«Mi obra puede estar en el Reina Sofía o en un puesto de choripanes»: charla con Marcos López por el barrio de San Telmo

El gran fotógrafo argentino recibió a MALEVA en su casa de San Telmo/Su «año sabático», el estilo poco hermético de su obra, su nueva pasión por el ping pong, su día a día en el barrio porteño y el «voyeurismo» en la fotografía.

Parte de la entrevista de MALEVA con el gran fotógrafo argentino transcurrió en las calles empedradas de San Telmo. 

«Mi obra puede estar en el Reina Sofía o en un puesto de choripanes»: charla con Marcos López por el barrio de San Telmo. Por Benjamín García. Fotos: Sophie Starzenski.

No sé si usaría la inteligencia artificial en la fotografía, sí la aprovecharía para escribir una carta que no tenga ganas de redactar”, reflexiona el artista y fotógrafo Marcos López, desde su pintoresca casa en el barrio de San Telmo en Buenos Aires, espacio que también funciona como taller creativo.

Marcos ni bien nos recibe aclara que está transitando una especie de año sabático. “Me está costando encontrar constancia en mi trabajo expresivo, ahora estoy pintando al óleo pero me cuesta sostener, me pongo a pintar y de repente corto y me voy a jugar al ping pong, estoy a full, no falto a ninguna clase, mi lupita de Instagram está repleta de personas jugando al ping pong, mi algoritmo está priorizando este tipo de contenidos por sobre cualquier otra cosa”.

«Marcos ni bien nos recibe aclara que está transitando una especie de año sabático. “Me está costando encontrar constancia en mi trabajo expresivo, ahora estoy pintando al óleo pero me cuesta sostener, me pongo a pintar y de repente corto y me voy a jugar al ping pong, estoy a full, no falto a ninguna clase, mi lupita de Instagram está repleta de personas jugando al ping pong, mi algoritmo está priorizando este tipo de contenidos por sobre cualquier otra cosa…»

¿Qué es lo que más te gusta del ping pong?

Me gusta que solo estoy concentrado en eso. En pegarle a la pelotita, en que entre, en que mi compañero no piense: “¿Para qué me habrá tocado con este tipo? ¡Es un desastre!”. Además, aunque no parezca, es un deporte en el que transpirás y te movés mucho, al otro día me duele todo.

En tu libro “Querido diario” hablas del yoga iyengar. ¿Seguís practicando?

Sí, practico hace muchos años, pero tampoco tengo constancia. Empiezo, dejo, empiezo, dejo. Lo importante del yoga es que quede cerca de tu casa, cruzarse la ciudad para practicar a mi criterio es contraproducente.

«Mi obra no es hermética y tiene una lectura literal. Tiene una llegada bastante amplia, algo que en general no pasa con el arte contemporáneo. Mi trabajo puede estar en una colección permanente en el Museo Reina Sofía de Madrid y también puede estar en un puesto de choripanes en Costanera Sur. Hace un tiempo, en una exposición en el CCK, un muchacho de seguridad me vino a felicitar por mi trabajo “es muy conmovedor lo que hace”, me dijo. Yo prefiero ese reconocimiento por sobre el del Ministro de Cultura…»

Si bien gran parte de la entrevista se produjo en dos sillones que el anfitrión tiene en su living/estudio, a medida que pasan los minutos, la charla se irá trasladando por distintos lugares. Ahí donde Marcos nos irá mostrando las obras que actualmente están en su casa, desde sus más clásicas como “Procenex (1996)”, a otras más cercanas en el tiempo como su primer óleo “Baño en Río de Janeiro (2022)” o las jarras de pingüinos que estuvo interviniendo y vendiendo durante la pandemia y que según él “le sirvieron para pagar algunas compras en el chino”.

También nos adelantó que está con la idea de publicar un libro que reúna gran parte de su obra fotográfica llamado “Color Local”. Pero también reflexionará sobre temas mundanos. Nos contará que casi todas las mañanas va a comprar el pan a Hierba Buena, restaurante orgánico de la hermosísima Avenida Caseros. Y que si tiene que elegir un bar del barrio se queda con El Hipopótamo, aunque el café no le convenza demasiado.

