Lo mejor de enero es que trae doce meses fresquitos, llenos de tiempo, como un cuaderno en blanco

firesmile
Planificar, imaginar, proyectar, sentar cimientos / No me voy de vacaciones, me quedo a hacer eso

 
Soy de esas personas que tienden a hacer un balance que coincide con el final del año. Aunque conscientemente sepa que sólo cambia una fecha, un numerito –nada más que eso–, algo en mí cree profundamente en el tiempo cíclico más que en el tiempo lineal.  Puede que este hábito sea una reminiscencia de cuando vivíamos en contacto con la naturaleza, cosechando, ligados a las sequías y a las inundaciones, al frío y al calor… Después de todo, intrínsecamente somos los mismos, aunque alrededor todo haya cambiado.
Tal vez por eso en las últimas semanas del año, mientras muchos corren atareados buscando regalos o participando de reuniones sociales (que no sé por qué, pero en diciembre tienden a estresar), yo me dedico a revisar lo que conquisté en el ciclo que se cierra y a definir nuevos horizontes para el que comienza.
Generalmente lo hago por escrito. Me gusta ver las palabras que representan mis objetivos frente a mí. Las siento como un compromiso, como un desafío. Recibo con alegría lo que me trae enero: doce meses fresquitos, llenos de tiempo, como un cuaderno en blanco que se va a ir llenando con lo que yo construya más lo que vaya sucediendo. Ese es mi verdadero regalo de navidad: todo ese tiempo virgen, disponible para llenar como más me guste.

«Recibo con alegría lo que me trae enero: doce meses fresquitos, llenos de tiempo, como un cuaderno en blanco que se va a ir llenando con lo que yo construya más lo que vaya sucediendo. Ese es mi verdadero regalo de navidad: todo ese tiempo virgen, disponible para llenar como más me guste.»
 

Y por eso el verano es casi perfecto: como quien siembra pero antes precisa preparar el terreno,  durante los meses de calor establezco los cimientos de las realizaciones que se vienen. Planifico, imagino, construyo mentalmente todo lo que va a ir tomando forma de acciones concretas a lo largo del año.
No me gusta viajar en esta época: prefiero aprovechar la ciudad casi vacía y trabajar bastante, para viajar después, cuando todos estén en sumergidos en el frenesí devorador del calendario que avanza. En ese momento es más bienvenido un impasse. Ahora, para mí, es tiempo de construir.
Porque el año no empieza en marzo, sino que ya empezó. Y estamos avanzando con él, indefectiblemente, en la dirección que vamos creando. Es que el verano, junto con el calor, trae consigo el germen de infinitos proyectos. Y yo quiero estar acá para hacerlos realidad.
Foto: CC – Sun Smile