Quilmes más allá de las pintas: un recorrido con sabores catalanes, rincones japoneses y arte en una ex fábrica, que resignifica al «barrio cervecero» del Sur

En una nueva entrega de «Coolurbano» (el lado cool del conurbano bonaerense) MALEVA paseó por Quilmes/Seis coordenadas con nivel culinario, arte, moda, y hasta sabores japoneses que resignifican al “Barrio Cervecero”/No puede faltar: nuevos spots de vermut y café.

El restaurante del reconocido Sushiman Edgar Kuda abrirá en modo omakase una vez por mes.

Quilmes más allá de las pintas: un recorrido con sabores catalanes, rincones japoneses y arte en una ex fábrica, que resignifica al «barrio cervecero» del Sur. Por Muricio Vallese para MALEVA.

Quilmes es un mundo, como una encrucijada o un pequeño aleph que contiene todas las épocas de nuestro país; su origen nativo, un pasado señorial, la era de oro fabril y la mixtura actual.  En esta nueva entrega de «Coolurbano» – la serie de notas sobre el lado cool del Conurbano bonaerense – MALEVA acerca seis propuestas con onda que ponen a Quilmes en el radar.

1) Comedor Azcuénaga: socarrat, txipirones, cochinillo a la segoviana y otros sabores españoles en un espacio de solo 18 cubiertos./ Azcuénaga 1217.

Damian “el mono” Cicero es un chef reconocido por aportar tips y técnicas para hacer en casa desde la pantalla de Cocineros Argentinos. Junto a su mujer Cecilia crearon Comedor Azcuénaga, una experiencia íntima con solo 18 cubiertos donde el Mono cocina a la vista y en donde buscan “que cada uno viva su mundo en esta casa”. 

La cena comienza generalmente a las 9 y se disfruta a otro ritmo, lo que permite “una charla de sobremesa, quizás con la compañía de una botella de espumante, sin que se corte el clima hasta las 2 o 3 de la mañana”, amplía el Mono. Hay tres espacios: una barra de recepción donde la espera se matiza con un espumante o la posibilidad de armar tus propios tragos, el salón principal y un patio para fechas especiales donde los protagonistas son los fuegos de la parrilla y un kamado.

La carta refleja la personalidad del Mono, un mix de cocina catalana fruto de los 25 años que estuvo al frente del Casal de Cataluña, en San Telmo. El chef destaca el socarrat: “una paella muy rica que hoy está funcionando con tentáculos de pulpo y mucho marisco, una mezcla interesante”. Además prepara chuletones de carne madurada por 45 días. Claro que también están los platos que son su marca y no pueden faltar: los txipirones a la plancha, gambas al ajillo, setas a la parrilla y por supuesto el cochinillo asado a la segoviana. La apuesta del Mono es ofrecer al público de zona sur “gastronomía de vanguardia sin tener que desplazarse a la gran ciudad”. Es necesario reservar previamente a través de sus redes.

2) Vermutería el Negro del Río de la Plata: vermucito y tapeo con identidad argentina, el punto de encuentro para cortar la semana./ Lavalle 323.

Alrededor de la plaza Conesa surgieron cantidad de propuestas con un mix de estilos muy provocador. Avanzamos unos metros por la calle Lavalle y nos encontramos con un estreno vermutero en la zona. Su menú; una reversión de la gastronomía clásica porteña, nueva tendencia cuya marca es la vuelta a los orígenes con un twist moderno. La Vermutería se convirtió en un lugar ideal para cortar la semana, como previa o en plan chill. 

Se destacan la provoleta con chorizo en reducción de vermut, sus picadas portentosas, los calentitos, las empanadas que son un fuego y la estrella: el vermú de la casa servido en pingüino con el sifón de rigor. Tapeo con identidad argentina, que se traduce en movidas especiales donde hacen notables colabs con bodegones, panaderías y otros locales de la zona. Ya lograron crear comunidad, otra cualidad argentina. Además; son pet friendly.

3) Oki by Kuda: el rincón japonés en manos del reconocido sushiman (pronto: noches omakases mensuales)./ José de San Martín 312.

Bordeando la plaza nos vamos alejando del ruido y las luces y nos encontramos con el restó del conocido Sushiman Edgar Kuda que nos lleva por un recorrido a través de lugares y épocas. Rememoró sus inicios en Murasaki y Morizono (ambos must de los 90), su paso por el Gran Bar Danzón junto a Inés de los Santos y cómo logró forjar una identidad en Kuda Omakase un restó experimental, donde fueron “pioneros en madurar y estacionar pescado”.

Entre los numerosos proyectos que dirige, Oki destaca la tríada de sushi, baos y dumplings que se complementan con tiraditos y sandos. Para este año, el incansable sushiman prevé volver a la cocina experimental omakase una vez por mes en el verdadero sentido de la palabra japonesa -“lo dejo en tus manos” – donde el sushiman observa a la persona y elige en el momento la comida que le ofrecerá. 

