Con una energía y curiosidad avasallantes, cómo piensa la joven enóloga de una de las bodegas referentes de Mendoza/¿Cómo ve la industria en Argentina? ¿Cómo se aprende en serio de vinos? El valor del error y la diversidad.
El mejor vino no es el más caro, sino el que le gusta a cada uno, le asegura Agustina Hanna a MALEVA.
«Si buscás la perfección, nunca vas a descubrir algo nuevo»: entrevista a Agustina Hanna, enóloga de la bodega Ruca Malen.
Hace falta observarla cinco minutos – tal vez menos, nunca más -, para comprobar que la enóloga Agustina Hanna encarna el cambio que la bodega Ruca Malen anunció con bombos y platillos. No es por sus treinta y pocos años, si fuera por eso alcanzaría con una foto y los cinco minutos sobrarían, es su manera de moverse, de reír, la naturalidad con la que saluda, la energía que transmite.
Estamos en la bodega – en Luján de Cuyo, Mendoza -, para la presentación del portfolio ante la prensa; es la primera vez que va a mostrar sus vinos, en los que trabajó tres años, y se percibe la adrenalina que siente, ella se libera y lo confiesa antes de que cualquiera le pregunte: está nerviosa y contenta, sí.
Llega el primer vino, la copa se llena de un Chardonnay vibrante y entonces todo cierra.
En general se piensa que el enólogo tiene un rol más bien técnico, el de hacer los vinos, pero también necesita contar con competencias en liderazgo, comunicación, etc. ¿la carrera te forma para eso?
La carrera es súper versátil, tenés que entender la química y lo sensorial para hacer los vinos, pero hoy en día, el rol del enólogo no es solamente hacer vinos, tenés que estar frente a tu equipo y liderarlo y también liderar otros equipos, como el de finca, el comercial. Mi figura tiene un rol clave que es conectar con las personas, conectar con el consumidor para comunicar los vinos. Estudié en la Universidad Maza y ahí nos daban Finanzas, Costos, algo de Recursos Humanos y después me formé yo, hice cursos de oratoria, de teatro, de idiomas. Algo que me atrapó de la carrera es que nunca te aburrís, te da contacto con la naturaleza, te abre las puertas a viajar, a conocer gente.
Y ya pudiste disfrutar todo eso, porque también tuviste experiencias en el exterior.
Sí, hice vendimia en España y Francia. Me abrió la cabeza porque uno conoce otras culturas, otros hábitos de consumo, ellos lo viven a nivel cultural, vos vas a esos países y defienden al vino como algo propio, los niños de 6 años, que por supuesto no beben, te hablan de su región, de sus vinos.
Y cuando vienen colegas tuyos acá…¿Sabés qué es lo que les llama la atención?
Sí, acá a Mendoza vienen muchos colegas europeos y de Estados Unidos y se sorprenden por el compañerismo que tenemos entre colegas, eso es algo muy poco común afuera; acá si no somos super amigos de un colega, al menos somos compañeros y compartimos conocimientos, ayudamos al otro si necesita insumos, hay muchísimas colaboración en el mundo del vino en Argentina y eso no se ve en otros lados.
«Si uno está siempre tratando la perfección y no te das margen de error, nunca vas a descubrir algo nuevo. Yo soy super curiosa, hago muchos ensayos, hacemos 80 al año y de cada uno tenemos un aprendizaje. Eso también es fascinante del mundo del vino, uno nunca termina de aprender: el clima, el viñedo, las personas…»
¿Y a nivel vinos cómo nos ves?
Argentina está mostrando una gran diversidad en variedades y estilos y también tiene una relación precio calidad en sus vinos tremenda. Hay que entender lo que cuesta hacer un vino, hay mucho trabajo manual, hay mucha gente detrás, tenés el riesgo del efecto del año, la tecnología, los insumos, mucho de artesanalidad.
¿Disfrutás más hacer blancos o tintos?
Me gusta hacer diversidad y creo que eso se ve reflejado en el portfolio. El blanco y el tinto tienen desafíos distintos, los blancos son los más sensibles al efecto añada, dependiendo cómo estuvo el clima, el blanco se va a expresar de una manera o de otra y es más difícil de guiar. Y los tintos tienen otro desafío, hay mucho del sentir no solo en el momento de la cosecha, como con todos los vinos, sino también en el momento de la extracción, durante la fermentación del tinto, tenés que estar día a día probando tanque por tanque, porque todos se comportan diferente, y entender de qué manera podes extraer lo que tiene la uva naturalmente para darte, pero yendo hacia la bebilidad y amabilidad, hay tanques que los degusto cinco veces al día con el equipo, te llevan ese trabajo y poner mucho foco en el detalle y en la memoria para ver cómo estaba la uva y a dónde podés llegar.
Leí en una entrevista en la que valorabas aprender del error, ¿Cómo es eso en el mundo del vino?
