«Me llena el corazón retratar a otros…»: entrevista a la artista Lola Erhart desde su muestra «Melodrama» en la galería Miranda Bosch de Buenos Aires

Como «figuración muy expresiva» describe su estilo/¿Por qué pinta personas?/Obras sobre la maternidad y el «tsunami» de los padres primerizos/Amistad y autorretratos/Además: el contacto con la naturaleza desde su taller en Patagonia y su «nostalgia» por el mundo más sencillo previo a Internet.

El taller de Lola se encuentra en Bariloche donde la conexión con la naturaleza asegura que lo cambió todo. 

«Me llena el corazón retratar a otros…»: entrevista a la artista Lola Erhart desde su muestra «Melodrama» en la galería Miranda Bosch de Buenos Aires. Por Candelaria Penido para MALEVA.

Una mujer mira por la ventana entre miles de juguetes desperdigados por el piso. Tiene la mirada perdida, la campera abierta, los pies descalzos. La luz de la tarde casi está empezando a menguar y ella estática en su silla no parecería percibir el paso del tiempo. ¿Descansa? ¿Se aleja? ¿Disfruta? Es una de las piezas que conforman Melodrama, la primera exposición de Lola Erhart en la Galería Miranda Bosch (hasta noviembre de 2024).

Cómo retrato de época, a la artista le interesa que su pintura relate eso que sucede en la vida coditidiana. “Ella va dejando referencias a esas cosas que la rodean” comentaba Clara Ríos, curadora de la muestra, mientras nos acompañaba en una recorrida exclusiva para MALEVA.

Para Lola el arte está vivo, la capacidad de cambio se esconde bajo su halo. Es una fiel creyente de la necesidad de alivianar el arte y la vida, intentar hacerlas más simples y cargarlas de instancias de disfrute. Con esa impronta – nos contó en una conversación con MALEVA -, se dedica a su pintura. Y por más de que en esta exposición el espectador se descubre dentro de situaciones congeladas, insertos como in media res dentro de momentos de gran intimidad, la artista logra aligerar el drama y acercarnos a un “sentimiento compartido” describía Ríos.

Melodrama… ¿vos le pusiste el nombre a la exposición o fue una propuesta de la galería?

Se lo puse yo. Surgió del cine. Cuando empecé a armar la muestra, quería generar eso que produce un recorrido cinematográfico. Cuando ves una peli atravesás distintas escenas y junto con los distintos personajes te provocan diferentes emociones y sensaciones. Al terminar el cuerpo de obra, me puse a pensar bajo qué género podría asentarse; y el melodrama me pareció el más cercano. Lleno de personajes que no sabés bien qué les pasa, pero son personas dentro de una vida que evocan emociones reales. Me gusta que las películas melodramáticas presentan un drama que a la vez es liviano.

La maternidad claramente es el eje alrededor del cual giran estas piezas. Y encuentro interesante, el hecho de que entre tantos cuadros solo haya dos pequeños en que retratás bebés, el foco está en la mujer. Siento que estas abordando la maternidad desde un lugar no tan obvio. ¿Usás tu pintura para desmentir o mostrar otras cosas no tan asociadas a ella?

Sí. A ver, la maternidad es una cosa brutal. Yo tengo dos hijos – una de 6 y uno de 2 -, y todavía la estoy entendiendo y canalizando: lo que significa y lo potente que es. Por más de que por suerte ahora se le está dando un poco más de lugar al tema, aún hay mucho por sacar a la luz. En esta serie me dediqué a retratar a amigos que acaban de convertirse en padres y están atravesando el tsunami que se les vino encima. Es una temática que me re interesa y voy a seguir laburando porque la tengo fresca. Todavía está el feeling a flor de piel y quiero vomitar esa data.

«El nombre de la muestra surgió del cine. Cuando empecé a armar la muestra, quería generar eso que produce un recorrido cinematográfico. Cuando ves una peli atravesás distintas escenas y junto con los distintos personajes te provocan diferentes emociones y sensaciones. Al terminar el cuerpo de obra, me puse a pensar bajo qué género podría asentarse; y el melodrama me pareció el más cercano…»

¿Cómo llegaste a retratar a tus amigos?

Me gusta pintar cuerpos y cuando vivía en Buenos Aires, contrataba modelos. Estuvo bueno, pero era un vínculo laboral. Cuando me vine a vivir a Bariloche eso cambió. Es un lugar más chiquito y no conseguía modelos. Me desconcertó al principio hasta que me animé a preguntarle a la primera amiga que me hice al llegar, si se animaba. Ella acaba de tener a su hija. Se copó. Fui a la casa, le saqué unas fotos donde tanto ella como su beba brillaban a la luz de un atardecer dorado sobre el cuarto y fue hermoso. A partir de ahí no paré.

¿Fotografiás siempre como parte del proceso?

Sí. Primero trabajo con fotos, voy a las casas de mis amigos, les saco un millón. Luego vuelvo al taller, las miro, proceso, y a veces pasan varios meses hasta encararme con el bastidor vacío y plasmar la obra.

¿Al ir a tomar las fotos, vas con una idea preconcebida de lo que estás buscando?

