
No son tantas cuadras. Apenas 12. Y sin embargo, le alcanzan a la empedrada Arévalo para dar cátedra de hacia dónde va la gastronomía porteña. En el medio del Palermo más gourmet, esta calle se vuelve el súmmum de esa tendencia, conjugando desembarcos de renombre como La Mar del célebre chef peruano Gastón Acurio (la apertura gastronómica más importante en la ciudad en lo que va del año) hasta exquisitos restaurantes de autor como Paraje Arévalo que fue elegido uno de los 50 mejores restaurantes de América Latina, además de otros con cocineros estrellas detrás como Cucina Paradiso de Donato de Santis, y bares hit, delis y hasta con espacio para una cervecería muy canchera elogiada en Europa. Por alguna razón, todo se junta, con perfecta destreza y ritmo, en esos 1200 metros que recorre Arévalo desde la avenida Córdoba hasta el viaducto Carranza. A continuación, entonces, un recorrido por los puntos más salientes de la nueva calle foodie de Buenos Aires.
«No son tantas cuadras. Apenas 12. Y sin embargo, le alcanzan a la empedrada Arévalo para dar cátedra de hacia dónde va la gastronomía porteña. En el medio del Palermo más gourmet, esta calle se vuelve el súmmum de esa tendencia…»
Se pidió, se especuló, se soñó. Y finalmente sucedió. Hace apenas algunas semanas, La Mar Cebichería, el restaurante del célebre chef peruano Gastón Acurio, abrió sus puertas en la esquina de Arévalo y Nicaragua (Arévalo 2024). Desde entonces, deleita a vecinos y no tanto con su propuesta de cocina peruana con foco en los pescados, bajo la que pueden probarse ceviches, tiraditos y anticuchos, además de sushi, hamburguesas de salmón y ravioles negros de salmón, entre otros platos más y menos típicos. Todo, por supuesto, sazonado por la mano de Acurio, que respeta a la perfección los gustos tradicionales pero a la vez encuentra lugar para su propio vuelo creativo. El moño de la experiencia lo provee el lugar: La Mar está emplazado en una casona de 1920 cuya antigua arquitectura convive con el diseño más moderno y elegante, y encuentra su pico en la bellísima terraza protegida por árboles centenarios.
Para el matrimonio de chefs que componen Matías Kyriazis y Estefanía Di Benedetto, la calle Arévalo parece ser su lugar en el mundo. Es que aquí, en el número 1502, abrieron hace varios años Paraje Arévalo, su restaurante insignia y con el que conquistaron el puesto 44 de los mejores 50 de Latinoamérica. Definido como “cocina de influencias”, en un espacio simple pero elegante ofrecen menúes degustación de 6 u 8 pasos, en los que alternan platos como paté de ave, huevos a baja temperatura (un clásico de Kyriazis), cordero en cocción lenta o mini gateaux de chocolate, todo con una técnica y un respeto por la materia prima que se hace notorio en su uso de pocos ingredientes por plato y fascinante presentación. Con su cocina abierta, nada mejor que pedirse un buen vino y espiar la preparación de lo que se eligió, cual obra de arte en proceso.
La primera sucursal del restaurante del carismático Donato de Santis también está sobre Arévalo, entre Cabrera y Gorriti (Arévalo 1538). Y al igual que la del Bajo Belgrano, aquí lo que se disfruta es el más puro espíritu de calidez italiana. Se lo percibe desde la ambientación, con aires de deli retro (y con productos inhallables en tiempos de restricciones a las importaciones que vale la pena mirar) y música a tono, y se lo termina de comprobar con sus platos, donde la estrella son las pastas pero también se llevan elogios las ensaladas fresquísimas, las carnes y pescados y, por supuesto, los postres, con el tiramisú a la cabeza. Si además tienen la suerte de que esté el propio Donato, el viaje es completo: bastan unos segundos de su charla para trasladarse a la mejor versión de Italia, esa del mangia che ti fa bene.
