Diez aperturas que calientan el invierno porteño: desde una cantina de impronta latina hasta el club nocturno que volvió con gloria

Fuego, sabor y lugares que reconfortan/Desde un bodegón plant-based hasta una esquina legendaria de Núñez que no pierde su esencia fiestera/Una guía de nuevos espacios que invitan a quedarse/Cocina con raíces, diseño que enamora y personalidad propia en Palermo, Chacarita, Recoleta, Núñez, Villa Urquiza y hasta Las Lomitas.

La barra de Territorio Aura, en una bella casona de Palermo, cerquita del Boulevard Cerviño. 

Diez aperturas que calientan el invierno porteño: desde una cantina de impronta latina hasta el club nocturno que volvió con gloria. Por Fiamma Zampino para MALEVA.

El invierno en la ciudad tiene su encanto: el sol bajo de la tarde, los aromas que escapan de una cocina encendida, las ganas de meterse en un lugar lindo y quedarse más de la cuenta. Mientras los días se acortan, las aperturas crecen: restaurantes que reinventan lo cotidiano, cafés con alma de casa, cantinas con coctelería audaz y hasta pistas que vuelven a brillar con espíritu festivo. Desde Palermo hasta Las Lomitas, pasando por Chacarita, Recoleta, Villa Urquiza y Núñez, trazamos un mapa de diez nuevos espacios que hacen que valga la pena salir de casa (con bufanda y todo).

«El invierno en la Ciudad de Buenos Aires tiene su encanto: el sol bajo de la tarde, los aromas que escapan de una cocina encendida, las ganas de meterse en un lugar lindo y quedarse más de la cuenta. Mientras los días se acortan, las aperturas crecen…»

1) Gómez Dance House: la reinvención de la leyenda de Núñez con vinilos, noches donde siempre pasa algo y fines de semana con una pista que se prende en serio. / Arribeños 3091 – Núñez.


Donde antes latía Pollo Gómez, el entrañable bar de la noche «núñense», hoy se levanta su heredero renovado: Gómez Dance House. Una apuesta que reversiona la esencia festiva del original, pero suma variedad, agenda extendida y una identidad más marcada.

La propuesta es clara: que siempre pase algo. De martes a jueves, la escena puede ir del jazz en vivo al karaoke o a noches íntimas de piano. Los fines de semana, la pista se prende en serio con DJs curados con criterio, mientras la bola de boliche gira y el mood escala. Todo acompañado de platitos ricos y vinos para compartir, en ese equilibrio tan buscado entre la calidez de los reencuentros y la euforia de las primeras salidas. Un lugar para caer con amigos o encontrarlos ahí.

2) Territorio Aura: fuego, paisaje y cocina de autor en una casona de Palermo. / Lafinur 3286 – Palermo Zoo.

En una calle tranquila de Palermo, Territorio Aura transforma una casona en un viaje sensorial por los paisajes de Argentina. Agua, tierra y fuego definen su propuesta y organizan un recorrido en tres niveles, guiado por el chef Agustín Brañas – formado entre los fuegos de la Patagonia y los Alpes suizos -. La carta de autor se divide en dos tiempos: Agua, ya disponible en el primer piso, con pesca de temporada y vegetales agroecológicos; y Tierra, que llegará al segundo piso en invierno con carnes y sabores intensos.

Entre los imperdibles, se destacan el truchón ahumado con duraznos y mostaza, arroz amarillo con cúrcuma fresca, setas con demi-glace vegetal, chimichurri y cremoso de coliflor, y postres como la torta vasca con frutas en conserva o el budín de dulce de leche de búfala.

El proyecto – creado por el equipo detrás de Picarón junto a referentes como Ángel Valcárcel -, respeta el alma original de la casona con una intervención arquitectónica de Alejandro Brave. Cada nivel traduce un paisaje: un mural de Magui Trucco inspirado en ríos, ramas de los montes cordobeses, terciopelos, cava vidriada, un living privado y mesas fusionan arte, diseño y hospitalidad y hacen de este lugar una parada ineludible para atravesar el invierno con el corazón tibio (y el paladar feliz).

3) Presencia Recoleta: un refugio cosmopolita que rinde homenaje al barrio en el que está. / Montevideo 1789 – Recoleta.

Frente a la Nunciatura y a pasos del Palacio Duhau – Park Hyatt, Presencia se instala en el corazón de Recoleta como un espacio auténtico que celebra el barrio que enamoró a Nicolás Houweling, neerlandés con alma porteña. Enmarcado en un concepto gastronómico que ocupa más de 1.000 metros cuadrados y recibe hasta 92 comensales, este refugio cosmopolita combina diseño, servicio y cocina con calidez.

