Vinitos que son vinazos: Nodo, una nueva etiqueta (y un equipo apasionado detrás) que propone vinos «puros y de un lugar»

Presentaron su primer vino en sociedad – un malbec de Gualtallary -, en noviembre de 2021/Un vino fluido que conserva algo salvaje sin perder la elegancia/Entrevista a Guile Carnevali, sommelier reconocido y uno de los creadores de esta nueva apuesta en la escena del vino argentino/25 mil botellas, pura pasión y un inminente blend como novedad.

Guile Carnevali, sommelier que pasó por algunos de los restaurantes más emblemáticos de los últimos años, detrás de Nodo. 

Vinitos que son vinazos: Nodo – una nueva etiqueta (y un equipo apasionado detrás) – en búsqueda de vinos «puros y de un lugar». Por Paula Bandera. Fotos: Kala Moreno Parra.

La historia profesional de Guile Carnevali es de esas que se escriben a fuerza de mérito y esfuerzo, el ejemplo tranquilizador de que cuando las cosas se hacen bien el reconocimiento toca la puerta.

Llegó al mundo profesional del vino gracias a otra carrera: hotelería. La inocencia adolescente le hacía creer que iba a viajar por el mundo, pero al poco tiempo se dio cuenta de que esa formación lo acercaba más a las planillas de Excel que a los aviones.
Tampoco esperaba hacer pasantías en restaurantes y esa fue la llave a su próximo destino.

“Empecé a trabajar en 2004, con 19 años, en un restaurante de cocina peruana en Palermo, ahí entendí que me encantaba la gastronomía, pero, al mismo tiempo, miraba adentro de la cocina y no me sentía identificado, entonces le conté al dueño del restaurante lo que me pasaba y él me dijo que estaba surgiendo la carrera de sommelier en CAVE (centro argentino de vinos y espirituosas)”.

El resto es final feliz, se anotó y formó parte de la primera camada de egresados. En esa época los sommeliers argentinos se contaban con los dedos, eran bichos raros en la gastronomía; enseguida Aldo Graziani lo convocó para trabajar en Casa Cruz, un restaurante que marcó el inicio del nuevo lujo porteño y dejó huellas en toda la generación que hoy tiene entre 40 y 50 años.

Casa Cruz fue un antes y un después en la gastronomía porteña, era de mucho lujo y al mismo tiempo muy descontracturado, hacíamos 200 cubiertos por noche, en ese momento el trabajo gastronómico era diferente, la cocina cerraba a la 1 de la mañana, yo vivía lejos y llegaba a mi casa a las 5, 6 de la mañana… trabajé cinco años ahí, primero como asistente de Aldo, después él se fue al Hotel Faena y yo quedé como el encargado y head sommelier”.

Guile también estuvo unos meses en el Faena cuando recibió el llamado que esperaba: Germán Martitegui le propuso ser el sommelier de Tegui, un restaurante que estaba próximo a abrir.

“El proyecto de Tegui venía resonando desde hacía unos años y se sabía que iba a ser el mejor restaurante de la Argentina, le dije a Germán que era obvio que aceptaba porque no iba a dejar pasar esa oportunidad, pero que solo me comprometía a trabajar durante un año porque quería dejar la noche por un tiempo, era joven y me estaba perdiendo mucha vida social”.

«Para hacer un vino en una bodega tradicional necesitás inversiones millonarias y esperar unos diez años. Nosotros podemos hacerlo porque no vivimos de esto, es pura pasión, y todo lo que ganamos con la primera añada, por ejemplo, lo reinvertimos en la segunda y mejoramos corchos, cajas y duplicamos la producción, que hoy está en 25 mil botellas…»

¿Y qué pensabas hacer después de que se cumpliera ese plazo?

No tenía plan B hasta que surgió dedicarme a la comercialización de vinos; en ese entonces estaban las grandes bodegas y las grandes distribuidoras, pero los vendedores no eran sommeliers, entonces vendían vinos como podían vender autos o copas, no tenían la fineza comercial, mi objetivo fue general algo innovador, profesionalizar la comercialización de vinos.

Apuntando más bien a bodegas pequeñas.

Sí, nos especializamos en la comercialización, el desarrollo y el posicionamiento de las bodegas que son chicas y no tienen departamento de comunicación o de marketing, todo lo hacemos nosotros abriendo vino, charlando con la gente, mostrando los productos. Ni bien tuve la idea de abrir la distribuidora, me metí en la página de Bodegas de Argentina y a cada bodega a la que no conocía, le mandaba un mail contándole mi idea, así conocí a Atamisque, mi primer cliente, ellos nacieron conmigo y yo con ellos, les vendí su primer vino, me acompañaron desde entonces y hoy son mi familia, es mi casa.

