El patio de la Mar, súper bien calefaccionado para lograr un clima de primavera todo el año
No es solo cuestión de ser un fumador expulsado de los espacios cerrados o de querer concurrir con nuestro perro y entonces solo poder elegir mesa en la vereda. En algunos restaurantes, sentarse afuera incluso en la época más fría del año es una elección a consciencia. Y una experiencia que puede resultar de lo más agradable gracias a sus eficientes sistemas de calefacción, que permiten que comer mirando las estrellas (o disfrutando la tibieza del sol) sean placeres también aptos para el invierno. A continuación, 10 elegidos que cumplen estos requisitos a la perfección.
1) LA MAR CEBICHERÍA: UN MICROCLIMA ÚNICO PARA SENTIRTE SIEMPRE EN LA PRIMAVERA DE MÁNCORA ¡! / ARÉVALO 2024 – PALERMO VIEJO
Si fueron a La Mar en épocas más cálidas, es probable que hayan disfrutado del increíble patio que antecede al edificio histórico donde se emplaza este restaurante. Pues en invierno también podrán hacerlo: como ese espacio externo es sin duda la vedette del local, se ofrecen mantas térmicas de lana tejidas a mano y traídas directamente de Salta. “Específicamente del negocio Río del Valle Luracatao, que tiene más de 50 años de historia y donde todo es artesanal. Allí esquilan a las ovejas, hacen el hilo de lana a mano, lo tiñen, arman los ovillos y tejen en telar las mantas que, más tarde, servirán para abrigar del frío a los comensales de La Mar”, se enorgullecen desde el restaurante. Y como si esta calidez ad hoc no fuera suficiente, tubos radiantes de gas dan vuelta toda la barra, y en el resto del espacio se agregaron calefactores eléctricos, generando un microclima único en el que será muy fácil seguir pidiendo piscos y degustaciones del mítico cebiche de la escuela de Gastón Acurio.
En el cuidado Alo’s, del chef Alejandro Féraud, el espacio disponible no se achica cuando llegan los días más fríos. Quienes se sienten en su deck externo, con capacidad para unas 20 personas, serán recibidos con ruanas de lana tejidas a mano y abrazados por el calor de un brasero con 20 kilos de quebracho ubicado en el centro, cuyos fuegos estarán siempre encendidos estas noches de otoño/invierno. En ese espacio que combina estructuras de hierro y madera con canteros de verduras y finas hierbas, se podrá disfrutar de la propuesta de Féraud, basada precisamente en productos orgánicos, salvajes y de estación. Por ejemplo, de platos como ravioles de papa con jamón de pato y crema de tomillo, ojo de bife con ajos asados, pickles de mostaza y ensalada y pesca del día con maíz, zucchinis y azafrán.
No podía estar en otro lugar que San Telmo. Con auténtico espíritu de pulpería, Quilapán regresa en el tiempo para crear un espacio de encuentro, “refugio de curiosos, de viajeros, de productores artesanales y vecinos simpáticos”. O tal vez simplemente de aquellos que buscan escapar a la vorágine cotidiana y encuentran aquí el respiro deseado. La Pulpería es muchas cosas en una: despacho de vinos pateros, vermut y picadas, almacén de ramos generales, tienda de artesanías, comedor, salón de baile y música y patio de recreación y lectura. Y precisamente allí, en ese patio de ladrillo a la vista, guirnaldas cruzadas y hasta un aljibe, es posible almorzar o cenar sus platos criollos también en estos días de frío, manteniendo el calor gracias a sus estufas exteriores, que permiten respirar aire puro y seguir disfrutando de uno de los espacios más lindos de este local
En la imponente arquitectura de esta bellísima casona construida en 1927 (por el noruego Alejandro Christophersen y luego remodelada por la firma internacional Kallos Turin) hay lugar para un jardín de invierno con un muro vivo y vegetación frondosa aunque prolija. Cobijada por esta, mesas doradas redondas y una gran barra completan la escena para un almuerzo, té o comida más que íntimos. En estos meses invernales, ese sector es climatizado por losa radiante, y en las noches además se disponen ruanas tejidas en cada mesa, para hacer las delicias de los más friolentos. Un gesto que puede acompañar a la perfección el placer de su carta con platos inspirados en la literatura, como el lomo de cordero asado y crocante vinculado a “Twist”, de Harkaitz Kano, las berenjenas y polvo de hierbas que evocan el libro “Bocas del tiempo”, de Eduardo Galeano, o la crème brûlée de banana relacionada con “Los tres mosqueteros”.