La carta – diseñada por el chef Rodrigo Da Costa -, propone platos familiares como la burrata con chutney de tomate y el vitel toné con salsa italiana que se sirve todo el año, mientras que creaciones como el steak tartare con emulsión de yema ahumada y tuile de parmesano se invitan a probar sin compromiso. En su salón, donde no rotan a los comensales y nadie siente apuro, se ofrece una copa de champagne con aceitunas para alargar la sobremesa y disfrutar sin prisas.

Más allá de la cocina, Nicolás pone el foco en el servicio, acompañando personalmente cada detalle y apostando por una brigada joven que fue formando durante los últimos dos años. Un equipo de talentos que se desarrolla puertas adentro y que da vida a una cocina hermosa, que también puede visitarse, porque acá todo se comparte, incluso el detrás de escena.

Como parte de esta experiencia pensada para sentirse en casa, desde el 27 de agosto, la hermana de Nicolás, Bente, estará al frente del café de la planta baja, sumando una propuesta pensada para el día, con aroma a café recién hecho, pastelería tentadora y el mismo espíritu de hospitalidad que define al lugar. Una nueva manera de habitar Recoleta, sin prisa y con presencia.

4) Amina: un rincón con alma de viaje, corazón mediterráneo y espíritu libre. / Manuela Pedraza 1741 – Núñez.

En una calle que cada vez se posiciona más fuerte con nuevas propuestas gastronómicas – – con vecinos como Fontana, Anti, Kalis o Mauer – , Amina se diferencia sin necesidad de gritar. No hay entradas ni principales. No hay fríos ni calientes, ni reglas que organicen la experiencia. En Amina, la propuesta es tan libre como honesta. Cada plato se arma por gramaje, permitiendo que cada comensal diseñe su comida a medida, sin etiquetas ni imposiciones. Todo está pensado para que te sientas como en el living de tu casa, pero mejor.

Amina nació después de un viaje – o varios -, y guarda algo de la vibra bohemia de Ibiza, los espacios de Copenhague y los recovecos que aparecen cuando la creatividad cocina con lo que hay. Los ingredientes son mediterráneos, las preparaciones coquetean con lo plant-based y los sabores abrazan lo clásico con ganas de reinventarse.

5) Kopi Origen: un ex convento y un horno encendido en donde todo vuelve al origen. / Gurruchaga 1042 – Villa Crespo.

Desde un primer localcito en La Plata hasta instalarse en un ex convento de Villa Crespo, la historia de Kopi siempre estuvo atravesada por lo mismo: el amor por el café, la pastelería hecha en casa y una calidez que se nota apenas entrás. Emiliano Castro arrancó con budines de su mamá y recetas sin vueltas; al tiempo se sumó Kate, y más tarde Rodrigo, para darle forma a los locales que ya conocés en distintos barrios. Siempre fieles a lo artesanal, a lo barrial, a esa idea de comunidad donde cada vecino tiene nombre.

Kopi Origen es su proyecto más ambicioso y también el más íntimo. Un espacio donde se cocina en vivo, se hornea para todos los locales, se organizan cenas, eventos y tardes largas en un patio que es un hallazgo. Pero también es el lugar donde todo vuelve a empezar: al origen del café que los unió como socios y pareja a Emiliano y Kate, al origen de la marca que creció sin perder su esencia y de los productos que se elaboran en el hogar porque si los otros Kopi eran casas de barrio, este es el hogar. Y sí, el flat white con pistacho —ese que marcó la diferencia desde el principio— también se sirve acá.

6) Barragán Cantina: un mole con cacao que te va a obsesionar (y otras razones para ir a este nuevo rincón camaleónico de Chacarita) / Roseti 177 – Chacarita.

Cuando abrió en Caballito, Barragán se presentó como la primera lonchería mexicana del país: una propuesta colorida y sin solemnidad, donde el café de especialidad se cruza con tacos, brunch fusión y pastelería con carácter, todo atravesado por una estética que homenajea al artista Luis Barragán. Rápidamente sumó una segunda parada en Palermo, pero es su llegada a Chacarita la que marca un nuevo capítulo.

En su tercera apertura, Barragán se duplica. Esta sede es camaleónica y suma una nueva dimensión: durante el día conserva su identidad original, pero al caer el sol se convierte en una cantina de impronta latinoamericana. La cocinera Valeria Erlich está al mando de un multiverso de sabores que incluye platos como guacamole ahumado al kamado con pico de gallo y tortillas de maíz fritas, tacos de bondiola con BBQ de piña y, el gran protagonista, un mole  – la salsa mexicana por excelencia, hecha con chiles, especias y cacao -, servido con arroz crispy, frijoles, platanitos pay y cilantro. Azulejos blancos, damero, luces tenues y detalles en cobalto arman el mood ideal para transicionar del flat white al vermut picosito.

¿El plan? Pasar por un brunch, volver por un cóctel picante y quedarse con ganas de más. Spoiler: se viene una cuarta apertura en Saavedra.