¿Cuáles son las joyas de San Telmo y por qué elegiste este barrio para vivir?

En los años ochenta vivía en Palermo, pero tenía una amiga que vivía en Estados Unidos y Piedras. Liliana Maresca, una artista muy importante que lamentablemente murió de Sida. Por esos tiempos la visitaba bastante, el barrio tenía cierto glamour y bohemia, características que actualmente ya casi no existen o mejor dicho, se fueron perdiendo. Ya no me gusta la idea romántica de caminar por el barrio. A yoga, que queda a ocho cuadras, voy en auto. Lo dejo en una playa de estacionamiento y me gasto cinco mil pesos, porque no me dan ganas de ir caminando. Hay veces que voy con un amigo al Parque Lezama, pero no más que eso. Creo que también el barrio se está degradando con las inversiones inmobiliarias. A veces pienso en venderla y comprarme una más chica y otra en el campo, pero la movida de mudarme me estresa.

¿Hay algún barrio porteño por el que te guste caminar?

No sé si es un barrio, pero me gusta caminar por la Reserva Ecológica. Me tomo un taxi o pido un auto por alguna aplicación y voy para allá. Voy los días de semana, porque los fines de semana hay mucha gente.

¿Por qué decís que te la has pasado husmeando vidas ajenas?

La fotografía tiene mucho de husmear vidas ajenas, hay mucho voyeurismo. Se sostiene en eso. Sobre todo en el trabajo que yo hago que tiene como eje estructural el retrato, aunque también he trabajado con paisajes urbanos. Siempre me interesó encontrar la complicidad con el retratado. Le pregunto si puedo fotografiarlo y si me autoriza inmediatamente armo una escena para fotografiar.

«También nos adelantó que está con la idea de publicar un libro que reúna gran parte de su obra fotográfica llamado “Color Local”. Pero también reflexionará sobre temas mundanos. Nos contará que casi todas las mañanas va a comprar el pan a Hierba Buena, restaurante orgánico de la hermosísima Avenida Caseros. Y que si tiene que elegir un bar del barrio se queda con El Hipopótamo, aunque el café no le convenza demasiado…»

¿Qué diferencia hay entre sacarle fotos a un actor y a un empleado de un lavadero de autos?

No hay mucha diferencia. Creo que el actor puede pecar de vicios profesionales, y eso va en contra de la foto. Por qué al actor le parece que tiene que hacer tal ángulo de cara o gesto. Yo dirijo de la misma manera aunque esté con un actor de mucha experiencia o con el verdulero de la esquina. Pero ahora me voy a contradecir con lo que dije. Hace algunos años tuve una experiencia muy interesante con una actríz que vino a Buenos Aires, Isabel Huppert. Me encargaron retratarla para una exposición: la mujer se sentó en donde le dije que se ponga, hizo un gesto y yo lo único que tuve que hacer es gatillar. Nunca me había pasado. Pero volviendo a lo anterior, a mí me gusta trabajar con gente común.

¿Por qué crees que tu obra es tan popular y puede ser comprendida por cualquier tipo de público?

Porque no es hermética y tiene una lectura literal. Tiene una llegada bastante amplia, algo que en general no pasa con el arte contemporáneo. Mi trabajo puede estar en una colección permanente en el Museo Reina Sofía de Madrid y también puede estar en un puesto de choripanes en Costanera Sur. Hace un tiempo, en una exposición en el CCK, un muchacho de seguridad me vino a felicitar por mi trabajo “es muy conmovedor lo que hace”, me dijo. Yo prefiero ese reconocimiento por sobre el del Ministro de Cultura.

Galería: 

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En MALEVA hacemos fotos y coberturas en video con nuestros equipos MOTOROLA (Edge 40 Neo, Moto G84 5G y Moto G54 5G).