400 discos, parlantes franceses, tragos y noches sin solemnidad: así es Gris Gris, el bar «de escucha» que se convirtió en un fenómeno en Buenos Aires

A poco más de dos años de su apertura, Gris Gris sigue siendo uno de los bares íconos de la escena porteña. Por su búsqueda musical, por su sonido Hi-Fi y por convertirse – ahora -, en precursor de los bares de escucha en Buenos Aires. Bruno y Angie, sus dueños, le cuentan a MALEVA cómo fue el recorrido de su bar, hasta el día de hoy.

Bruno Albano y Ángeles Zeballos, los creadores de un bar que es un antes y después en la noche porteña. 

Cuatroscientos discos, parlantes franceses, buenos tragos y noches cero solemnes: así es Gris Gris, el bar «de escucha» que se convirtió en un fenómeno en Buenos Aires. Por Camila Barreiro. Fotos: Alexis García Sánchez (Alesso) para MALEVA.

A poco más de dos años de su apertura, Gris Gris sigue siendo uno de los bares íconos de la escena porteña. Por su búsqueda musical, por su sonido Hi-Fi y por convertirse – ahora -, en precursor de los locales de escucha en la ciudad. Bruno y Angie, sus dueños, le cuentan a Maleva cómo fue el recorrido de su bar, hasta el día de hoy.

Para empezar a escribir esta nota busco a Dr. John, The Night Tripper y su disco “GRIS-Gris”. Mientras comienza a sonar “Gris-Gris Gumbo Ya Ya” releo la charla que tuve días atrás con Bruno Albano y Ángeles Zeballos, dueños del bar homónimo. Hay algo en las voces ceremoniales, los tonos rojos y el ritmo, que van conformando una idea. Una idea que en algún momento se transformó en un bar que, a su vez, transformó la escena nocturna y hoy trasciende su propio inicio. 

En mayo de 2022, Gris Gris (Cabrera 5918-Palermo) hizo lo que suele llamarse un soft opening. Prender las luces y preparar el primer servicio, sin demasiado aviso. Con la intención de probar. Dos días después, Lito Nebia presentó allí un disco. Reunieron más de noventa personas y empezó a palpitarse el espíritu de un bar (ese que tiene que ver con sus dueños, pero también es libre de tomar la forma de quienes eligen habitarlo).

«La iluminación baja, los tonos rojizos y el ambiente cálido; todo remite a esa mezcla del blues y el jazz, la psicodelia y la tranquilidad. “Acá hay más de 400 discos y compramos nuevos cada semana. Pero el bar trascendió a los discos. Si bien nunca pensamos en un listening bar solemne, lo abrimos porque queríamos ir a un lugar así”, le resume a MALEVA Angie Zeballos, co-fundadora de Gris Gris…»

“Pensamos que iba a ser más calmo, pero el lugar va encontrándose a sí mismo y el público lo va moldeando. Ahora que pasaron dos años, hay un concepto: gente que viene a comer y luego se queda adentro y afuera, parada, hablando, haciendo cola, gritando”, analiza Bruno, que es músico y formó parte de Banda de Turistas.

Gris-Gris nace en respuesta a la falta de un espacio enfocado a la música. “En Argentina, y Capital, hay un sector artístico muy grande que no tenía un lugar para juntarse y tomar algo en el que se sintieran cómodos. Yo, por ejemplo, prefería hacerlo en mi casa”, reconoce. 

Junto a su esposa Angie, le dieron forma a un local con puertas de vidrio en la calle Cabrera. Con la experiencia de su proyecto Atte. Pizzería Napolitana, y como diseñadora, el disco GRIS-Gris fue la inspiración en nombre, colores y sensaciones. La iluminación baja, los tonos rojizos y el ambiente cálido; todo remite a esa mezcla del blues y el jazz, la psicodelia y la tranquilidad. “Acá hay más de 400 discos y compramos nuevos cada semana. Pero el bar trascendió a los discos. Si bien nunca pensamos en un listening bar solemne, lo abrimos porque queríamos ir a un lugar así”, resume Angie.

«Será por el amuleto africano contra los demonios oscuros que invoca Dr. John, las vibras de New Orleans o el ritmo que emana el bar, pero con poco tiempo de abierto ya se empezó a hablar de él alrededor del mundo en el ámbito musical. No solo fue a disfrutar del sonido y el vino Beck, sino que Babasónicos lo eligió para disfrutar una noche después de un concierto y un DJ de San Francisco les escribió desde Estados Unidos para tocar…»

La carta de vinos, cócteles y comida acompaña muy bien a la propuesta maridando los sonidos. Nuevamente: la protagonista es la música, con su reproductor Hi.Fi de Indianapolis y parlantes franceses. 

Hay algo romántico en escuchar un álbum entero en este mundo instantáneo, donde tantos bares pasan playlist de Spotify. Quizás fuimos el primer bar en abrir y funcionar, pero me pone contento que abran otros. Así, se van generando lugares culturales de calidad que nos hacen mejores como sociedad”, dice Bruno sobre otros espacios que se suman a la escucha.

Cuando lo más importante es el sonido, se cuida hasta el último detalle de su curaduría. Por eso, la lista de musicalizadores y dj´s es acotada. “Lo que más suena acá es jazz, easy-listening (un estilo musical surgido en los ‘50 que evolucionó del swing), música ambiental, psicodelia de los ‘60, algunas bandas argentinas y mucho brasilero. Y lo más raro que tenemos acá es el primer disco de Los Beatles de edición nacional del año ‘63, era de mi mamá cuando tenía 13 años”, enseña Bruno sobre los tesoros que suenan en su bar. 

Será por el amuleto africano contra los demonios oscuros que invoca Dr. John, las vibras de New Orleans o el ritmo que emana el bar, pero con poco tiempo de abierto ya se empezó a hablar de él alrededor del mundo en el ámbito musical. No solo fue a disfrutar del sonido y el vino Beck, sino que Babasónicos lo eligió para disfrutar una noche después de un concierto y un DJ de San Francisco les escribió desde Estados Unidos para tocar.

«Gris Gris no busca emular el Jazz Kisa japonés, cuyos comensales se sientan a oir en silencio. Acá, se entiende que vas a probar un cóctel, charlar, conocer gente y disfrutar como hacemos los porteños; pero con un ritmo que acompañe de principio a fin…»

«Cuando yo abrí Atte, vino Anthony Falco y la prensa hizo un montón de notas y a él le tocó apoyarme un montón. No inventamos la pizza napolitana, ni los listening bars, pero hay que conocer la idiosincrasia del lugar y evaluar cosas que funcionen. Cosas que vos querés que estén, que te gusten, que quieran ir tu familia y amigos», recuerda Angie sobre el empujón que les dio el éxito de Atte. para animarse a apostar juntos por el bar de sus sueños. 

Con una pasión común: la música. Bruno y Angie le dieron vida a un bar de música al que los músicos quieren ir. Algo así como cuando dicen que si ves gente de una nacionalidad comiendo en un local de esa nacionalidad quiere decir que la comida es típica y buena. 

Gris Gris no busca emular el Jazz Kisa japonés, cuyos comensales se sientan a oir en silencio. Acá, se entiende que vas a probar un cóctel, charlar, conocer gente y disfrutar como hacemos los porteños; pero con un ritmo que acompañe de principio a fin. 

Suena «I walk on Guilded Splinters» y solo queda ir a buscar un nuevo disco que descubrir al bar.

Galería: 

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