Coni Dietrich habla en fotos. Cuenta historias, retrata momentos que parecen salidos de una película, pero en realidad son como ella: espontáneos. Con esa espontaneidad pasó de la dirección de arte en agencias de publicidad a convertirse en una directora artística y fotógrafa deseada por muchísimas marcas y revistas de moda. La aclaman Vogue Japan, Cacharel, Peter Kent, Garza Lobos, Ay Not Dead, Le Coq Sportif, Posco, Fruto da imaginacao, Anushka Eliott, Caro Cuore, Levi´s y unas cuantas más. Es difícil sentarse a charlar un buen rato con Coni, porque vive en un road trip permanente: viaja de un lado del mundo a otro con su colección de cámaras analógicas y digitales y así, entre foto y foto le cuenta a MALEVA un poco más de su vida adentro y afuera del lente.
Pensando en tu vida como si fuera un álbum de fotos ¿cuál sería la primera que elegirías?
La primera que se me viene a la mente es en Pinamar, una foto familiar en la orilla del mar, todos arrodillados menos yo que estaba sentada porque era muy bebé, mis tres hermanos, mis papás y yo con el agua hasta la mitad.
¿Y cuál fue tu primer encuentro con la fotografía?
Fue gracias a mi hermana Luly, ella es 10 años más grande que yo; cuando terminé el colegio ella estaba buscando alguna profesora para empezar clases de foto y yo me le uní tomándolo como una actividad más; empezamos clases con Silvana y desde la primera clase me re enganché, ese fue mi primer encuentro y se lo voy a agradecer toda la vida.
«Siempre caigo en decir «una foto vale más que mil palabras», que aunque esté re trillado es bastante cierto (risas); no soy de muchas palabras, mi fuerte no es la charla, por eso creo que me gusta tanto la fotografía, porque no es necesario hablar ni explicar tanto.»
Decidiste ir a estudiar fotografía a Nueva York. ¿Qué era lo que te motivaba de esa ciudad?
Cuando decidí irme a algún lado a estudiar no dudé ni un segundo que Nueva York era la ciudad a la que quería ir: es la mejor ciudad por lejos para perderse con una cámara de fotos, por lo que se vive, por la gente. Voy alrededor de dos veces por año y siempre pero siempre encuentro fotos nuevas, nunca me voy a cansar de Nueva York.
¿Y con qué te encontraste al llegar?
Llegué y al día siguiente empezaban las clases, así que esa misma tarde conocí a mis compañeros, era buenísimo, uno de cada país: un turco que terminamos íntimos, una japonesa que sacaba unas fotos increíbles, Manuel un uruguayo que el año pasado volví a trabajar con él en Los Ángeles, una rubia típica californiana, un inglés… eso fue lo que me encontré y lo que hizo que el curso esté tan pero tan bueno: ver la mirada de cada uno tan marcada por la nacionalidad, el origen de cada uno.
¿Tenés un lugar en Nueva York al que le sacarías fotos una y otra vez?
El Central Park, aunque es bastante obvio y típico. Pero ese lugar a mí me puede.
«Si tengo que elegir un viaje de trabajo para hacer fotos elijo el que hice a Sudáfrica durante dos semanas, estuvo increíble, la campaña era para Unilever, con niños de diferentes nacionalidades. Conocerlos a ellos y encima en un lugar tan increíble con locaciones tan increíbles fue, se podría decir, inolvidable.»
¿Cómo definirías una foto con tus propias palabras? es decir, ¿qué es una foto para vos?
Siempre caigo en decir «una foto vale más que mil palabras», que aunque esté re trillado es bastante cierto (risas); no soy de muchas palabras, mi fuerte no es la charla, por eso creo que me gusta tanto la fotografía, porque no es necesario hablar ni explicar tanto. Pero podría decir que una foto para mí es un instante donde miles de elementos se unen para quedar congelados en un mismo lugar para siempre.
Has hecho muchísimas producciones de moda en diferentes lugares del mundo. ¿Cuál fue la que más te gustó hacer y por qué?
La verdad es que me encanta viajar para hacer fotos, cada uno de los viajes que hice lo disfruté un montón, pero si tengo que elegir uno solo, fue uno a Sudáfrica durante dos semanas, estuvo increíble, la campaña era para Unilever, con niños de diferentes nacionalidades. Conocerlos a ellos y encima en un lugar tan increíble con locaciones tan increíbles fue, se podría decir, inolvidable.
