Pocas cosas son capaces de transportarnos tan rápido a otro contexto como la música. Y si esta sucede en vivo, y el elemento que la genera es un piano, lo que se produce entonces es una bellísima sensación de viaje en el tiempo. Ideales para crear el clima perfecto para una cita o para una salida original con amigos, los restaurantes y bares que acompañan su propuesta con un piano en vivo son una situación digna de hallar y disfrutar. Y por suerte, hay cada vez más posibilidades de hacerlo. A continuación, seis propuestas a las que vale la pena entregarse.
En la frontera donde Palermo SoHo se convierte en Hollywood, y en una calle plagada de boliches ruidosos, Congo Club (Honduras 5329) es un oasis de buen gusto. Especialmente los jueves, cuando su salón revestido de madera, su larga barra de mármol y su piso alfombrado cobran más sentido que nunca de la mano del pianista Fernando Monteleone, que ensaya temas de rock, pop, folklore y jazz con una suavidad agradabilísima. Y mientras se disfruta alguna de las degustaciones de ese día, como brochetas de anticucho marinadas en ají panca o wantones de zapallo cabutia con salsa criolla, puede suceder la maravilla de que algún cantante invitado comience a ponerle letra a esos ritmos que todos van tarareando desde sus mesas. Si tienen suerte, como me sucedió a mí, puede ser Leo García. Recomendación extra: una vez terminada la comida (que también puede ser a la carta, recientemente renovada) conviene darse una vuelta por el increíble jardín de 200 mts2.
De esos íconos que permanecen a través del tiempo, Clásica y Moderna (Callao 892) también gana atemporalidad sumándose a la movida de los pianos en vivo. Lo hace todos los jueves y viernes al mediodía (de 12:30 a 14:00), de la mano de Juan Carlos Abitabile, un reconocido pianista con su propio disco editado, que varía entre temas de música clásica y jazz, sumando de a ratos otros estilos, pero siempre en ese volumen perfecto que permite escuchar y charlar a la vez. Así, el público de oficinas puede relajarse, tentarse con el salad bar o el menú ejecutivo y hasta quizás dejarse llevar por el ritmo y amenizar el corte del día con una copa de vino. Y para quienes no puedan acercarse en ese horario, algunos sábados, dependiendo de lo que requiera el show de ese momento, también acompaña un grato piano. Es el caso por estos días, con la presentación de Susana Rinaldi (hasta el 6 de agosto).
En el marco del versátil Anselmo Hotel (Anselmo Aieta 1069), en San Telmo, el emprendimiento de radio online y curaduría de música Cascabel propone el ciclo anual PAR, en el que busca “compartir procesos creativos entre artistas de diferentes disciplinas”. Así, el primero fue con la banda Te King, que tocó el piano a cielo abierto, en la terraza del hotel, al tiempo que su música se reproducía online a todo el mundo por la radio (www.radiocascabel.com). Para los que estaban allí, el plan fue tanto de disfrutar la música como de hacer sociales en un ambiente relajado y creativo, pleno de DJs, diseñadores, publicistas y actores, entre otras profesiones e intereses. El próximo ciclo será el sábado 6 de agosto, de 18 a 22 hs.
Quizás uno de los lugares donde más común sea ver y oír pianos sea en los hoteles cinco estrellas. Por eso no sorprende la inclusión del Faena (Martha Salotti 445) en esta lista. Sin embargo, como es de esperarse según la personalidad y estilo del hotel, el piano que aquí se toca no musicaliza con un clásico jazz bajito y funcional, sino que cumple un gran rol. Entre libros antiguos, profusión de terciopelo, arañas y sillones de cuero, las noches de la Library suelen contar con shows de bandas en vivo, que las más de las veces aprovechan muy bien el imponente piano de cola. Allí es posible disfrutar de artistas como Pablo Bañares mientras se degusta, por ejemplo, unas croquetas de cerdo con salsa agridulce o unos langostinos apanados con aderezo de mango y cilantro, todo acompañado por algún buen trago o copa de vino.
Si ya dijimos que el piano transporta a otra época, en The New Brighton (Sarmiento 645) esa sensación se magnifica ad eternum. Bar emblemático de Buenos Aires, es realmente una joyita donde el tiempo se detiene y la Belle Époque revive. Lo hace en sus esmerilados, en su impecable boisserie, en sus muebles de roble macizo y, por supuesto, en su piano de cola, que de lunes a sábado musicaliza la caída del sol (de 18:30 a 20:30 hs) y completa el hechizo de otra época de la ciudad, cuando aquel no era un bar sino una de las sastrerías más reconocidas de Latinoamérica, elogiada incluso por el Príncipe de Gales. Si bien sus pianistas van rotando, en general tocan temas de tango, jazz y música popular, idóneos para acompañar algún trago bien clásico, como un Negroni o un whisky, con las tentaciones calientes que suelen acompañar todo pedido y pueden incluir sandwiches, fosforitos, arrolladitos, empanadas o pizzetas, entre otras opciones.
Café Rivas (Estados Unidos 302) es de esos lugares que no fallan. Sea que vayas de cita, con amigos o en plan familiar, siempre te hace quedar bien y logra que todos se vayan encantados. Hay en su propuesta una mezcla perfecta de elegancia francesa, generosa cocina italiana con toques de autor y guiños porteños y un público de lo más amplio y ecléctico, en el que es muy fácil sentirse cómodo y a tono. A esa combinación versátil hace algunos años que le brinda el broche de oro un piano con jazz en vivo algunas noches de la semana. A cargo de Nicolás Boccanera, en ocasiones incluyen músicos invitados que hacen aún más agradable la velada. Al compás de sus notas y acompañando platos como la cazuela de mariscos, la polenta cremosa con pomarola de cerdo y provenzal o hasta la tan retro como deliciosa panna cotta, se termina de abrazar el concepto y hacer único e inolvidable a este lugar.
Fotos: gentileza lugares mencionados, gentileza Café Rivas (Jacobo Bertola), gentileza Congo.