Además, busca iniciar una serie de cursos de técnicas avanzadas para una nueva generación de sushimanes con muchas ganas de progresar. Edgar considera que “hacer algo bueno perdura, y si se replica es un orgullo y a la vez un desafío para buscar algo nuevo por donde seguir”.

4) Tino Café: creado por la influencer “comiendo con Barby” (su croissant Ice Tino, con mucho pistacho, es imperdible). / Alberdi 75.

Doblando la esquina por la calle Alberdi otro estreno; Tino Café, donde la influencer foodie Barbara Toledo cumplió el sueño de plasmar sus experiencias en su propio café de especialidad.

Barbara es un alma inquieta, vivió 10 años en Italia, a su regreso se desarrolló como Licenciada en Imagen mientras la cocina era solo un disfrute que compartía con su abuela. Un momento bisagra fue cuando salió a buscar su destino y lo encontró de la forma más casual: “cuando cumplo 30 me doy cuenta de que no estaba siendo feliz con la profesión que había elegido”. Es entonces que junto a un amigo se postulan para un working holiday en Australia pero a él le sale la visa y a Barbara no. En ese momento empezó con su canal de recomendaciones, “Comiendo con Barby«, con un estilo fresco y directo y un rango amplio de opciones, desde las más sofisticadas a otras estilo bodegón, lo que le permitió conseguir un público variado.

En octubre, mientras realizaba una reseña, le comentaron que había un local ideal para un café. “Fueron dos meses de estudiar cafeterías casi las 24 horas”, confiesa, hasta que logró dar con su propio estilo. Destaca el café que les provee Bunker Cafe, un tostador experto en la cercana Bernal, que trabaja con diversas variedades y orígenes. 

En Tino los infaltables son los croissants dulces como el “Ice Tino”, con helado y salsa de pistacho; el pan de pita y variedad de tostados y sándwiches salados. Dentro del universo del café tienen muchas opciones calientes y frías donde también juegan con la experimentación como en su “Espresso Tonic Tino” que lleva Hielo, tónica,un shot de espresso y almíbar casero de limón “hecho por la nonna”

5) Los Crocantes Social Club: ping pong, metegol y pizza a las brasas para 4 personas en el spot ideal para juntadas./ Alberdi 65.

Una pizzería a las brasas con mucha personalidad ubicada en un antiguo taller mecánico, así es Los Crocantes Social Club. Nos cuentan que su visión es recuperar el espíritu de amistad en torno a un lugar de encuentro.

“Los Croca”, como lo conocen en el barrio, impactan a primera vista y como los colores del club, te atrapan o no, pero cuando lo hacen, es imposible ignorarlos. Es el punto de encuentro entre amigos donde puede surgir un campeonato de ping pong, duelos de metegol, un torneo de ajedrez o simplemente debatir si el Camaro es un digno sucesor de las chevys o si el Mustang mantendrá la supremacía de ford en el nuevo turismo de carretera. 

En cuanto a la gastronomía destacan el cuidado por los toppings de sus pizzas usando siempre productos frescos. “Tenemos una variedad que llamamos Rally Patagónico, con mozzarella, portobellos y champiñones, tomate seco y rúcula”Una de las más pedidas es la “Moto Gp” con panceta, queso azul y rúcula.

Además de las pizzas se puede hacer un tapeo con cerveza tirada o aperitivos como Cynar, fernet o rondas de gintonics que abren el juego a las particulares empanadas fritas de los Croca, que son simples (apenas 3 variedades) y complejas al mismo tiempo. Como mencionan “nuestra empanada de hongos combina 2 especies secas Shiitake y De Árbol con dos frescas, portobellos y champiñones, cuidando sus respectivas cocciones, por encima a modo de toppings queso azul y tomate”. Otra particularidad es que las ofrecen en forma de capelettis XL. 

El espíritu de los Crocantes Social Club trata sobre compartir y crear comunidad por eso tienen la pizza tamaño taller donde pueden comer cuatro personas.

6) Usina Rhodia: una atrevida fusión de arte, indumentaria y gastronomía en un concepto industrial./ Primera Junta 525.

Ubicada en el predio reciclado de la ex fábrica de acetatos argentinos, en Usina Rhodia encontrás foodtrucks, patio de comidas, instalaciones artísticas, cuadros y muestras como la de Nicola Costantino, con diversas piezas que abordan la temática de la maternidad, utilizando materiales y técnicas mixtas. O la obra de Diego Bianchi, “Fin de fiesta”, que consta de elementos que alguna vez fueron funcionales – vidrios espejados, un carrito de metal y cartón -, resignificados en una instalación que nos enfrenta a la fragilidad y la dualidad de la propia existencia. Además, Usina Rodhia cuenta con un outlet de marcas como Wrangler, Lee, Canterbury,  Brooksfield, entre otras.

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Las fotos: son todas gentileza para prensa de los lugares mencionados.