Restaurantes, bodegas y clubes nocturnos: la ciudad de Mendoza y sus alrededores ofrecen planes tanto para los que prefieren algo chill como para los que les gusta la joda.

Mendoza desde el mediodía hasta el amanecer: cinco coordenadas místicas que hacen enamorarnos cada vez más de la capital argentina del vino. Por Paula Bandera para MALEVA.
La fórmula dice que naturaleza y vino es igual a Mendoza, pero esa combinación tiene muchísimas variables y cuando el viaje se pone el traje de “escapadita” no hay margen para equivocaciones.
Por eso, en MALEVA hicimos un recorrido que va de pe a pa, del mediodía a la noche, pasando por el sunset y terminando a la madrugada. También tocamos diversos puntos del mapa mendocino, desde la ciudad y sus alrededores hasta Valle de Uco, una hora y media al suroeste.
¿El punto en común? Todos tienen la mística malevense necesaria para que un destino que siempre enamora, enamore todavía un poquito más.
1) Las Palapas / @laspalapas_

Si “lo que pasa en Las Vegas, queda en Las Vegas”, “lo que pasa en Las Palapas queda siempre en la memoria”. Es que este lugar, emplazado en el entorno montañoso del valle de Potrerillos, se mete por los poros y se instala en la parte del cerebro donde viven los buenos recuerdos.
Ubicado casi al pie del dique, y circundado por montañas y un viñedo, la luz natural reinventa el paisaje una y otra vez, como si se lo viera a través de un caleidoscopio que gira bien lento. Por eso, vale la pena llegar temprano, alrededor de las 18 hs, y disfrutarlo de principio a fin.
En Las Palapas cada detalle está pensado: desde la grabación con sonidos de la naturaleza que suena en los baños hasta el layout que permite transitar por el entorno de diferentes maneras. En plan más chill se puede caminar por los senderos que circundan el predio o tomar una copa de vino al pie del viñedo; si los sentidos exacerbados exigen mover el cuerpo, la pista es el destino.
La gastronomía también acompaña. El chef Diego Salvador diseñó una propuesta de raciones que se cocinan a la vista en los fuegos: sándwich de pastrami, cordero con yogur y menta, provoleta, entre otras opciones.
Con un promedio de 800 personas cada vez que abre, sorprende que el servicio ofrezca agilidad y que la coctelería esté a un nivel high-end.
Suena música electrónica, pero bien podría sonar chamamé o cumbia, porque la experiencia trasciende los géneros musicales.
Para disfrutarla al máximo es necesario seguir algunas recomendaciones. En primer lugar, el outfit; sí, los shorts, texanas, sombreros y ponchos no son solo un capricho fashionista: el suelo es de ripio y la temperatura baja muchísimo cuando cae el sol, por eso el calzado cómodo y el abrigo son mandatorios.
Para ingresar se necesita adquirir los tickets a través de su perfil de Instagram. Y último dato: queda a unos 70 kilómetros del centro de la ciudad, una distancia que se transita por una ruta bien mantenida y que sirve para asimilar todo lo vivido.
«Ubicado casi al pie del dique, y circundado por montañas y un viñedo, la luz natural de Las Palapas reinventa el paisaje una y otra vez, como si se lo viera a través de un caleidoscopio que gira bien lento».
2) Ruda Cocina / @ruda.cocina

Ruda abrió en noviembre de 2021 y enseguida se ganó un lugar destacado en la gastronomía mendocina. Un poco porque se vio favorecido por la algarabía de la post pandemia, pero sobre todo porque proponía algo diferente: almorzar en un entorno relajado, a la carta y a un precio amable. Hoy, cuatro años después, ese diferencial se mantiene vigente.
Se trata de un lugar especial al que se llega por un camino de ripio y algunas subidas, haciendo notar su emplazamiento en un desierto en altura, a 1.200 metros sobre el nivel del mar. El recorrido marca un calentamiento para lo que se viene al llegar al restaurante: una vista panorámica de la montaña, con sus quebradas y cañadones, en la que el verde árido se funde con el celeste del cielo.
Un paisaje que acaricia el alma necesitaba unos anfitriones a la altura, como el chef Gastón Trama y la sommelier Camila Cerezo Pawlak, al frente del proyecto. La cocina hace pie en la riqueza del producto local, con protagonismo de los vegetales, y en formato platitos, lo que viene como anillo al dedo en esos viajes de mesas grandes con amigos.
Para empezar, un clásico mendocino que acá sale en su versión perfecta: las tortitas, que vienen de a dos y nunca son suficientes. Entre los vegetales, el brócoli se alza como uno de los favoritos del público, sale con crema de castañas de cajú, pickles de limón y rabanito, quinoa crocante y sriracha casera. Para los carnívoros, el chipá relleno de bondiola es un must.
En una zona donde casi todos los restaurantes llevan la camiseta de una bodega, Ruda aprovecha su papel neutral y propone una carta de vinos que grita variedad; incluso presenta etiquetas de otros puntos del país, como San Juan o Buenos Aires.
Aprovechan esta neutralidad, además, para ofrecer una propuesta sin alcohol sólida, con un interesante desarrollo de kombuchas y algunos espumosos infusionados con botánicos.
Un banquete así merece un broche de oro, por eso ofrecen café de granos de especialidad preparados en prensa francesa.
«El recorrido de Ruda Cocina marca un calentamiento para lo que se viene al llegar al restaurante: una vista panorámica de la montaña, con sus quebradas y cañadones, en la que el verde árido se funde con el celeste del cielo».
3) Chica Granada / @chica.granada_
Chica Granada desmiente la creencia de que lo más cool siempre sucede en Buenos Aires, es que este club trae al país un concepto muy en boga en las discotecas más famosas del mundo: la no-photo policy, es decir la prohibición de sacar fotografías o filmar.
Hace años que sucede en Berlín, la capital mundial del techno, donde el mítico club Berghain impuso esa política, pero también se repite en otros lugares, como Londres o Ibiza. Los DJs también lo promueven: en una entrevista que se hizo viral, Solomun explicó por qué olvidarse del teléfono por un rato es una gran idea, e incluso en algunas presentaciones, como sucedió en Pachá, colocó en su cabina un cartel de “no phones”.
En Chica Granada no le colocan stickers a la cámara del celular, como pasa en el exterior, pero su uso solo se permite en dos sectores bien delimitados; en el resto del club el teléfono queda en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero.
El tamaño del lugar marca otro acierto, con una capacidad para 600 personas. Es lo suficientemente pequeño para que se sienta exclusivo y todo lo grande que se necesita para que no cunda el aburrimiento.
Como en todo club que se precie, la fidelidad del sonido no se negocia, por eso trajeron el sistema Funktion-One, el mismo que usan en clubes icónicos a nivel mundial, como Fold y Bassiani.
Muchos habitués llegan con la previa hecha en Charco Andino, el bar que se encuentra justo enfrente; eso sí, todos con entrada en mano, porque aquí solo ingresan los organizados que la sacan por Instagram vía mensaje directo.
«Chica Granada desmiente la creencia de que lo más cool siempre sucede en Buenos Aires».
4) Sitio La Estocada y Cal Restaurante / @cal_restaurante