No tiene la fama ni los chefs de renombre de los otros mencionados en esta nota, pero Arevalito definitivamente merece su puesto en la lista más allá de su ubicación (Arévalo 1478). Sencillo y sin aires de grandeza, es un deli vegetariano con gran preocupación por hacer lo más sabrosa posible este tipo de cocina, con una creatividad y una frescura tal, que cambia su carta todos los días. Su propuesta puede deleitar con platos como pizza de cereal, risotto de calabaza, cheese cake de verduras o berenjenas rellenas, entre otras sorpresas (y delicias sanas y livianas) diarias. Sus panes caseros también valen la visita, posible durante todo el día. También emplazado en una casona, sin embargo por dentro no intimida, sino que invita a la alegría y el relax a puro color, empapelado y luces.
Si bien muchos de los restaurantes de esta lista abren sus puertas de noche, ningún otro que Frank’s (Arévalo 1445) lo hace con el fin de rockearla. Convertido en uno de los bares más convocantes y cancheros de la ciudad, este speakeasy superó hace rato el factor desafío de querer adivinar la contraseña para poder entrar y ya es visitado por su encanto intrínseco. ¿Cuál? Su opulenta ambientación con enormes arañas, terciopelo y muebles vintage, su capacidad para convocar a la gente más linda y chic de la ciudad y, por supuesto, su impecable barra (es de las mejores de Buenos Aires, con una coctelería clásica de alta calidad y todos ingredientes naturales), a cargo de los bartenders Nicolás Castro y Matías Granata. Su fuerte son los tragos, pero también hay tapas y finger food de sabores sofisticados a cargo del chef Ignacio García Lucero (ex Sucre).
Cuando mencionamos que Arévalo parecía ser el lugar en el mundo del matrimonio Kyriazis-Di Benedetto, no era chiste. Porque desde el 2012, otro de sus dominios en la zona es Casa Arévalo (Arévalo 2063), una suerte de redoble de apuesta tras Paraje. Ubicado detrás de lo que supo ser Local, otro de sus restaurantes en la línea de austeridad en diseño y gastronomía cuidada, aquí el concepto se sofistica, con ciclos de cocina con chefs invitados. Todo sucede en una genuina casa palermitana con patio con parral, ambientes amplios, área de parrilla y horno de barro. La idea fue generar un producto para un público selectivo, que busca propuestas lo más privadas posibles “en un lugar único, con cocineros prestigiosos y vinos de alta gama”, completa el dúo. Al igual que en Paraje, el menú es de pasos y el producto es el protagonista máximo.
Nombrado por el diario inglés The Guardian entre los 10 mejores bares de Buenos Aires, Cervecería Nacional (Arévalo 1588) también tiene su fuerte en la noche, pero vibra a un ritmo distinto que Frank’s. Es uno mucho más relajado, con clientes amantes de la cerveza en su versión más auténtica y artesanal, y que aquí encuentran alrededor de 100 variedades distintas de 30 marcas (solo de Argentina). Por dentro, el espacio es simple pero cómodo, con asientos en una barra y mesas dentro y fuera, todo envuelto por un ambiente que alterna entre la amistad más pura y el levante siempre a flor de piel. Para acompañar las distintas elecciones, hay opciones de picadas (los conocedores recomiendan las papas al romero), pizzas, cazuelas, empanadas y, por supuesto, no falta el maní. Datazo: hay happy hour de 18 a 20:30 hs.
Como para completar la idea del enamoramiento de Kyriazis y Di Benedetto con la calle Arévalo, hace muy poquito nació Barraco (Arévalo 2061), también de su autoría. Bajo el mismo concepto de cocina de autor, explota aún más la idea de exclusividad y solo brinda espacio para 10 comensales en un menú de 9 pasos “a la barra”. En esa exquisita intimidad, la casa y su cocina abierta ofrecen platos como carne curada con papas mostaza, humita de maíz, burrata casera o vieiras con leche de tigre. El menú cuesta $550 e incluye una copa de vino o espumante. Un detalle original y muy práctico: los sábados hacen trasnoche, y permiten reservar hasta la 1 am. Ideal para esa noche porteña que se despereza tarde y a las 11 recién está encarando el primer destino.