Quizás el clima no era el que esperabas, por ejemplo, y te sorprende para bien. Si uno está siempre tratando la perfección y no te das margen de error, nunca vas a descubrir algo nuevo. Yo soy super curiosa, hago muchos ensayos, hacemos 80 al año y de cada uno tenemos un aprendizaje. Eso también es fascinante del mundo del vino, uno nunca termina de aprender: el clima, el viñedo, las personas.
«Hoy estoy viviendo uno de mis sueños que es liderar un proyecto y hacer los vinos que realmente me gustan y con los que conecto; y a futuro me encantaría seguir recorriendo el mundo de la mano del vino, hay un montón de regiones a las que me gustaría viajar, y también, el día de mañana, me imagino teniendo un proyecto propio con mi familia, con mi pareja…»
¿Cómo vivís la época de vendimia?
Con mucha adrenalina, es un montaña rusa, tenés días que estás a full y la euforia te corre por las venas y otros en los que el cansancio te empieza a pesar, pero siempre con disfrute; uno espera todo el año a que llegue, lo que no haces en esos tres meses no lo vas a poder hacer hasta dentro de un año; mi novio también es enólogo entonces compartimos la misma experiencia, estamos los dos de guardia esos días, y cuando haces lo que te apasiona no es un sacrificio, al contrario, es algo que te da energía. Y siempre remarco la importancia del equipo humano, porque al final la bodega pasa a ser tu casa, el equipo pasa a ser tu familia, tenés que ser empático, siempre hay personas, es clave tener un buen clima de trabajo en la bodega porque el vino es energía y las personas somos energía y si no estás bien el vino lo refleja.
¿Vinculás las cosechas a cosas personales? Digo, ver la añada y acordarte qué te estaba pasando a nivel personal
Sí, claro, cada cosecha me dejó una marca, cada vendimia generás nuevas anécdotas.
¿Qué sueños te quedan por cumplir en el mundo del vino?
Hoy estoy viviendo uno de mis sueños que es liderar un proyecto y hacer los vinos que realmente me gustan y con los que conecto; y a futuro me encantaría seguir recorriendo el mundo de la mano del vino, hay un montón de regiones a las que me gustaría viajar, y también, el día de mañana, me imagino teniendo un proyecto propio con mi familia, con mi pareja.
Ustedes no hablan tanto del terroir, ponen más foco en la elaboración. ¿Cómo nació eso?
Esto fue una decisión de equipo, nació de escuchar mucho, de escuchar que nos decían nuestros conocidos, nuestros pares… la idea fue poner en valor todo el esfuerzo y todo el trabajo que hay de las personas en los vinos y poder generar cercanía desde cómo los elaboramos. Obviamente el terroir es la base, pero queríamos primero poner por delante cómo hacemos los vinos, el trabajo y la conexión que hay entre las personas y la naturaleza.
«No hablar tanto del terroir fue una decisión de equipo, nació de escuchar mucho, de escuchar que nos decían nuestros conocidos, nuestros pares… la idea fue poner en valor todo el esfuerzo y todo el trabajo que hay de las personas en los vinos y poder generar cercanía desde cómo los elaboramos. Obviamente el terroir es la base, pero queríamos primero poner por delante cómo hacemos los vinos…»
El vino, como todo, aumentó mucho en el último tiempo…¿Creés que eso puede ser una barrera al consumo?
Creo que Argentina, como dije antes, tiene una gran relación precio calidad y muy buena calidad en cada segmento de precios. Al crecer en precio, se crece en complejidad, pero ahí también depende del gusto de cada uno; probablemente, a alguien que recién ingresa en el mundo del vino, un vino con muchas capas aromáticas, con mucha madera, no le va a atraer tanto como un vino más frutado, más fresco. El mejor vino no es el más caro, es el que le gusta a cada uno, y lo bueno es que hoy Argentina te garantiza que consumas el vino que consumas, vas a tener excelente calidad.
Además del prejuicio de que el vino barato es malo, qué otro prejuicio te parece que todavía opera.
El de pensar que si no sabés de vinos, no podés tomar, cuando justamente es todo lo contrario, la única manera de aprender es tomando y tomando cosas distintas. Nuestro portfolio, justamente, se segmenta en capítulos para acompañar ese camino, por eso, tenés un Capítulo I, con vinos más amigables, que representan ese primer paso, donde buscamos variedades clásicas, con la máxima expresión de la fruta; un Capítulo II, que te empieza regalar diversidad, con variedades menos convencionales, con tintos ligeros; y el Capitulo III, donde elegimos una técnica específica para cada variedad y región. Pero el vino es eso, momentos y personas.
Uno cambia, el vino cambia…
Totalmente, el vino es energía y se expresa de formas distintas según el día; yo te puedo dar un vino cuando te ascendieron, y después te doy el mismo vino, el día que chocaste, y la primera vez, seguro te pareció más rico.