¿Y cómo nació Nodo?

Un poco porque nosotros trabajamos con las bodegas mano a mano, tenemos el contacto de lo que pasa en el mercado, algo que ellas no tienen porque están en su laburo, que es producir vino, con esta forma de trabajo nosotros les leemos el mercado futuro, les proponemos hacer determinada cosa porque es por donde viene la movida, desde el concepto de etiqueta, imagen, nombre y hasta el estilo de vinos, pero lo que me venía pasando es que nunca había hecho mi vino de punta a punta, yo generaba el vino transmitiendo ideas, pero no estaba en la producción y surgió la pregunta de por qué no, de crearlo sin ninguna urgencia, para seguir aprendiendo.

La periodista Paula Bandera durante la entrevista para MALEVA junto a Guile Carnevali.

«No me sumo mucho a la tendencia de los vinos naturales, el vino está intervenido por la mano del hombre desde siempre, si no estuviese intervenido sería un vinagre, yo lo que busco son vinos puros, por eso la bajada de Nodo es “vinos de un lugar”, que quizás hoy está un poco trillado, pero buscamos eso…»

Al trabajar con productores de diferentes zonas y conocer de primera mano las fincas, Guile y su socio llevaron un poco más lejos la idea de tener un vino propio, la redoblaron eligiendo la uva de Finca Ambrosia, clientes de su distribuidora.
“Pudimos hacerlo porque ya nos conocíamos y para ellos también fue un lindo desafío porque pudieron mostrar al mercado otro perfil de vinos que pueden hacer desde su fincas”, cuenta Guile.

Así, el 20 de julio de 2021, se presentó en sociedad el primer integrante de Nodo, un Malbec de Gualtallary que expresa a la perfección el carácter de esa zona. Un vino fluido, fresco, que conserva esa identidad algo salvaje sin perder elegancia.

Antes comentabas que ustedes están muy al corriente de lo que pide hoy el mercado, ¿fue complicado que no se desdibujara esa línea entre lo que ustedes buscaban y lo que quería la gente?

Al contrario, me nutro de lo que pide la gente, fue un pilar para Nodo, tomamos todo ese expertise y lo usamos para crear nuestros vinos.

Vos ya conocías todo el proceso de elaboración de un vino, ¿aprendiste algo igualmente?

Sí, te doy un ejemplo nada más, hicimos los cortes allá en bodega y quedé chocho, al mes me lo mandan y le digo a Mati Macías, el enólogo, “esto no es lo que nosotros hicimos” y, bueno, es que el vino evoluciona, uno tiene que ver desde el momento en que cosecha que vino va a dar realmente, escuchás a los enólogos y ellos ya saben eso; Mati nos guió, pero también nos dejó fluir.

¿Y esos vinos salieron a la venta?

En realidad, habíamos hecho una prueba antes de la pandemia y después ya sabemos qué pasó. Podríamos haberlo lanzado en pandemia, pero preferí esperar, no teníamos inversores presionándonos, así que nos tomamos todo ese año para perfeccionar las etiquetas, el logo, etc.

¿Es rentable tener una marca de vinos?

Para hacer un vino en una bodega tradicional necesitás inversiones millonarias y esperar unos diez años. Nosotros podemos hacerlo porque no vivimos de esto, es pura pasión, y todo lo que ganamos con la primera añada, por ejemplo, lo reinvertimos en la segunda y mejoramos corchos, cajas y duplicamos la producción, que hoy está en 25 mil botellas.

«El próximo vino es un blend de nuestras tres variedades tintas: Malbec, Cabernet Franc y Pinot Noir. Y a futuro sueño con trabajar con otros productores que amo, con quienes tengo relación y podría decirles de hacer un vino en conjunto…»

¿Qué planes tienen a futuro?

El próximo vino es un blend de nuestras tres variedades tintas: Malbec, Cabernet Franc y Pinot Noir. Y a futuro sueño con trabajar con otros productores que amo, con quienes tengo relación y podría decirles de hacer un vino en conjunto.

Por último, las ilustraciones de las etiquetas de Nodo se relacionan con la cosmovisión andina, que tiene una relación sagrada con la naturaleza, ¿por qué no hiciste un vino natural o de baja intervención?

No me sumo mucho a esa tendencia, el vino está intervenido por la mano del hombre desde siempre, si no estuviese intervenido sería un vinagre, yo lo que busco son vinos puros, por eso la bajada de Nodo es “vinos de un lugar”, que quizás hoy está un poco trillado, pero buscamos eso.

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En MALEVA hacemos fotos y videos para nuestras coberturas y notas con los equipos de MOTOROLA Edge 30, Moto g200 5G, Moto g52 y moto g41.