Desde una coordenada de menos de doscientos habitantes en la pampa que era el secreto de escritores legendarios y hoy tiene opciones sustentables geniales para alojarse (incluso glamping) hasta un pueblito en medio del delta de Entre Ríos, al toque de Buenos Aires y con playas de arena/Además: la laguna clásica que tiene un hotelazo y un balneario bajo perfil con cada vez más adeptos
Un hallazgo: el hotel de turismo sustentable Yamay en Pardo
La siesta perfecta: cinco pueblos mega tranquilos y bucólicos para huir de la ciudad, descansar (y nada más). Por Ornella Sersale.
¿Quién no ama dormir la siesta? Esa fue la pregunta que nos hicimos en MALEVA antes de comenzar a escribir esta nota. Y como la respuesta era obvia, armamos un TOP 5 de los mejores lugares para escaparse de la gran ciudad, cerrar los ojos, y dejarse llevar por el sueño. ¿Habrá placer más grande que ese?
1) PARDO: «EL MEJOR LUGAR DEL MUNDO» SEGÚN EL ESCRITOR BIOY CASARES / MARAVILLOSO TURISMO SUSTENTABLE, HABITUÉS LEGENDARIOS, NATURALEZA BUCÓLICA Y UNA PIZZERÍA QUE ES UN DATAZO
Visitar Pardo es como viajar en el tiempo a la cuna de uno de los grandes escritores argentinos, porque en medio de esas callecitas arboladas y silenciosas Adolfo Bioy Casares pasó toda su infancia y gran parte de su juventud también (dato: su esposa Silvina Ocampo y el mismísimo Jorge Luis Borges también eran habitués de este lugar). Ubicado a 223 km. de la Ciudad de Buenos Aires, en este pueblo de menos de 200 habitantes (decime si no es ideal para dormir con el ruido de los pajaritos de fondo) funcionan un almacén de Ramos Generales, un complejo de turismo sustentable en donde podés alojarte en casas hechas de adobe, increíbles carpas de glamping como las de los nómades de Mongolia, y aprender prácticas ecológicas de construcción (pueden buscarlo como “Yamay”) y el Hotel Casa Bioy: un espacio boutique rodeado de naturaleza, con habitaciones cómodas y salones repletos de reminiscencias al pasado. Un datazo de color para los foodies es que en su planta baja funciona la Pizzería La Esquina atendida por Daniel Juárez, un pizzero de raza que amasa rodeado de cuadros de Borges y Bioy Casares. ¿Acaso hay mejor plan para después de una siesta?
2) CHASCOMÚS: PARA DESCANSAR CON VISTA A LA LAGUNA / PASEOS EN BICI, BARCITOS COSTEROS CON ONDA Y UN HOTELAZO CON UNA MEGA PISCINA / EXTRA: NO DEJEN DE VISITAR LOS BARCITOS COSTEROS.
¿Quién no pasó alguna vez por la entrada de este pueblo tan (tan) cercano a los destinos top de la Costa Atlántica y quiso frenar a descansar después de tantas horas de viaje? Famoso por sus atardeceres y a sólo una hora y media en auto desde la Ciudad de Buenos Aires (siempre y cuando no haya tráfico, claro), es la escapada anti estrés perfecta para hacer un fin de semana. Además de visitar su laguna y degustar una pinta en alguno de los barcitos costeros (tomen nota: en la cervecería Kibor hacen una birra artesanal riquísima), también hay opciones increíbles para hospedarte rodeado de naturaleza. La mejor para unos días a puro relax: el Howard Johnson con piscina al aire libre (es inmensa), habitaciones con hidromasaje, spa, un bar y un parque infantil para que jueguen los más chicos.
3) MAR DEL SUR: A SÓLO 17 KILÓMETROS DE MIRAMAR Y CON UNA JOYITA ESCONDIDA AL FINAL DEL CAMINO / EL SONIDO DEL MAR DE FONDO ES IDEAL PARA LA SIESTA.
Cuando hablamos de destinos ideales para tomar un respiro de la vorágine del día a día y descansar con el sonido del mar de fondo, Mar del Sur aparece como una de las mejores alternativas. Aunque no sea el típico pueblito que uno elige para vacacionar en la Costa, acá hay playas inmensas y solitarias, médanos y acantilados rodeados del silencio que caracteriza a este lugar. Hay tres visitas que no hay que dejar de hacer: el Remanso, una zona de pescadores y aguas turbulentas (ojo: dicen que no se puede nadar acá adentro porque la fuerza del mar es tremenda), Rocas Negras, una escollera natural de piedras donde se pueden capturar cangrejos y calamares, y una laguna (que desemboca en el mar a través de un arroyo y tiene una cascada espectacular) para acampar y dormir bajo las estrellas. Atención: para los viajeros más curiosos, existe un lugarcito que queda a 35 kilómetros de Mar del Sur aún más desolado. Corran a googlear Centinela del Mar si quieren saber de qué se trata.
4) VILLA PARANACITO: BIEN AL SUR DE ENTRE RÍOS (AL TOQUE DE BUENOS AIRES) Y EN PLENO CORAZÓN DEL DELTA / ACÁ EL RITUAL DE LA SIESTA ES SAGRADO.
Despertarse al lado del río y bajo la sombra de algún árbol frondoso debe ser uno de los placeres más grandes de la vida. Y eso es lo que sucede en Villa Paranacito (ubicado a unos 80 km al sur de Gualeguaychú, en pleno corazón del delta entrerriano), porque la proximidad de la zona al Río de los Pájaros (su nombre lo dice todo) nos da la posibilidad de descansar en un ambiente puro y despejar la mente por un rato (anoten: acá la siesta es sagrada). Para los más hiperactivos (tranquilos, también pensamos en ustedes) hay disponibles excursiones en lanchas y safaris fotográficos para apreciar la inmensa variedad de aves acuáticas, además de las viviendas típicas de los isleños (algunas incluso no habitadas). ¿El circuito más pintoresco? El recorrido del Arroyo Sagastume Chico (que además cabe en la categoría de paisaje protegido). Otras opciones son las caminatas o el ciclismo por los senderos de las islas.
5) TAPALQUÉ: PARA PROBAR LAS MEJORES TORTAS (NO TORTITAS) NEGRAS DEL MUNDO / EL VERANO ES LA MEJOR ÉPOCA PARA VISITARLO.
“Tan natural que encanta”, es el eslogan que usan los habitantes de este pueblito ubicado en el centro de Buenos Aires (a menos de 300 km de la Capital Federal, sobre la ruta provincial 51) para describirlo. Y es que acá sólo se escucha el canto de los pájaros y el ruido del agua proveniente del principal atractivo de la zona: el Arroyo Tapalqué. Durante el verano, junto al arroyo se arma un paseo gastronómico con distintas opciones foodies para visitar después de la siesta: hay desde asado y pizzas especiales, hasta cerveza artesanal y las típicas tortas negras (acá no se llaman tortitas porque son tamaño XL). Datazo: si quieren probar las mejores de Argentina (no exageramos), busquen a Vicenta Paulina Fernández en el histórico hotel Tapalqué o en su casa quinta. Son las más tiernas de todas y se hornean en un molde de pizza (recomendamos fuerte venir con hambre).
Fotos: son gentileza de los alojamientos mencionados y de los organismos de turismo de los pueblos mencionados en la nota.