En barco hacia una tierra de viñedos: una tarde en Cerros de San Juan, mítica bodega uruguaya.

Cuando no hace falta irse hasta Mendoza: cruzamos el charco para disfrutar del sorprendente polo enológico de Colonia del Sacramento/¿Cómo es una de las bodegas más antiguas de Sudamérica?/Un almuerzo de campo, un montón de variedades de buen vino para brindar y el encanto del paisaje oriental/¿Cuál es la similitud clave con Bordeaux?/¿Se viene una nueva ruta del vino?

Una locura: los primeros viñedos fueron plantados en Cerros de San Juan hace 170 años. 

En barco hacia una tierra de viñedos: una tarde en Cerros de San Juan, mítica bodega uruguaya. Por Azul Zorraquin (texto y fotos, desde Colonia del Sacramento).

Cruzamos el charco, empapados de viento sobre la cubierta de un Colonia Express, para dirigirnos al relanzamiento de la bodega más antigua de Sudamérica y la primera uruguaya, Cerros de San Juan. Si bien la visita fue per sé una excusa perfecta, el proyecto más ambicioso y a largo plazo es desarrollar una ruta del vino que vaya desde Colonia hasta Carmelo.

La aventura comenzó al alba, nos dirigimos a Puerto Madero con la ilusión de atravesar los sesenta kilómetros de agua dulce, y desembarcar en un viñedo histórico. Muchos porteños ignoran que la vid crece, y se luce con vinos geniales, a nada de Buenos Aires, pero en la orilla oriental. Sí, no hace falta irse hasta Mendoza.

«La aventura comenzó al alba, nos dirigimos a Puerto Madero con la ilusión de atravesar los sesenta kilómetros de agua dulce, y desembarcar en un viñedo histórico. Muchos porteños ignoran que la vid crece, y se luce con vinos geniales, a nada de Buenos Aires, pero en la orilla oriental. Sí, no hace falta irse hasta Mendoza…»

La primera parada, una vez en tierra firme, fue la Finca Sacramento, donde nos ofrecieron un desayuno que incluía café, budín, “cupcakes”, sándwiches de jamón y queso, medialunas y otras delicatessens. Caminamos por el viñedo, bajo el ala de Miguel Burundarena, pata fundamental en las finanzas de la bodega, y un ferviente apasionado del vino; nos contó que esta uva tiene una fuerte influencia de agua de río, por su proximidad.

Seguimos viaje. Cerca del mediodía, llegamos a la Bodega mítica Cerros de San Juan, donde nos dieron la bienvenida con empanadas caseras y vino. Hablaron figuras relevantes y protagonistas del relanzamiento, como Martín de Freitas, Director de Turismo de la Intendencia de Colonia, quien contó: “Estamos en la tierra del pan y del vino, tan sólo a diez minutos de Colonia, a una hora y una ducha de nuestro país hermano, y a tan sólo dos horas de Montevideo. Es un lugar estratégico, y para nosotros es un hito y un orgullo recibirlos”.

«En 1872 llegaron, procedentes de Francia, toneles de roble que fueron albergados en una nueva bodega construida en piedra en la cual se crían hasta hoy los vinos producidos por Los Cerros de San Juan”. Hoy, las uvas tintas que se producen son Cabernet Sauvignon, Merlot, Tannat, Tempranillo, Pinot Noir, mientras que las blancas son Riesling, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Gewürztraminer…»

Germán Guardado, gerente comercial de Los Cerros, por su parte, hizo especial hincapié en la presencia de “Nené” Abbona en el evento: “vemos el legado maravilloso de esta bodega, en la que muchas familias trabajaron por más de 125 años; entre ellos, tenemos una persona muy especial, que siempre nos recibió con una sonrisa y formó parte de este equipo por cincuenta años”. Esa tarde, Nené, ex jefe de bodega, se convirtió en la personificación de la mística y el éxito de los Cerros de San Juan. Mientras escuchábamos, nos sirvieron un “Cuna de Piedra”, Reserva de Roble, Chardonnay, 2020, ideal para apaciguar los treinta grados de sensación térmica, que marcaban el estreno del clima de verano.

La bodega es imponente. Se irgue bajo una construcción e infraestructura de piedra maciza, de anchos muros al estilo colonial uruguayo; constituye un complejo arquitectónico tal, que fue declarado patrimonio histórico, en 2004. Para esta nueva etapa, nos contaron que se colocaron flamantes piletas de concreto, tanques de acero, tulipas de hormigón, ánforas de barro y barricas de roble.

Los enólogos, Daniel Ekkert y Rodolfo Bartora, fueron los encargados de hacer pequeñas visitas guiadas por el establecimiento. Para arrancar, oí: “Las cámaras de piedra son climatizadas naturalmente, y reúnen las condiciones de temperatura óptimas”. Nené también nos acompañó y contó: “mi primera vendimia, fue enfriar los toneles de vino de arriba con un equipo nuevo, una bomba eléctrica, que había desplazado el sistema de la bicicleta”. Fue un lujo escucharlo reunir semejante sabiduría vitivinícola.

También le contaron a MALEVA que la familia Lahusen, en la década del cincuenta del siglo XIX, de larga tradición agro-vitícola, adquirió esta estancia ubicada entre los ríos San Juan y de la Plata; la elección de estas tierras fue producto de una vasta experiencia que tuvo en cuenta las características del antiguo lecho del río San Juan, recubierto de gravas y cantos rodados, similar a la región de Bordeaux, en Francia.

“En 1872 llegaron, procedentes de Francia, toneles de roble que fueron albergados en una nueva bodega construida en piedra en la cual se crían hasta hoy los vinos producidos por Los Cerros de San Juan”. Hoy, las uvas tintas que se producen son Cabernet Sauvignon, Merlot, Tannat, Tempranillo, Pinot Noir, mientras que las blancas son Riesling, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Gewürztraminer.

«Sebastián Planas, presidente de la empresa propietaria del establecimiento, por último, habló sobre la visión de que Colonia del Sacramento pueda convertirse en un polo enoturístico de alta calidad como el Valle de Uco o Cafayate. “No solamente por los vinos, sino también por el lifestyle que conlleva la experiencia. Vemos la oportunidad en Los Cerros de San Juan…»

Adentrado el mediodía, se sirvió un almuerzo “de campo”, creación del chef Alejandro Bartel, acompañado por los vinos de todas las líneas que actualmente comercializa Los Cerros de San Juan, que lucieron su renovada imagen y las etiquetas espléndidas. Uno de mis favoritos fue el “Pentavarietal”, pero el espumoso “Lahusen Extra Brut Rosé” fue, también, un éxito rotundo colectivo. El postre, arroz con leche y mousse de chocolate, se sirvió en el Viejo Almacén de Piedra, que es una joyita edilicia.

Sebastián Planas, presidente de la empresa propietaria del establecimiento, por último, habló sobre la visión de que Colonia del Sacramento pueda convertirse en un polo enoturístico de alta calidad como el Valle de Uco o Cafayate. “No solamente por los vinos, sino también por el lifestyle que conlleva la experiencia. Vimos la oportunidad en Los Cerros de San Juan de una puesta en valor para reconvertirlo en un lugar de alta calidad y nivel internacional, y que sea un faro dentro de la región».

El sol empezó a desintegrarse y emprendimos la vuelta al puerto, con las bocas teñidas de violeta y un souvenir: Cuna de Piedra Cabernet Sauvignon Reserva Roble 2019 y chocolates belgas Vokk, saborizados con cuatro variedades de sus vinos. Una victoria.