Con MALEVA recorrimos la exposición actual de Fundación PROA/Una musicalidad especial y un propósito que refleja la perseverancia del arte, aún en estos tiempos tan difíciles/instalaciones, piezas site-specific y obras sonoras que invitan a debatir temáticas que hoy se discuten mucho/¿Qué artistas participan? ¿Qué vas a sentir al visitarla?
Las obras pertenecen a FRAC (Fondos regionales de arte contemporáneo de Francia)
Proa sorprende: ¿cómo es «La Suite», la muestra de colecciones francesas que desafía a nuestra época? Por Melisa Boratyn para MALEVA. Fotos: Philippe Bacqué.
La Suite (hasta septiembre de 2021) es una de esas muestras que a primera vista parece una cosa pero es otra, o mejor dicho es mucho más de lo que percibimos al entrar a las salas de Fundación PROA, algo que se repite una y otra vez frente a las expresiones contemporáneas. Pero no nos detengamos en eso que no entendemos sino en lo que nuestros cuerpos perciben a medida que entramos en contacto con cada una de las obras.
La Suite es un proyecto que comenzó a gestarse en el 2019, mucho antes de la pandemia y que al quedar postergado se vio forzado a re-significarse conceptual y espacialmente, enfrentándose a la necesidad de adaptación en especial frente al hecho de que los artistas y sus obras no iban a poder trasladarse.
Bajo la curaduría de Sigismond de Vajay y Juan Sorrentino se seleccionaron y pusieron en sintonía trabajos de diferentes artistas que pertenecen a las colecciones FRAC (Fondos regionales de arte contemporáneo de Francia) que cuenta con una colección federal de más de 30.000 obras que refleja la diversidad de cada una de las regiones que la conforma. Es un proyecto excepcional donde un país destina dinero de su presupuesto para crear una colección pública que reúne a artistas de todas partes del mundo.
«La muestra engloba diversas interpretaciones ancladas en un presente que todavía espera el retorno de aquella “normalidad” que alguna vez tuvimos y que hoy esperamos con ansias que regrese. Es la incertidumbre de no saber lo que va a suceder en el futuro y que nos atemoriza al mismo tiempo que nos llena de vigor…»
La Suite no busca significar una sola cosa, sino que tanto el título como la muestra engloban diversas interpretaciones ancladas en un presente que todavía espera el retorno de aquella “normalidad” que alguna vez tuvimos y que hoy esperamos con ansias que regrese. Es la incertidumbre de no saber lo que va a suceder en el futuro y que nos atemoriza al mismo tiempo que nos llena de vigor.
Es una invitación a debatir temáticas que hoy se discuten mucho, como la idea de la autoría de una obra (el original y la copia) o el uso de materiales que forman parte de nuestra cotidianidad y que muchas veces no sólo ignoramos sino que descartamos, un recurso que desde hace décadas muchos artistas utilizan y que no parece tener fecha de caducidad. Hay otra cualidad que se distingue y disfruta en todo el recorrido y es la musicalidad directa e indirecta.
Las instalaciones, piezas site-specific y obras sonoras crean narrativas y juegan con los espacios en los que no solemos encontrar obras. Si bien en un principio la intención era jugar con todos los lugares habitables de la Fundación, como por ejemplo los baños, la idea tuvo que ser modificada. Aún así la carta de presentación de La Suite es una inmensa intervención del artista Peter Kogler que se adueña de la entrada, las paredes, el techo y la escalera que nos lleva hacía el primer piso. Si bien PROA ha sorprendido muchas veces con apuestas donde las obras se presentan por fuera de los lugares de exhibición, esta es una novedad que estimula desde el comienzo.
«La carta de presentación de La Suite es una inmensa intervención del artista Peter Kogler que se adueña de la entrada, las paredes, el techo y la escalera que nos lleva hacía el primer piso. Si bien PROA ha sorprendido muchas veces con apuestas donde las obras se presentan por fuera de los lugares de exhibición, esta es una novedad que estimula desde el comienzo…»
Dividida en tres salas conviven videos, instalaciones, fotografías, pinturas y esculturas que al relacionarse hacen de la muestra una obra en si misma repleta de movimientos, expresiones, silencios y tensiones. Sigismond de Vajay explica que «desde el inicio, la presencia de obras sonoras fue uno de nuestros lineamientos principales. La Suite apareció inicialmente en relación a la forma musical, como una secuencia de movimientos de danza, fragmentos de diferentes cosas que se acoplan y generan un ensamble».
¿Podemos decir que La Suite propone que vivamos una experiencia? A pesar de que esta expresión se ha vuelto casi un cliché, en este caso se adapta con comodidad a las intenciones propuestas que apuestan a la idea de hacernos sentir y vibrar a través de los trabajos que probablemente muchos conozcan aquí por primera vez. Esa es otra de las decisiones que se tuvo en cuenta al momento de pensar en los artistas, entre los que se encuentran sólo dos argentinos y dos extranjeros que vivieron muchos años en nuestro país, planteando la posibilidad poder conocer a artistas que actualmente desarrollan sus carreras en distintas partes del mundo.
Mientras que las primeras salas se enfocan en aspectos más complejos del ser y ese “qué será de nosotros después de todo eso” dónde se distingue el video de Mónica Bonvicini «Hammering out» y la extraordinaria pieza de Clement Cogitore «Las indias galantes», que combina el hip-hop con la conocida ópera-ballet estrenada en 1736 inspirada en diferentes comunidades indígenas. Cogitore nos traslada a un ambiente contemporáneo que hoy cobra un nuevo sentido y nos hace extrañar la sensación de cuerpos chocándose en una fiesta.
«A medida que avanzamos se apodera de nosotros una sensación de quietud en un entorno suave que permite a nuestros cuerpos reposar. Al recorrer los espacios podemos diferenciar detalles vinculados con la sonoridad y los timbres que van cambiando de graves melodías, ritmos y vibraciones sonoras hacia la música minimalista o la propia voz humana…»
A medida que avanzamos se apodera de nosotros una sensación de quietud en un entorno suave que permite a nuestros cuerpos reposar. Al recorrer los espacios podemos diferenciar detalles vinculados con la sonoridad y los timbres que van cambiando de graves melodías, ritmos y vibraciones sonoras hacia la música minimalista o la propia voz humana, creando una Proa sonora e interactiva.
En relación a esto «Sin título. Series IV-1,2,3» de Céleste Boursier-Mougenot nos traslada a otro mundo. Es una de las únicas obras que viajó ya que la artista afina de manera muy específica cada uno de los cuencos que confirma la obra para que produzcan una nota musical particular. La magia que sucede luego corre por parte del espacio, los movimientos del agua y los propios objetos.
Para la mayoría de los artistas la forma de trabajo fue diferente dado que las obras tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones y fueron re-construidas acá, lo que nos invitan a debatir acerca del tema de la originalidad del trabajo y el desafío de entender las necesidades del artista. Sobre esto último los curadores explican que «la idea de la construcción en modo remoto es en sí misma una práctica contemporánea. Logramos concretar la re-adaptación de las piezas o del “ensamble” con un efecto impensado. A todos, incluso a los artistas, nos pareció mucho más interesante exhibir una obra nueva antes que repetir una pieza de hace 25 años«. La Suite es por sobre todo una muestra creada a pesar de los desafíos y un ejemplo de perseverancia y trabajo colectivo.
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