El reconocido enólogo Matías Michelini tiene su lugar en el mundo: queda en Gualtallary, y lo bautizó “Sitio La Estocada”. Recorrerlo es una invitación a descubrir otra manera de vivir, adentrarse en un enfoque comprometido, sustentable y auténtico.
En 2019, Michelini y Cecilia Álvarez lograron comprar la tierra en la que querían asentarse; al poco tiempo llegó la pandemia, entonces pensaron que convocar a la familia era una buena idea, mandaron un chat al grupo e invitaron a los que estuvieran desocupados a plantar la finca. Unos días después, sobrinos, tíos, novias y novios estaban trabajando la tierra. Hoy, ese espíritu familiar persiste, ya que el restaurante y la bodega están atendidos por gente de la casa, como Daniela Ovejero Michelini –sommelier y sobrina de Matías–, y su marido, el chef Enzo González.
En Sitio La Estocada, las vides conviven con huertas, frutales y colmenas, y también cuentan con corrales, un invernadero, un secadero y, por supuesto, bodega. Una de las propuestas consiste en recorrer la finca y la bodega, antes de pasar a Cal, el restaurante.
El menú consta de siete pasos y se puede reservar con o sin maridaje y también con o sin visita. Como se autoabastecen –carnean a una vaca, por ejemplo, y les tiene que durar toda la temporada– solo pueden atender un máximo de veinte comensales a la semana.
Y para que quede claro que el vino desempeña un rol clave, tienen una cava que es un verdadero chiche: 250 etiquetas, entre vinos de la familia, del mundo y también de viticultores argentinos que trabajan bajo su misma filosofía.
«Recorrer Sitio La Estocada es una invitación a descubrir otra manera de vivir, adentrarse en un enfoque comprometido, sustentable y auténtico».
5) Andeluna / @bodegaandeluna
La golden hour resplandece aún más en Andeluna: esta bodega de Valle de Uco dispone de una de las visuales más lindas de la zona y propone disfrutarla copa en mano. El plan, al que bautizaron “Tardecitas”, es simple: consiste en llegar antes de que caiga la tarde, a eso de las 17:30 hs, sentarse en las mesas de la galería o en las que se emplazan al pie del viñedo, y dejar que el tiempo transcurra entre platos y vinos. Además, cuentan con lonas para tirarse sobre el césped y darle un toque aún más chill a la propuesta.
El menú continúa esa impronta relajada: productos conocidos y sabores simples. Arranca con una panera y sigue con un gazpacho de remolachas asadas. Después es momento de la tabla de quesos y embutidos, que también trae hummus y dulces regionales, por si todavía quedan los pancitos del primer paso.
«La golden hour resplandece aún más en Andeluna: esta bodega de Valle de Uco dispone de una de las visuales más lindas de la zona y propone disfrutarla copa en mano».
Cuando la temperatura baja unos grados, se agradece la llegada del paso caliente, las empanadas de carne. Y para finalizar un parfait de dulce de leche con ganache de chocolate amargo.
El vino se puede pedir por botella o copa. Queda claro que, al terminar la experiencia, el casillero cena queda tildado, ya que la comida es tan abundante que se trata más bien de un early dinner. Un plan ideal para regresar al hotel temprano y aprovechar el día siguiente al máximo.
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Las fotos son gentileza para prensa de los lugares mencionados.

