El club social es patrimonio histórico de todo barrio. Asociado a los juegos de bochas, piletas de natación, torneos deportivos y bares familiares, son los padres de una generación nueva de clubes sociales que evolucionaron con el tiempo y hoy conforman el lado B de la vida cultural joven. Imán de quienes buscan experiencias nuevas y programas alternativos, estos clubes se transformaron en lugar de encuentro, ocio y diversión bajo la filosofía de brindar siempre un ambiente familiar e íntimo. Se trata de espacios que ofrecen infinitas oportunidades para conocer gente nueva y pasar un buen rato, lejos de las luces y estruendo típicos de la noche y más cerca de los otros, lo que verdaderamente importa. El foco es el encuentro y puede darse debajo de los techos altos de una casa antigua sanisidrense, desde el otro lado de una mesa de pool o en la platea improvisada de un show teatral.
MALEVA recorrió los mejores cuatro clubes sociales de Zona Norte y Capital para mostrarte que la magia puede ocurrir tanto en un taller de carpintería transformado como en una residencia lujosa de Palermo. Toquen la puerta y pasen.
La sigla refiere al sueño compartido de “Por un domingo eterno”, y así fue bautizado el club hace ocho años, en el bajo de San Isidro. Sus raíces crecieron en el taller de carpintería de Rodolfo, el socio nº 1, y fue ahí donde la ilusión de inmortalizar el fin de semana y festejar los momentos entre amigos se metamorfosearon en un club social con todas las letras. Lejos de aquella época de refugio contra los controles paternales, el lugar hoy es punto de encuentro entre más de ochenta socios. Los amigos son bienvenidos los jueves, día perfecto para anticiparse al fin de semana y disfrutar las posibilidades infinitas que ofrece el club. Si bien el asado es plato exclusivo de los miembros, con sus cortes especiales y técnicas de cocción revolucionarias, la numerosa concurrencia de los jueves obliga a ir por la alternativa nunca equívoca de las pizzas y hamburguesas a la parrilla. El combo se completa con la popular cerveza Beata de Villa Adelina, amiga de la casa. Su fuerte es el jardín: hay árboles, luces de colores cruzando el cielo y faroles que alumbran lo justo. Muchas de sus actividades transcurren afuera, como las Olimpíadas Interclubes, que reúnen en competencia al Club 300 y al 8 de Febrero y que, siendo este año la segunda edición, ya se transformó en un evento social de gran convocatoria. Multifacético, el P.U.D.E. también es sede de bandas en vivo, shows cómicos y participa en festivales cerveceros y gastronómicos como el clásico de Puertas Abiertas. Pedir dirección a través de la página en Facebook.
Fundado en 1955, este club funciona entre las calles empedradas del corazón de San Isidro, en una casa antigua marcada con la placa que lleva su nombre. Nació a partir de la inquietud de un grupo de jóvenes de la zona que buscaba un espacio propio, que fuera más inclusivo que los clubes populares del momento y que tuviera sus propias reglas. Así, con préstamo y obras mediante, se erigió Club 300, un club social a puertas abiertas que recibe entre semana a tres generaciones de socios y amigos. De techos altos y piso exquisito de madera, la casa cuenta con dos plantas y un jardín secreto, donde próximamente construirán un quincho. El living central de doble altura es lindísimo y de otra época, y ofrece el paso a la planta alta donde funciona la biblioteca, un salón con mesa de pool y flipper, y la terraza. La planta baja, sin embargo, es la favorita: ahí está el bar desde donde salen las pizzas clásicas del club y la cerveza tirada Russteiner, una delicia artesanal rubia, roja y negra desarrollada por amigos. Cuando el clima invita, el patio de afuera es protagonista de comidas, música en vivo y hasta escenario de shows de stand up. Visitá el club un miércoles después del laburo como alternativa de after office y pedí un “Coloradito”, el trago legendario. Pedir dirección a través de la página en Facebook.
“8 de febrero, feriado nacional”. Así se describe la fecha que conmemora el nacimiento de este club. En ese entonces, “El 8” no era lo que es hoy sino una casa alquilada devenida en “casa del pueblo”, o punto de reunión indiscutido entre un grupo de amigos numeroso y variado. El abandono de sus inquilinos disparó el sueño de mantener la magia de ese espacio, y así fue como se fundó el tercero de los clubes sanisidrenses. Fiel al mandato de la zona, es dueño de un jardín muy amplio y un quincho, ideales para disfrutar en esta época del año. Además, los socios y amigos cuentan con una mesa de ping pong, metegol, pool y sapo, juegos que organizan en formato de torneo con otros clubes o mismo como competencia interna. La casa tiene una oferta infinita de actividades y programas: se organizan desde ferias de trueque, campeonatos de truco y ferias de ropa usada hasta shows de bandas en vivo y espectáculos de improvisación teatral y varieté. También son ávidos participantes de festivales cerveceros en los que resalta la famosa “8 de febrero”, de producción artesanal y variada: la hay de trigo, roja, negra y Ale. Siempre es bueno acompañarla con el plato especial que prepara el chef socio de turno, como unas riquísimas milanesas o paellas. Dato: el club tiene un estudio de radio en donde producen su propio programa online y al que pueden acceder tanto los miembros como sus amigos. Para visitarlo tenés que ir acompañado de un socio. Pedir dirección a través de su página en Facebook.
El exclusivo Clubhouse se inauguró en Palermo Soho hace cuatro años de la mano de Oasis Collections, una alternativa de hospedaje premium que opera en todas las grandes ciudades del mundo. Se trata de club de membresía privado, el primero de Sudamérica, instalado en una residencia cancherísima de cuatro pisos. Sus instalaciones son alucinantes: abunda la sofisticación, el buen gusto y la comodidad. Cuenta con un lounge, dos bares, una terraza, una pileta y jardín de ensueño, y cinco habitaciones para huéspedes. The Clubhouse busca crear un espacio social creativo, estimulante pero relajado para personas con mentalidad internacional e inquieta. Antes de ser admitido como socio, se debe pasar por un proceso de aplicación y evaluación especiales y luego abonar una cuota anual. Los beneficios de esta membresía son múltiples y súper interesantes: ciclos de música en vivo, charlas, muestras de arte, catas de vino, cenas con chefs invitados, proyección de películas y hasta asados y fiestas. Durante el día se ofrece como espacio de reuniones y coworking. Clave: como miembro te dan acceso privilegiado a más de cinco clubes privados en el mundo, como Brody House en Budapest, Norwood en Nueva York y The Hospital Club en Londres. Más información en su página en Facebook.
Que Buenos Aires sea dueña excelsa de una vida cultural explosiva es de conocimiento universal, y esta cualidad ha influido siempre en nosotros. Inquietos y creativos, estamos constantemente en busca de espacios donde relacionarnos con los demás alrededor de la cultura y sus infinitas formas de expresión. Esta búsqueda llevó a la creación de una cantidad incontable de espacios culturales que ofrecen propuestas ricas para todos los gustos. Ejemplos claros son el Centro Cultural Matienzo, Casa A, Besares Club de Cultura, La Casa del Árbol y El Universal Espacio Cultural. Con programaciones semanales y en algunos casos propuestas gastronómicas para complementar, estos lugares ofrecen salidas alternativas para los que buscan programas distintos y estimulantes.