Sí, generalmente sí. Hace mucho que trabajo así, por ende tengo el ojo muy entrenado. Entonces no sé, tal vez estamos compartiendo una tarde y yo detecto que me encanta cómo entra la luz por la ventana a determinada hora y ya la guardo en mi cabeza alguna futura creación. Pensá que mi obra es un relato de la vida cotidiana, ya sea la mía o de los que me rodean.

«La maternidad es una cosa brutal. Yo tengo dos hijos – una de 6 y uno de 2 -, y todavía la estoy entendiendo y canalizando: lo que significa y lo potente que es. Por más de que por suerte ahora se le está dando un poco más de lugar al tema, aún hay mucho por sacar a la luz. En esta serie me dediqué a retratar a amigos que acaban de convertirse en padres y están atravesando el tsunami que se les vino encima…»

Ahora que también hablás del registro de tu vida cotidiana; ¿experimentaste con el autorretrato?

Cuando no tengo otro material, hago autorretratos. De hecho justo ahora estoy trabajando con uno, pero toda esa parte humana que sucede al retratar al otro, me llena el corazón. Mi trabajo hoy en día mutó de ser algo solitario a expandirme a nivel vincular y es algo que me encanta.

¿Por qué pintás cuerpos? ¿De dónde surge tu interés? ¿Siempre te llamó la atención?

No sé. Solo hice un cuadro abstracto en mi vida y no fluyó. Estaba perdida. Yo creo que la figuración me da un camino que me sirve tener. A partir de ahí puedo volar. Y me encantan las personas.

Volviendo a la exposición, algo que me llamó mucho la atención fueron las miradas de los personajes retratados. Miran hacia un lugar que a nosotros como espectadores nos queda vedado. ¿Esto fue una sensación mía o era algo que estabas buscando?

El tema de las miradas, cuando estás armando una expo es súper importante. Primero, porque genera cierto recorrido entre obra y obra. Pero particularmente en mi trabajo sí hay una búsqueda, tiene que ver con la presencia y actitud de la persona cuando la retrato. En ella, la actitud corporal queda inmortalizada. Lo que me interesa es generar un estado tranquilo para que el retratado pueda estar presente en su cuerpo. Cuando se da, siento que puedo ver el ser auténtico.

En el texto curatorial, Clara habla de un fetiche por los 90, y mientras se recorre la muestra se van descubriendo diferentes referencias hacia esa época. ¿Por qué? ¿Qué significa para vos?

Como te contaba recién, lo que en verdad hago es retratar a mis amigos como son y están. Y pasa que, por lo menos en mi grupo, descubrí que tenemos una nostalgia por la época en la que nos criamos. Todo era mucho más simple e inocente que ahora. Con la llegada de Internet todo se hizo más pesado y denso.

Ya sea en Melodrama, como en otros de tus trabajos, generalmente se luce el gran formato. ¿Por qué?

El proceso de la pintura para mi es medio performático. Me gusta involucrar al cuerpo y sus movimientos. De hecho, me cuestan mucho los formatos más chicos. Mi energía es muy expansiva y mi forma de pintar se adapta a eso.

¿Cómo definirías esa forma de pintar?

Una figuración muy expresiva. Se acerca al realismo pero no me interesa ser realista.

¿Y tu proceso creativo? ¿Cómo es?

Muy explosivo. Tal vez voy gestando la idea un tiempo en mi cabeza pero cuando agarro el bastidor es explosión. Avanzo muy rápido, no tengo mucho tiempo. La verdad es que estoy mucho con los chicos, entonces tal vez solo tengo 3 horas al día para mi pintura. Y eso me ayudó porque tengo que resolver rápido. Pero en cuanto al proceso en sí, primero saco la foto como te decía antes, luego dejo que descanse un poquito y después voy al bastidor. Hago un dibujo con carbonilla y paso al óleo con planos y brocha ancha. Mancho con pincelada grande y luego me voy arrimando hacia el detalle.

«Como te contaba recién, lo que en verdad hago es retratar a mis amigos como son y están. Y pasa que, por lo menos en mi grupo, descubrí que tenemos una nostalgia por la época en la que nos criamos. Todo era mucho más simple e inocente que ahora. Con la llegada de Internet todo se hizo más pesado y denso…»

Te mudaste hace cuatro años a Bariloche. ¿Sentís que el vivir alrededor la naturaleza ha afectado tu forma de pintar? ¿Tu sensibilidad?

Sí, afectó todo. Yo vivo más tranquila acá, puedo estar más presente y conectada con mis procesos. Me ayuda a tomar perspectiva.

soy medio ritualera: el ventilar, el palo santo, el mate, la música.

También pintás por encargos… ¿Cómo es ese universo?

Es difícil porque tenés que barajar lo que el cliente quiere y tu impronta. Es complejo pero me divierte y me da ha dado mucho trabajo.

¿Qué pasa si no funciona?

Es un bajón, pero puede pasar. Para mí, la pintura es algo que está vivo y eso que hoy te molesta, en un mes te encanta. Ese es mi principal argumento. El vínculo con la obra es anímico y cambiante.

Para cerrar, ¿cómo definirías a tu obra en pocas palabras?

Es honesta, íntima y sensual. Está además, atravesadas por el disfrute que para mí es fundamental.

///

Fotos: son todas gentileza para prensa de la galería Miranda Bosch.