En el país de la carne, solía mirarse a los vegetarianos como extraterrestres. Los militantes de la “alimentación consciente” resistieron y triunfaron. Y parecen ser cada vez más. Como también son más las parejas y los grupos de amigos, o mismo las familias, en las que compartir orientaciones alimenticias diferentes, y hasta enfrentadas, termina siendo un problema, sobre todo cuando el plan es salir a comer afuera. Pero lo cierto es que hoy carnívoros y vegetarianos y hasta veganos pueden vivir en armonía, gracias a que en Buenos Aires hay cada vez más restaurantes con opciones para que ambos la pasen igual de bien, al mismo tiempo.
¡Que los postres siempre los encuentren unidos y, si hay amor, pegoteados!
Estos son los diez restaurantes «mixtos» (veggie-carnívoros) ideales:
Alta cocina latinoamericana a cargo del colombiano Santiago Macías, quien arrasó en el último Masticar con sus arepas. iLatina es el lugar perfecto para las parejas mixtas: el menú de siete pasos, carnívoro, tiene su equivalente vegetariano. La experiencia de una comida compartida se disfruta a full, aunque uno mastique más que el otro. La carta cambia semanalmente pero, a modo de ejemplo, esta semana los langostinos caramelizados con piña (ananá) picante e hinojo, se reemplazan por una provoleta en la misma preparación. Hay ceviche de pescado, y de hongos. La bondiola de cerdo en café y panela no encontró su par, pero se reemplazó por un exquisito risotto de remolacha y queso de cabra acompañado de naranja, chauchas y emulsión de palmitos. De postre, helado de aguacate (palta) y aguardiente.
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Alejandro Feraud se enamoró de la cocina francesa de niño y cumplió su sueño de estudiar en París. De regreso a Buenos Aires se instaló en el barrio de su infancia. Su restaurante combina el calor de hogar con la nueva cocina de mercado. Los vegetales son fresquísimos y orgánicos. Tiene buenas ensaladas (hojas verdes, remolachas asadas y queso de oveja, con vinagreta de higos en conservas), tartas (cebollas, gruyere y hongos crudos) y pastas increíbles (oricchieti con tomates asados, brócoli, burrata, alcaparras y olivas negras y linguinni caseros con hongos frescos y avellanas tostadas). Los carnívoros, tiene cuanto bicho gusten para elegir: calamaretis rellenos de morcilla, conejo a la cacerola, magret de pato y lomo de jabalí con escabeche de ajos. Los postres son un capítulo aparte, alto nivel.
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Este modesto local sobre la Avenida Scalabini Ortiz se convirtió en un boom instantáneo porque sirve la comida más original y exquisita, a un buen precio. Cocina Mariano Ramón, un alma inquieta que logró trabajar en cuanto restaurante se cruzara en su travesía por Asia. En cada lugar aprendió algo, y en general aprendió que existe un mundo de sensaciones, sin carne. Los vegetarianos felices. Todo viene en platitos para compartir. Las pakoras (buñuelos de acelga con chutney de zanahoria, siracha y raita) son un must. Otras joyas son la burrata con faina, berenjenas con harissa, granada y cebolla roja, el mbejú (una especie de panqueque paraguayo) de choclo, papa y provoleta ahumada con guayaba y espinaca. Para los carnívoros, curry de cordero con yogurt y chutney y codorniz marinada con leche de coco. Para tomar hay tés orgánicos y sidra. Andá muy temprano o con tiempo para esperar.
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Un noodle bar como en Tokio, con las paredes cubiertas de graffittis y vitrinas con muñequitos y largas barras para comer ramen. El ramen es una nutritiva sopa de fideos alcalinos –amasados en la casa- a la que se le suman distintos ingredientes, tiene aquí versiones veggie y carnívora. Sus dueños son una pareja mixta de otro tipo: argentino y norteamericana, que se instalaron en Buenos Aires con la cabeza abierta, o sea, respetando a ambos bandos. El Go Green Ramen viene en un caldo a base de cítricos, hongos shitake y soja y se sirve con brotes de soja, choclo, cilantro, huevo orgánico poché, morrón rojo, palta y pickle de hongo shitake. El Keep It Real Ramen tiene un caldo a base de huesos de cerdo (un manjar que lleva muchas horas de elaboración) servido con brotes de soja, cebolla de verdeo, huevo orgánico poché y puede elegir entre pollo campero en fetas
o pork belly braseado y desmenuzado. También hay Baos taiwaneses (unos pañuelitos con rellenos) con opciones mixtas.De postre, #FernetTheGreat, un sándwich helado versión adultos.
