Durante los últimos siete años Río de Janeiro se preparó para ser el centro de atención mundial durante los Juegos Olímpicos. Después de obras que parecían eternas y con la presión planetaria a cuestas, porque todos creían que no se iba a llegar a tiempo, Río de Janeiro deslumbró. Se lució como la diva tropical que es, en una versión reloaded, llena de bares, restaurantes y paseos nuevos para alternar con la playa. A continuación te mostramos los siete elegidos por MALEVA, con bonus track.
La playa do Pepê, al comienzo de Barra da Tijuca, es el lugar que eligió Tato Giovannoni para montar la filial carioca de Florería Atlántico, listado entre los mejores bares del mundo. Un kiosco de playa parecido al resto de los que hay en Río, pero el único donde se bebe y se come a este nivel. Los mariscos y la pesca del día son la especialidad de la cocina y la carta de tragos, abastecida con una buena dosis de ingredientes locales, obviamente, es de alto vuelo. El destaque va para el Gin. Tónico Menezes, por ejemplo, que lleva Apóstoles, cajú –un fruto típico brasileño- y Tónica. El plan es ir a pasar el día, disfrutar de la playa, comer rico y mezclar el paisaje con bebidas espirituosas.
Desde siempre, Brasil y Argentina se atraen, y la tal rivalidad es una forma –apasionada- de confirmarlo. El chef Felipe Bronze, brasileño, y la sommelière argentina Cecilia Aldaz, confirman que cuando los dos países se unen, se potencian. En abril de 2015, el restaurante Oro, famoso por su cocina a la brasa, fue premiado con una estrella Michelin. En junio de ese año, su chef y propietario, Felipe Bronze, decidió cerrarlo para reabrirlo meses después, junto a su esposa y socia argentina, totalmente reinventado. Hay dos menús: Criatividade y Afetividade. El primero consiste en cinco platos creados con ingredientes estacionales, y el segundo incluye relecturas de dos platos clásicos de Oro. Todo a la brasa y armonizado con vinos recomendados por Aldaz.
Cuando Eleven, considerado uno de los restaurantes top lisboetas, cumplió 11 años, sus 11 socios -comandados por el chef Joachim Koerper- decidieron cruzar el Atlántico y desembarcar frente a la Lagoa Rodrigo de Freitas, una de las postales más bellas de Río. La carta mantiene la esencia de su sede original, que ya ganó una estrella Michelin: cocina contemporánea con toques lusos. La indicación MALEVA: el Menú Sorpresa, 11 pasos elaborados diariamente por el chef, para dejarse llevar.
Esta parte de la ciudad que estaba completamente olvidada y era inaccesible, hoy es el nuevo point carioca. Aquí están el Museo del Mañana, obra del español Calatrava, y el MAR, Museo da Arte de Rio, uno muestra el futuro y el otro pasea por la historia. Desde la Iglesia de la Candelaria, donde estaba la antorcha Olímpica, se puede caminar bordeando la bahía por la Orla Conde hasta llegar a los museos, en la Praça Mauá, y de ahí seguir por el Boulevard Olímpico que recorre los almacenes restaurados del puerto. En el número 3 está el grafiti de Kobra, el más grande del mundo hecho por un solo artista. Más adelante se llega hasta el Cais do Valongo y Cais da Emperatriz, las ruinas del muelle al que llegaron primero los esclavos africanos y luego la Emperatriz Teresa Cristina, esposa de Don Pedro II, que descubrieron con las excavaciones de las obras. En el Instituto dos Pretos Novos, muy cerca de las ruinas, hay más información sobre el tema. Para quien no tiene ganas de caminar, está el nuevo VLT, un tren eléctrico modernísimo que va desde el Aeropuerto Santos Dumont hasta la Terminal de Omnibus y pasa por el centro y el puerto.
A partir de octubre, cuando terminen los Juegos Paralímpicos, el restaurante comunitario que usa los ingredientes sobrantes de la Villa Olímpica y los transforma en cenas para gente sin recursos, va a estar abierto al público a la hora del almuerzo. El proyecto fue desarrollado en apenas 55 días por un equipo liderado por Massimo Bottura, chef de Osteria Francescana, tres estrellas Michelin, elegido este año como el mejor restaurante del mundo por 50 Best. El lugar, ambientado con muebles de los Hermanos Campana y obras de Vik Muniz, lleva la restauración -en la que participan los mejores chefs del mundo- a algo superior, una fusión de conciencia, sustentabilidad y cooperación. No dejes de ir a comer, todo lo que se recauda durante el almuerzo va para la cena.
Ubicado al lado del Aeropuerto Santos Dumont -el Aeroparque carioca con vista de postal-, tiene marcas imperdibles como Forever 21, Farm y Osklen, con la ventaja de poder comprar con calma porque no hay tanta gente. El dato clave: subir al N6, el restaurante que está en la terraza del nuevo hotel Prodigy, con una vista espectacular del Pan de Azúcar y el Cristo. Los miércoles y jueves al atardecer hay happy hour con música en vivo.
Con el exterior neoclásico y un interior súper moderno, este espacio que abrió hace pocos meses propone un recorrido por la artesanía nacional, a través de instalaciones artísticas de lo más creativas. Sombreros y alfombras de fibras vegetales, carteras tejidas por indígenas del Amazonas, joyas de caucho, animales de madera; los objetos expuestos son uno más lindo que el otro. Al final del recorrido está la tienda, donde da ganas de comprarse todo.
No podían quedar afuera los helados del italiano Andrea Panzacchi, con sabores naturales y estacionales, como café con cajú y castañas, o frambuesa, té de hibiscos y tomillo. De locos. Acaba de inaugurar su nuevo local con café en Ipanema.
SOBRE ANA SCHLIMOVICH:
Ana Schlimovich. Argentina, cronista y fotógrafa de viajes, publicó sus textos y fotos en La Nación, LUGARES, Etiqueta Negra, In, Time Out y Condé Nast Traveler. Desde 2007 vive en Río de Janeiro y tiene su propio blog sobre la capital carioca en el diario La Nación (blogs.lanacion.com.ar/rio-de-janeiro)
Fotos: gentileza lugares mencionados, Visit Rio y Flickr Creative Commons Sam Valadi (foto destacada)