Chiquito pero encantador (y con el mejor café de Buenos Aires). Para los conocedores, bastaría esta descripción para identificar a Birkin Coffee Bar. Pero en esta temporada podría sumarse un dato más: es posible sentarse en sus mesas exteriores y no pasar absolutamente nada de frío. Calefaccionado por tubos de calor eléctricos y con el ofrecimiento de mantas de polar en sus sillas, este sector aumenta las posibilidades de encontrar un lugar en un café que siempre es muy concurrido. El sol de las primeras horas de la tarde en la vereda y la propuesta de menús del día con variantes como polenta cremosa con ragú de cerdo o sopa de calabaza, zanahoria y jengibre con bruschetta, entre otros, terminan de cerrar una oferta más que seductora.
Para disfrutar los sabores de Cerdeña aún con bajas temperaturas, este restaurante resguarda sus mesas exteriores con un toldo rojo con cortinas a los lados. El resultado es la sensación de refugio y real ingreso a un mundo italiano, al que asimismo se suma un sistema de calefacción externo. En sintonía con la ambientación familiar del interior del local, el objetivo del chef Daniele Pinna es que los comensales se sientan huéspedes y vivan el espacio con comodidad y calidez. Por eso, también suma ponchos de corderito sintético en color crudo y ecocuero marrón envejecido. “La idea surgió porque el local es de dimensiones chicas, y el sector exterior representa una gran cantidad de comensales”, explican sus responsables. Además, son muchos los que prefieren la tranquilidad de esta calle de pocas cuadras.
Ya es un clásico de Núñez. Su rotisería siempre tentadora, su amplísima cava de vinos, sus platos clásicos y sofisticados a la vez y su arquitectura innovadora son algunos de los puntos que le han valido el reinado que ostenta en la zona. Y aunque su salón principal siempre está bastante lleno, es su terraza la que despierta suspiros en toda época del año. Con vista privilegiada a las casitas bajas del barrio (y también a las megatorres de Libertador) aunque con fresca vegetación alrededor, está semitechada y protegida del frío por calefacción, y sus guirnaldas de luces completan el aura de calidez que la hace digna de tantas publicaciones en Instagram. Un spot idóneo para catar algo de su carta renovada (que cambió a la par de sus horarios; ahora abren desde las 10 am).
Aunque ya con varias sucursales, el local de Páru del Bajo Belgrano es uno de los más interesantes. Podría ser por su fácil acceso o por estar justo frente a los bosques de Palermo, pero desde MALEVA nos atrevemos a decir que es sobre todo por su espacio de terraza, apto para comer con vista al verde incluso en los meses con temperaturas más bajas. Equipados con tubos radiantes en el techo (según explican, uno de los métodos que brinda calor más parejo), es el sector ideal para comenzar la comida brindando con alguno de sus tragos -otro recurso infalible contra el frío-, y continuar con una selección de sushi, o con sus ceviches mágicos o sus tiraditos legendarios, como el “car-passion”, con miel de maracuyá y lima y servido con hilos crocantes de filo y brotes de berros, entre otras propuestas de la carta.
Todavía residencial, Núñez ofrece secretos tan encantadores como la casona que alberga No Tan Santos, este autodenominado “club social” con una carta amplia, que va desde la parrillada hasta las minutas y pastas, como así también incluye algunos platos clásicos con una vuelta de creatividad. Amén de su menú, sin embargo, lo que se roba las miradas es su jardín. Pleno de árboles, plantas, enredaderas y guirnaldas, mantiene su mística intacta aún en invierno, dado que alrededor del espacio se colocaron calentadores eléctricos. Perfecto para admirar la parrilla siempre encendida y para ir de a varios y copar sus mesas generosas, especialmente en las noches de semana, cuando el ambiene suele estar un poco más tranquilo y Núñez despliega como nunca sus encantos de barrio.
1516, con su patio cervecero que es uno de los más grandes de la ciudad, fue uno de los hits del verano y promete seguir siéndolo en invierno con un sistema reforzado de calefacción externa. Y los chicos de 1516 tienen experiencia en esto de armar espacios acogedores para el clima frío (la prueba: su primer local está en Cariló y abre todos los fines de semana del año). Con casi treinta canillas de cerveza artesanal (varias made in Mar del Plata, la capital cervecera del país), la atmósfera de 1516 es súper relajada y su carta es bastante más sofisticada que la de la mayoría de las cervecerías, su bondiola braseada, su entraña con papas igual. Sus hamburguesas están logradas al igual que sus pizzas crocantes a la piedra. En 1516 venden botellones take away de dos litros retornables. Su happy hour desde las 18hs es un éxito. Dato: es una cervecería pet friendly.
fotos: gentileza restaurantes mencionados