Si bien a veces las modas hacen que todo se homologue, tus producciones siempre tienen un toque original ¿Cómo conseguís eso?
No sé (risas), es difícil esta respuesta, podría decirte lo que yo trato de lograr, que es captar la espontaneidad y el momento exacto de una foto.
«¡¡¡Amo el mar!!! más que nada cuando está caliente (risas), me metí con toda estos últimos dos años con tema surf y la verdad es que no veo la hora de que nos rajemos de nuevo, ¡qué bueno que está! Estuvimos en Costa Rica, en Brasil, Puerto Rico, Uruguay; nuestro plan para este año es ir a Hawaii o a Indonesia.»
¿Tenés algún ritual o alguna forma de inspirarte para preparar una producción de fotos?
La verdad es que no, me gustaría poder decirte de algún ritual, pero no (risas)… más que nada, una vez que está todo seteado, lo más importante es conectar con la/el modelo y laburar con todo el equipo, divertirnos y que haya buena onda, que si es así de seguro todo va a salir bien.
¿A quién o a qué fantaseás con fotografiar y todavía no lo hiciste?
A algunos actores de afuera me gustaría pero lamentablemente no estuve ni cerca aún, igual todo lo que deseé mucho se me fue cumpliendo así que quién te dice…
En muchas de tus fotos hay agua o vos estás surfeando. ¿Qué te provoca el mar? ¿Qué playas surfeaste? ¿Cuáles te quedan por surfear?
¡!!Amo el mar!!! más que nada cuando está caliente (risas), me metí con toda estos últimos dos años con tema surf y la verdad es que no veo la hora de que nos rajemos de nuevo, ¡qué bueno que está! Estuvimos en Costa Rica, en Brasil, Puerto Rico, Uruguay; nuestro plan para este año es ir a Hawaii o a Indonesia ¡ojalá lo podamos concretar!
«Cuando llegué a Nueva York, mi cuñado me regaló una cámara Nikomat del 70’ analógica y me gustó tanto que dejé casi de usar la digital; no te miento, en ese tiempo saqué alrededor de 150 rollos.»
Entre tus fotos no se ve que te hayas subido al movimiento «foodie» fotográfico. ¿Te interesa? ¿o no es para vos?
No, de esa paso, la verdad es que soy muy básica comiendo y bastante complicada, así que por el momento por mi instagram no se va a ver algo así (risas).
Muchas de tus producciones tienen una estética medio retro. ¿Qué es lo que te gusta de esa estética?
Cuando llegué a Nueva York, mi cuñado me regaló una cámara Nikomat del 70’ analógica y me gustó tanto que dejé casi de usar la digital; no te miento, en ese tiempo saqué alrededor de 150 rollos, no podía parar, la magia que tiene el rollo es única, creo que como experimenté eso cuando arranqué me quedó marcado en lo que es mi laburo.
Si tuvieras que hacer un road trip foteando, ¿qué lugares elegirías?
La ruta 66 sin dudarlo, otro viaje que tengo en mente: alquilar una buena motorhome y cruzar Estados Unidos de costa a costa sería tan tremendo… ¡que los fotones ya me los imagino!
«Soy bastante caprichosa. Igual creo que con el tiempo estoy un poco mejor, siempre un poco caprichosa voy a ser, pero cada vez un poco menos.»
En una foto nombrás a todas tus cámaras como «tus bebus». Me imagino que las amás a todas por igual, ¿o tenés preferencias?
(RISAS) Sí ¡mis bebus! me encanta tenerlas y usarlas a todas, lo bueno que tienen es que son re diferentes unas de otras, hay digitales, analógicas, de formato medio, polaroids, ¡lo lindas que son! ya compré una nueva y voy a seguir haciendo crecer la colección con el tiempo.
¿Qué te permite una cámara analógica que una digital no, y viceversa?
Y, la digital para laburar es lo mejor que hay, la inmediatez, poder ver en el momento, saber que no tiene límites, probar diferentes cosas, poder ir corrigiendo sobre la marcha, con la analógica capaz pensás un poco más la foto, la textura que tienen las fotos, la magia de no saber con qué te vas a encontrar hasta que revelás el negativo. Lo que trato de hacer siempre que puedo es combinar estos dos mundos, eso es lo mejor que hay.
En una nota dijiste que tu perra era caprichosa como vos ¿Cuáles son los caprichos de Coni?
¡Bastantes! (risas); igual creo que con el tiempo estoy un poco mejor, siempre un poco caprichosa voy a ser, pero cada vez un poco menos.