tiara luminosa fueron, por una única vez, acordes al dress code: por tan solo una noche, los llamativos “fascinators” – excéntricos, delicados o incluso sensuales pero todos elegantes- volvieron a estar de moda.»
Las ganancias del evento, conducido por Iván de Pineda, fueron destinadas a la Fundación Germinare, una entidad que desde hace quince años busca brindar oportunidades a niños de bajos recursos a través de la educación. Este año, sin embargo, la organización obtuvo una donación especial: Pilar Casares, la ganadora del ya tradicional sorteo por un automóvil Smart de Mercedes Benz Argentina, ofreció su premio a esta misma causa, en un sorpresivo y conmovedor gesto.
Entre copas, la primera botella de edición limitada de Baron B, de la cual solo se produjeron mil unidades, hizo su entrada triunfal. Acorde a la ocasión, este peculiar artículo se adorna con una imponente etiqueta de metal cuyos grabados remiten a los escudos de los legendarios caballeros del medioevo. Pero esta fiesta, por más inspirada que estuviera en los años tras la caída del Imperio romano de Occidente, perteneció al siglo XXI. En un homenaje a los tiempos de las redes sociales, The Light Box se estrenó para darle una vuelta al contenido digital. A cargo de la fotógrafa Marité de Jesús, la enorme caja sorpresa recibió con sus lentes a todas las personalidades asistentes, desde el aclamado productor Nacho Viale hasta la canchera modelo y emprendedora Dafne Cejas.
«A las once de esta espectacular noche de primavera, la reluciente pista de baile dorada ya era irresistible. Este año, la decoración estuvo a cargo de Javier Iturrioz, quien se inspiró en los años veinte, “en la elegancia de los Fitzgerald y las recepciones de Jay Gatsby”. De la mano de los DJs Chule Bernardo y Puli De María, tacos y zapatos bailaron a la par al ritmo de una ecléctica selección musical.»
A las once de esta espectacular noche de primavera, la reluciente pista de baile dorada ya era irresistible. Este año, la decoración estuvo a cargo de Javier Iturrioz, quien se inspiró en los años veinte, “en la elegancia de los Fitzgerald y las recepciones de Jay Gatsby”. De la mano de los DJs Chule Bernardo y Puli De María, tacos y zapatos bailaron a la par al ritmo de una ecléctica selección: clásicos como Michael Jackson y Barry White se siguieron con éxitos que suenan hoy en cada rincón de la ciudad.
Pero como dicen, todo lo bueno llega a su fin. Como salido de un cuento -aunque un poco más tarde que Cenicienta- se hicieron las dos y media de la madrugada, y una de las celebraciones más esperadas del año terminó. Ahora, a esperar otros 365 días.
Fotos: todas gentileza Moëtt Hennessy