Belgrano no es un barrio que se jacte de sus muchas opciones gastronómicas o de salidas. Pleno de árboles, colegios y embajadas, es en cambio una zona sumamente residencial. Pero de un tiempo a esta parte, eso ha ido cambiando. Y lo que en un inicio fueron chispazos solitarios, por estos días va delineándose con más fuerza. Especialmente en un sector comprendido entre las calles Olazábal, Juramento, Vuelta de Obligado y Migueletes, a algunos metros del Barrio Chino. En esas pocas cuadras, siete propuestas llaman la atención y comienzan a conformar un pequeño polo de renovación más que interesante.
Antes de este local sobre la calle Mendoza, aquí hubo una casa de pastas casera. Y desde hace unos meses, otras manos que amasan ocuparon su lugar. Como para no extrañar la artesanía, llegó Bracia, un café y pastelería de lo más cálido, invitador con su piso de damero y sus paredes ocre. Aunque lo que más incita es su increíble olor a pan recién horneado, un must de la casa. También valen la pena sus tortas, scons, croissants, macarons, alfajores y budines, entre otras dulzuras caseras. Y si bien los desayunos y tardes son su mayor fuerte, también es posible almorzar platos contundentes, como ñoquis con salsa caprese, algún pescado o sándwiches varios (el de salmón y rúcula en pan integral cotiza alto).
En su tercer local de próxima y muy esperada apertura (se estima en los primeros días de octubre), Cocó Café volverá a plantar bandera como especialista en tortas. Luego de su éxito en “Palermo Zoo”, esta vez abrirá una sucursal sobre Juramento y O’Higgins, para seguir tentando a los comensales con delicias como el cheesecake de dulce de leche, su siempre presente rogel o su torta mousse de chocolate blanco y maracuyá, entre muchas otras. Pero aunque su pastelería sea excelente, la verdad es que Cocó Café es mucho más que eso: grata opción para los mediodías, su menú incluye tartas, ensaladas, sándwiches y platos calientes como malfatti, salmón rosado con alcaparras y ensalada de quinoa y vegetales, y lomo grillado con salsa de tomate a la antigua y gajos de papa crocantes. Al igual que sus hermanos, este local ya llama la atención con su característico verde agua en el exterior, y seguramente haga lo propio con sus vitrinas llenas de tentaciones en el interior.
Hacia fines del año pasado, Havanna tomó una esquina muy clásica de Belgrano (donde por décadas había estado la farmacia Salvatori) y creó su local más moderno y canchero hasta ahora. En Juramento 2374 (esquina O’Higgins) abrió un local con estética más industrial: luces de neón, un jardín colgante interno y predominio de la madera clara (algunas mesas tienen además el guiño de unas tapas doradas, tapizadas con el clásico papel de alfajor Havanna), la estética sin duda marca un quiebre con las sucursales más clásicas. Y ese cambio termina de acentuarlo el menú, que no hace base en los productos clásicos de la marca (que de hecho se venden especialmente en un rincón del salón) sino en sus propuestas de almuerzo, con los haireados (sic) como caballito de batalla. ¿Qué son? Unos tostados gourmet con un pan crocante y suave a la vez, que realmente vale la pena pedir. Según cuentan, este local replica el concepto de uno existente en Mar del Plata. Y viendo su buena aceptación y resultados, es probable que sea la punta de lanza para una renovación paulatina en ciertas zonas.
También sobre Juramento, Sálvame María supo ser un clásico de la zona. Durante los últimos 10 años, desde estudiantes que se acodaban por largas horas en sus box hasta oficinistas, familias y grupos de madres pasaron por sus mesas. Por eso, cuando el año pasado se supo que los dueños cambiaban, el barrio quedó expectante. Pero el cambio fue para bien: hoy llamado Santa María, un nombre que había llevado el local en épocas pasadas, mantiene su amplio menú de platos (que aprovecha la cercanía del Barrio Chino para ofrecer productos bien frescos), pero además hace hincapié en la barra y la posibilidad de un buen trago conforme va cayendo el sol. A cargo de Juan Manuel Pérez Cifuentes, la nueva carta de cocktails combina clásicos de siempre y tragos de autor tanto complejos y elaborados como sencillos y frescos. Todo, ideal para acompañar con tapas y appetizers mientras las luces van bajando y la música ameniza. Dato: tienen dos happy hour; uno de 18 a 21 con cocktails y pintas de Warsteiner al 50% y otro de 12 a 1 de la madrugada.
Como no podía ser de otra manera, porque no hay barrio actual que se precie sin hamburguesería, la más nueva de las aperturas de esta cadena fue precisamente en Belgrano, en Olazábal 1422. En plan de demostrar que en esta zona hay mucho más para comer que comida china, desembarcó con sus 12 variedades de hamburguesas y papas fritas con cheddar y panceta crocante, en la que la homónima del barrio, de 170 gramos de carne vacuna, ananá grillado, queso azul, brotes frescos, cebolla caramelizada y barrionesa de ciruelas, se va convirtiendo en una gran requerida. Aquí también vale la pena aprovechar el happy hour y probar alguna de sus cervezas artesanales “Don Santiago de Ortúzar”.
Livianos, frescos y con amplia variedad de toppings y bajo contenido calórico, los yogures helados son un hit que resurge verano a verano. Y para esta zona de Belgrano, dos opciones desembarcaron en el último tiempo. La primera, Yogurtmanía, está sobre Mendoza 2285, ideal para refrescarse antes o después del cine (los Multiplex están enfrente). Con otras sucursales en San Isidro, Barrio Norte e Ibiza, trabajan con yogurt natural de leche descremada y frutas frescas, que logran tan buen sabor como textura. Y aunque sus salsas y toppings puedan tirar por tierra el concepto “fit”, vale la pena probar, por ejemplo, el de chocolate y galletitas.
Moody’s, en tanto, se ubica en Olazábal 2309 y asegura tener la mejor “toppinera” del mercado, con frutas frescas como mango y frutos rojos y brownies, Oreo, M&M, granola con láminas de coco, cereales y almendrados. Además, agranda su propuesta con smoothies y donuts. Y es que aquí, aunque la propuesta de yogurt en sí sea saludable, el resto es bien power: las donuts no tienen nada que envidiarle (ni en sabor ni en look) a las norteamericanas con glaseado, chispas y chocolates varios, y los smoothies incluyen opciones hasta de Oreo.
Ambas opciones ofrecen locales pequeños pero rendidores, en los que lo mejor es pedir y salir a caminar por el barrio, en busca quizás del próximo spot que continúe esta pequeña pero fuerte renovación gourmet.