Chops Maridados
Por Ana Laura Caruso
En el Museo Británico, en Londres, se exhibe una tabla de arcilla con pictogramas del año 3000 a.C. donde se muestra cómo se preparaba la bebida más popular de la Mesopotamia: la cerveza. Se cree que la cerveza comenzó a elaborarse hace diez mil años en la región de Palestina. Desde estos tiempos remotos se supo que estaba libre de gérmenes y por eso durante muchos siglos fue la cerveza, y no el agua, lo que se tomaba para calmar la sed. La costumbre más arraigada entre los argentinos es tomar cerveza para acompañar una pizza o una picada pero hay quienes se aburrieron de esta combinación y se animan a probar sabores nuevos. Para ellos, hay buenas noticias: la cerveza puede disfrutarse tanto con una comida simple como con un menú sofisticado de cinco pasos. Maleva habló con Alejandro Rodríguez Aramburu, director de operaciones de la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS), para que nos cuente todo lo que hay que saber a la hora de elegir la cerveza que va acompañar nuestra comida.
Maridajes para cervezas rubias:
“Las cervezas rubias tipo Lager son ideales para los platos picantes, grasos y ligeros, así como las salsas livianas, las carnes blancas, los pescados crudos y los bocados como los nachos. También es perfecta para la comida oriental con su característico sabor agridulce, para las ensaladas frías y los ahumados”
- Nachos, comidas orientales agridulces, ensaladas y ahumados
- Pastas rellenas, lasañas, ravioles. Carnes de caza.
“Las negras de buen cuerpo y especialmente las Stout son ideales para tomar con postres que tengan chocolate o frutas secas como brownie, flan, budín de pan, tiramisú o crème brûlée. También son una buena alternativa a la hora de servir carnes a la parrilla o a las brasas.”
- Postres de chocolate o con frutas secas. Brownies, flanes, budines de pan, tiramisú, crémes brûlées. Carnes a la parilla.
¿Qué cerveza queda mejor con los distintos tipos de quesos?
El maridaje de los quesos y la cerveza es un capítulo en sí mismo. Si se trata de quesos duros de perfil graso, como el parmesano o sardo, que desprenden sabores a fruta seca, es mejor optar por cervezas maltosas y encorpadas como Nut o Brown Ale. Si hablamos de quesos muy fuertes enmohecidos, como el camembert o quesos azules, se necesitan cervezas muy amargas o altamente alcohólicas (Bock, Barley Wine). Los quesos picantes como munster o emmental se pueden acompañar con cervezas de rubias de buen amargor. Los quesos cremosos, como el mozzarella, van mejor con una rubia, fresca y liviana. Y finalmente los quesos de cabra, con marcado perfil graso y ácido, son ideales con las cervezas de trigo por su frescura.
- Parmesano y Sardo: cervezas Nut o Brown Ale
- Camembert y quesos azules: cervezas altamente alcohólicas y muy amargas como la Bock o Barley Wine
- Quesos picantes como munster o emmental: cervezas rubias de buen amargor
- Mozzarella: cervezas rubias frescas y livianas
- Quesos de cabra: cervezas de trigo (por su frescura)
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir el vaso?
Al igual que con el vino, los diferentes tipos de cerveza requieren su propio tipo de vaso e influyen en el sabor. Los vasos tipo pilsen, que son los de base angosta que luego se ensancha, logran expresar todo el color de una cerveza dorada y cristalina, mantener su frío, efervescencia y favorecer una buena corona de espuma. El clásico chopp, con su tradicional asa, evita que la mano transmita el calor a la bebida, por lo que es adecuado para cervezas que se beben bien frías y que son suaves, refrescantes y livianas. El borde grueso, por su parte, ayuda a mantener la espuma, y es ideal para cervezas tiradas. El formato de cáliz o balón es utilizado para las más potentes especialmente las belgas, ya que la boca ancha hace que el aroma se despliegue por toda la superficie y permite apreciar todas las cualidades de una cerveza de sabor intenso.
- Vasos de base angosta que se ensanchan: cervezas doradas
- Vaso tipo chopp: cervezas suaves tiradas que se beben muy frías
- Vaso tipo balón o caliz: cerverzas potentes como las belgas
¿A qué temperatura tiene que estar la cerveza?
La temperatura de consumo va a depender del tipo de cerveza. Para una cerveza rubia, fresca y liviana la temperatura ideal para disfrutarla está entre los cinco y los siete grados. En cambio, las cervezas con más cuerpo, complejas, con un amargor importante y que generalmente tiene un color más oscuro, merecen tomarse a temperatura más alta para que se desarrollen sus aromas. En este último caso, es recomendable la franja de los quince a los veinte grados. Los argentinos suelen optar por cervezas ligeras y frescas porque su consumo va asociado al calor y al verano. Ahora bien, no hay que dejarse engañar: la idea de que la cerveza debe tomarse helada es producto de campañas de marketing de las compañías cerveceras y es una tendencia relativamente nueva.
- Cerveza rubia, fresca y liviana: 5 y 7 grados
- Cervezas oscuras con amargor: 15 a 20 grados
“No hay que dejarse engañar, la idea de que la cerveza deba tomarse helada es producto de campañas de marketing de las compañías cerveceras”
En la actualidad el consumo de cerveza suele darse más en países europeos que en América Latina, durante los últimos años hubo un cambio en nuestro país. Hoy un argentino toma 62 litros de cerveza por año, de acuerdo con las últimas estadísticas de la Cámara de Industria Cervecera Argentina (CAIC) y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Además, el consumo de cervezas de alta gama aumentó un 4% a lo largo de los últimos cinco años. A pesar de que todavía estamos lejos del volumen de consumo de países como República Checa (donde se beben unos 160 litros por cápita), hay una tendencia creciente a reemplazar el vino por cerveza durante las comidas, en especial entre los jóvenes.