Ludovico Di Santo es muy poco creído. Es difícil entender que una de las caras más buscadas y elegidas por la televisión y la moda sea tan modesto. Pero tal vez esa modestia fue la que lo catapultó de su pueblo, Lincoln, a las pantallas de la gran mayoría de los argentinos, derribando luchas de egos e ideales de actor para jugar a ser un gay con escenas de amor muy realistas en “El tiempo no para”, un abogado lujurioso y endemoniado en “El Elegido”, un hombre oscuro y codicioso en “Sos mi hombre” y un mujeriego al extremo en “Viudas e Hijos del Rock and Roll” entre otros éxitos. A pesar de la humildad con que se describe y de no haber tenido tan presente la vocación de actuar en sus inicios por su amor a la radio, compone personajes con mucho poder de seducción, que muestran una gran seguridad. Evidentemente ese juego le divierte, y así, jugando con la misma velocidad y soltura con la que habla y con la que fluyó esta entrevista con MALEVA, se convirtió en un gran actor.
Me enteré que cuando eras chico viste un OVNI con tus papás. Me hace pensar que creés en los astros, o las energías.
Creo en una energía creadora.
¿Y cómo son los OVNIS?
Era algo así como un plato que iba lento por el cielo y se metía en una especie de bolsillo, se metía como en un telón. Vi tres o cuatro.
¿Cómo fue tu llegada a Buenos Aires? ¿Te sentiste cómodo desde el principio?
A mí Buenos Aires siempre me gustó, pero al principio me maltrató un rato. Los primeros meses me perdía, me tomaba los bondis para el otro lado. Encima el primer año viví en muchos lugares, por san Isidro, Chacharita, Barrio Norte, Palermo, Abasto. Ahora vivo por Palermo.
¿Sos de pasear por Palermo?
Sí, me gusta. Soy de pasear por el barrio. Me gusta mucho la calle así que voy a caminar con mi hijo, paseamos por ahí.
¿Tenés algún ritual que repitas sí o sí siempre?
Hago muchos, soy un poco metódico; elijo lugares a donde voy a tomar café, tengo tres o cuatro lugares donde voy siempre, tengo dos o tres lugares a donde voy a comer.
«Hacer de malo siempre es más divertido. En general nunca hice un personaje así bueno e inocente, malo tampoco tanto, pero sí con determinadas roscas, vicioso; puto drogadicto y malo son mis especialidades.»
¿Y adónde vas siempre a tomar café?
Hay uno que se llama In Boca al Luppo. Me gusta mucho el café de ahí. Después voy a Starbucks. Soy de Starbucks.
Y además del café, también te gusta mucho la radio, ¿no?
Sí, porque yo estudié comunicación social en la UBA, obviamente no la terminé ¡Es interminable! Empecé para estudiar radio pero al profesor lo vimos una vez en la primera clase y otra vez en la última y dije “¿qué estoy haciendo acá?”. Entré un poco en crisis y ahí empecé a estudiar teatro. Pero la radio es como una cuenta pendiente en mi vida.
Hasta que de repente te empezó a entusiasmar más el teatro…
Sí, empecé a estudiar teatro y dije “bueno, vamos por acá”. La pasé muy mal al principio, porque había que adaptarse a este trabajo, a darse cuenta que lo que uno estudió no es exactamente lo que quiere hacer. Las expectativas mías personales… Fue difícil, pero después estuvo bien. Me fui acomodando al oficio, a los personajes; igual es como una montaña rusa a veces. Uno va para un lado va para otro, sube baja, vuelve, no es algo estable. Hay veces que me encanta y estoy feliz y otras que me gusta menos, y bueno uno le da una vuelta para encontrarle el rollo, como todo en la vida.
¿Y qué te divierte más, hacer de malo o hacer de bueno?
Y, de malo siempre es más divertido. En general nunca hice un personaje así bueno e inocente, malo tampoco tanto, pero sí con determinadas roscas, vicioso; puto drogadicto y malo son mis especialidades.
Leí que te hubiera gustado actuar en Volver al futuro, ¿por qué?
Y, es que esas zapatillas eran increíbles y con esa patineta voladora… ¡no se necesita más nada! ¡ya está! Si tenés una patineta voladora y esas zapatillas que se abrochan solas, ¿qué más querés?
Si pudieras tener esa patineta voladora, ¿qué lugares te gustaría sobrevolar?
Arriba de las montañas, ¿no? Después bajamos con un poco de snowboard y seguimos. Sino haría toda la costa del Caribe; en este momento iría por todo el Caribe centroamericano, Jamaica, Bélice, todos los paraísos fiscales: esos lugares que la gente busca para dejar la plata (se ríe), yo los sobrevolaría.
