«Esta selección me resulta más que dificil», le confiesa a MALEVA Alejandro Martínez Rosell, enólogo de la bodega que lleva parte de su apellido (Rosell – Boher) y que fue fundada por su abuelo hace más de un siglo. Vinculado al prácticamente desde la cuna (alguna vez contó que recuerda como su padre le hacía probar a su madre las nuevas etiquetas y que esa opinión era clave), es hoy uno de los enólogos más respetados de Mendoza. Justamente por haber probado tantos buenos vinos a lo largo de su vida es que elegir diez le resulta un desafío engorroso, y antes de revelar la lista aclara: «antes de enumerar algunos quiero dejar en claro que elegir diez es casi una injusticia».
Cuando era chico, mi padre me dio de tomar un «Carcassone», de la flia. Mosso Escorihuela, año 1970, que me llamó mucho la atención por su aroma y delicado sabor a madera. Para mí, inolvidable.
Degustado en la casa de un gran amigo, en Mar del Plata, hace 3 años, junto a 2 vinos franceses, de igual añada, uno de ellos, de Bordeaux. A ciegas, el vino de la gran bodega López, resultó ser el elegido.
Degustado en privado, en la bodega californiana, en el año 99, excelente prototipo de Napa Valley.
Degustado en el año 2000. Gran estructura, tipicidad , y con una madera excelente y equilibrada. Con las cosechas siguientes no me pasó lo mismo.
¡En su botella emblemática color marron satinada! Prototipo de Barrancas, excelente añada, muy afrancesado y muy delicado.
Degustado con un amigo de la vida, Jeffrey Stambor, responsable técnico de éste pura sangre californiano.
Champagne de la Maison Deutz, disfrutada en la década del 80, cuando esta bodega, había sido reconocida como la mejor en toda Francia.
Es del Valle de San Antonio, Chile. Delicado, frutado, complejo y con el sello de esa querida región. ¡Excelente!
Del Valle del Maipo también en Chile, con una tipicidad tremenda. Con un presente y futuro muy longevo, para éste pequeño proyecto de dicha región. ¡Felicitaciones !
Fotos: gentileza Alejandro Martínez Rosell y bodegas mencionadas