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Los vegetarianos no suelen limitarse a no comer carne, sino que en general cuidan la calidad de lo que consumen. Esta pizzería es de Maurizio de Rosa, de Nápoles, cuna de la pizza, y él toma su trabajo como una religión. Seleccionó minuciosamente a todos sus proveedores para tener la harina, el tomate y el queso que sus pizzas merecen. Hay varias opciones para los vegetarianos, desde la Regina, con tomates mendocinos pelados, queso pecorino, albahaca y bocconcini de mozzarella, hasta la jugada Palermitana, con ricotta, berenjenas, tomates y albahaca. Los comedores de animales, no pueden perderse la Puttanesca (o Dumas, ya que Alejandro Dumas, autor de Los Tres Mosqueteros, fue el primero en describirla): tiene tomate, anchoas, alcaparras y aceitunas negras y es la perdición. ¿Más contundente? La Vico, con tomantes cherry, caciocavallo, panceta y cebolla o la San Patrignano, con mortadela, parmesano y albahaca.
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Una escapada a comer rico por el día siempre es buen plan. Este exquisito galpón de campo, hecho enteramente con materiales reciclados y mucho buen gusto, tiene la bendición de la cocina de Patricia Courtois, a cargo además del bistró de la Alianza Francesa. Aquí prepara cocina de ancestros, caserísima y con refinados toque franceses. Los buñuelos de acelga con alioli son inevitables para ambos bandos. Otras especialidades vegetarianas son la provoleta con chutney de cebollas, los champignones rellenos, el arrollado soufflé de queso y verduras, y los ñoquis de ricota fresca. ¿La carne tira? Hay costillas de novillo en cocción lenta, bondiola braseada (con puré de batatas y ratatouille) y memorable pastel de cordero en costra de hojaldre. Para el postre, aprovechá la temporada de membrillos, cocinados en vino.
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Sirven platos de Vietnam, Indonesia, Tailandia y Filipinas donde los vegetales, los hongos y las hierbas, se lucen tanto como las carnes de cerdo y los mariscos. Los vegetarianos, pueden empezar con un salteado de hongos, chauchas, zanahorias, jengibre y papines (de Indonesia) y seguir con un Pad Thai -fideos de arroz típicos tailandeses- con curry rojo, salsa de tamarindo y tofu o un Pancit guisado con Tofu (fideos de batata con vegetales estilo filipino). Los carnívoros tienen una gran variedad de platos para elegir, desde calamares salteados con salsa de maní hasta láminas de ojo de bife salteado con salsa Teriyaki. Ideal para una cita romántica.
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¡Hamburguesas para todos! Hay de vaca, cordero y pollo pero también vegetariana y hasta vegana. Podés armarla a tu gusto eligiendo entre 7 tipos de quesos, y mil ingredientes, aderezos y guarniciones. Todo es orgánico. Las ensaladas también son buenísimas: la de peras, con endivias, radicchio, rúcula selvática, nueces, queso azul y la de quinoa con garbanzos, palta, tomates cherry, aderezo de cilantro y lima. Mirá masticar a los vegetarianos mientras te enchastrás con unos ribs de cerdo con barbacoa casera. Hay buenos tragos (top el Beet Martini, con vodka y jugo de remolacha y pomelo) y unas tortas increíbles, durante todo el día.
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De familia filipina y criada en New York, Christina Sunae fue una de las precursoras en Buenos Aires de los restaurantes a puertas cerradas. A pesar de su discreción, su cocina enamoró a los paladares más exigentes y hoy es un clásico instalado. Todas las semanas cambia la carta, un menú degustación de cuatro pasos, con variantes vegetarianas de todos los platos. El kinilaw filipino -una ensalada cítrica con pescado fresco, similar al ceviche- es reemplazada por una ensalada tailandesa de mandarina, menta, cilantro y repollo. El curry penang, de Malasia, puede ser de pollo pastoril o de calabaza y tofu. Lo único que no tiene reemplazo es el Pho, la potente sopa vietnamita, un manjar difícil de encontrar en otro rincón porteño. El helado de té verde, esta semana servido sobre un budín de mandioca y leche condensada, es memorable.
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Snacks, tapas y raciones dice el logo, y eso es exactamente lo que sirven. Tatu Rizzi es otro aventurero que recogió recetas en sus viajes por Asia y eso se refleja en sus platos. Además de tapas de todo tipo de carnes, hay una sección especialmente dedicada a los veggie. Las samosas de papa, repollo y chutney de tomate y las batatas especiadas con panko conviven con las albondiguitas con cilantro, jengibre y salsa de maní y los langostinos rebozados en panko con salsa de mango y jengibre. Tienen una súper buena selección de vinos y tragos en jarritas. Ideal para ir en grupo y picar la carta entera.
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fotos: gentileza restaurantes mencionados