7) Revolver: espíritu joven, estética cuidada y café con sello propio, ahora también en zona sur / Colombres 385 – Lomas de Zamora.

Hace rato que el radar foodie dejó de concentrarse solo en la ciudad. Y Revolver – o RVR, como lo conocen sus fieles – lo entiende bien. Después de conquistar corazones (y paladares) desde su local insignia en Palermo, ese café escondido en una tienda de ropa que se volvió parada obligada para muchos, las hermanas Tolomei decidieron cruzar la General Paz y abrir una nueva sede en Lomas de Zamora.

La expansión fue pensada, sentida, no una jugada estratégica más. “Queríamos que cada paso tuviera sentido”, cuentan. Y se nota: este nuevo Revolver no es una copia del original, sino una evolución. Un espacio que respira la identidad de la marca pero dialoga con su entorno: madera, acero, cemento, texturas honestas que evocan aire libre, montaña, refugio. La estética acompaña una propuesta que sigue fiel a lo esencial: café de especialidad, cocina sabrosa y esa vibra cálida que invita a quedarse.

8) Conserva Lo Bueno: un rincón en Villa Urquiza donde cada plato guarda una historia (y una conserva) / Av. Donado 1957 – Villa Urquiza.

En Villa Urquiza, Conserva Lo Bueno invita a sentarse sin apuro y dejarse llevar por sabores que remiten a lo conocido, pero con una vuelta de tuerca. Cada plato está pensado como una cápsula del tiempo: una milanesa en pan con pickles caseros, un queso que se potencia con dulce de zapallo, almuerzos y cenas que traen ese gesto de lo familiar elevado por técnica y sensibilidad. El chef Iván Alsina (ex Casa Isla) y los socios Paolo Simonetti y Gero Klein le dan forma a un concepto en el que todo lo que se sirve – desde el pan hasta los postres – es hecho ahí mismo.

El espacio combina detalles cálidos y guiños modernos: una barra con azulejos rojos y blancos, frascos de conservas iluminados que trepan por una estantería, y mesas de madera que invitan a quedarse. Durante el día, el café de especialidad acompaña desayunos y almuerzos frescos; por la noche, el horno de barro entra en acción con pizzas y empanadas que condensan la identidad del lugar: sabor, memoria y la cuota justa de sorpresa.

9) Bonario: café de especialidad, cocina para compartir y un aire mediterráneo desde la mañana hasta la noche. / Avenida Congreso 5702 – Villa Urquiza.

Creado por un grupo de amigos con alma anfitriona, Bonario es de esos lugares que arrancan desde temprano y no paran. Abre todos los días desde las 9 am con café de especialidad  – desde el espresso más clásico hasta un flat white de autor -, brunchs tentadores con medialunas, bowls, huevos revueltos con sweet bacon y hasta affogato con helado para los que arrancan intensos. Y a medida que avanza el día, se transforma en una cantina moderna con platos para compartir y una cocina con impronta casera y guiños mediterráneos: boquerones con pickles, provoleta con mango, milanesa de bife de chorizo con tagliatelle, musaka de carne braseada o goulash de hongos con cremoso de papa.

También hay pastas caseras, risottos con personalidad (como el de hongos y queso azul con hinojos asados y peras) y postres clásicos con twist: flan de naranja, brownie con caramelo salado o torta vasca. ¿Para tomar? Mocktails frescos y cócteles originales como el Bonario Spritz o el Bona Vibra, más una cuidada selección de vinos por copa. Una apertura con sabor a ritual cotidiano, que invita a saborear el momento desde el primer café hasta el último brindis.

10) Somita: el nuevo salón de Soma donde la pasta casera emociona como una escena de cine italiano. / O’Higgins 3448 – Núñez.

Después de conquistar a los fanáticos de lo artesanal con Soma –la fábrica de pastas nacida en plena pandemia que se volvió un ícono del oficio y la calidad en Núñez–, Paul Feldstein (ex Lupa) y Shakira di Marzo abren Somita: el salón que expande esa misma alma casera pero con una vuelta más personal, más creativa. Un espacio cálido, con estética de casa familiar, donde se puede almorzar pasta recién hecha. Rellenos innovadores, menú estacional y una carta que privilegia ingredientes nobles y verduras son parte del nuevo ritual.

Somita es más que una apertura: es una evolución natural y una redoble de apuesta. Es el cuerpo de Soma amplificado, con la misma pasión por el producto pero ahora pensado como un encuentro. La tradición, el amor por las técnicas artesanales y esa memoria gustativa heredada –de la nonna, del Mercado Central, del hacer a pulmón– se sienten en cada plato. Pasta que se siente en el alma, como si fuese una escena dirigida por Ettore Scola.

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Fotos: son todas gentileza de los locales mencionados.