«Si tuviera la patineta voladora de Volver al Futuro sobrevolaría las montañas ¿no? Después bajamos con un poco de snowboard y seguimos. Sino haría toda la costa del Caribe; en este momento iría por todo el Caribe centroamericano, Jamaica, Bélice, todos los paraísos fiscales: esos lugares que la gente busca para dejar la plata (risas), yo los sobrevolaría.»
¿Algún atardecer playero que te acuerdes que te haya encantado?
Fue en el Pacífico de México, en Puerto Escondido, con los pibes, metiéndonos todos al agua en el momento en que el sol besaba al mar, y las olas estaban que nos volvían locos, entonces empezamos a meternos todos ahí. Ese es un gran atardecer en mi vida.
Y después de la playa, ¿sobrevolarías algún rincón europeo en la patineta de Marty McFly?
Me iría a Berlín. Si pudiera volar en la patineta esa me iría a Berlin también.
¿Qué elegís para tomar?
Whisky. A mí me gusta mucho el whisky, cerveza no tomo casi nunca y al vino le pongo soda; con lo cual merezco la crucifixión, porque piden un buen vino tinto y yo agarro el sifón de soda y hago shhhh. Todos me miran y me dicen ¡ey! y yo les digo: “yo lo tomo así”.
¿Antes ibas a bailar seguido? ¿A qué fiestas te interesaba ir?
A las que estaban buenas. Fui a las tres primeras Creamfields, después ya no fui más. Yo ya tengo 37, y en la época en que iba yo… “en mi época, querida, era otra cosa” (risas).
¿Cómo es eso de que no te gusta como salís en las fotos?
En las fotos salgo pésimo.
Pero a todo el mundo le gusta cómo salís.
Vos estás hablando de fotos de campaña o alguna que otra producción en que he salido bien. Porque en las fotos de campaña hay buenos fotógrafos con buena luz, y te cuidan y yo soy muy hincha pelotas entonces termino gerenciando a todos y todos me cuidan y me quieren (se ríe). Pero después en las fotos familiares soy un desastre, y en las fotos que te hacen para notas, de verdad que soy un desastre, salgo con papada, con los ojos rojos, todo deforme. ¡Salgo mal! De verdad que salgo mal. Es una realidad.
O sea vos te mirás al espejo y te gusta lo que ves, pero después en las fotos no.
No sé si me gusta lo que veo, ya estoy acostumbrado a ver eso; igual ahora no estoy tan acostumbrado porque me estoy volviendo demasiado viejo. Es como que no coincide lo que veo con lo que yo siento en este momento de la vida. Estoy lleno de canas ¿entendés?
Entiendo, te choca lo que ves. Pero en todas las notas y en todos lados se habla de vos como un “galán” ¿Qué te genera encontrarte con eso?
Qué sé yo, es como un título que te ponen que va más allá de mí, y a pesar de mí. Lo que yo podría hacer sería engordar cuarenta kilos y me lo dejan de decir; pero tampoco lo voy a hacer.
«No sé si me gusta lo que veo en el espejo pero ya estoy acostumbrado a ver eso; igual ahora no estoy tan acostumbrado porque me estoy volviendo demasiado viejo. Es como que no coincide lo que veo con lo que yo siento en este momento de la vida. Estoy lleno de canas ¿entendés?»
¿Sos de esas personas que aman la comida, que piensan en comida?
Sí. Menos mondongo como todo. Absolutamente. Como todo. Igual me cuido en la comida, entonces un poco sufro. La comida mexicana me encanta. La comida peruana me encanta. El ceviche me vuelve loco. Pero también me encanta la pizza y el asado.
¿Y en qué lugar del mundo te comerías una pizza ahora?
Me gustaría irme a Roma a comer una pizza con mi amigo Mariano Sapetti, que nos conocemos desde que nacimos. Es un viaje que nos debemos.
Siguiendo con Volver al Futuro, ¿a qué década viajarías para vestirte?
Y, todas están buenas, porque por ejemplo los ’70 están buenísimos porque todo era muy hippie, y tenía toda esa onda de colores y batik; los ’60 eran como todo medio Mad Men, así de trajes, ¿no? Así como muy macho, bien masculino, los pantalones y las camisas así. Y después en los ’80, la cosa más pop, después los ’90, que a mí me gustan porque yo los curtí. Tienen esa cosa más grunge, y las cosas rotas, las camisas escocesas. No sé si tengo una que me guste más.
¿Qué tal te caen los domingos?
Ahora cambiaron. Porque antes me pegaban mal, y desde que laburo mucho los domingos me encantan para poder descansar, hacer fiaca en la casa. Y bueno, después vienen los lunes, que siempre son lunes, ¿viste? Uno se tiene que ir adaptando de a poquito; el martes ya es mejor. Al revés que la canción: “Solamente muero los domingos, y los lunes ya me siento bien”. No es así. Es al revés.
Sí, eso es rarísimo, solo a él le pasó.
¡Solo a él le pasó! Él porque no laburaba, es rockero. Venía del rock del domingo.