Primera entrega de #PaisajesSecretos (y muy flasheros)/Escapadas de naturaleza y libertad para hacer cuando termine el aislamiento/Un rincón desconocido pero increíble al sur del valle de Lerma/Bosques y caminos rojizos, lagunas color turquesa, un salto de quince metros y un picnic entre montañas/¿Cómo es la caminata para llegar? Además: un pueblito que no puede más de lo fotografiable
Varias horas de trekking tienen como recompensa este salto de quince metros tan flashero
Paisajes secretos (y muy flasheros): crónica de viaje hasta la cascada de Alemanía en Salta (un salto mágico en una naturaleza salvaje). Por Natalia Osinaga e Iván Salvucci (texto y fotos, desde Salta)
Noviembre, un día que desde el amanecer se sentía caluroso, la temperatura máxima prevista era de 35°C. Cómo todos los fines de semana (nosotros vivimos en la ciudad de Salta), estábamos decididos a aventurarnos, pero sí o sí nuestro destino tenía que tener un espacio para refrescarnos. Por eso, optamos por ir a un lugar poco conocido por los salteños y totalmente desconocido para el resto de los argentinos, la cascada de Alemanía. En esta nota en MALEVA les contamos en detalle, y hora por hora, cómo fue esta aventura.
Nos levantamos a las siete de la mañana, desayunamos un rico café con bollos caseros hechos por mamá y preparamos todo nuestro equipo (frutas, 3 litros de agua, protector solar, botiquín, campera rompeviento, gorra, mate, cargador portátil, celulares y cámara fotográfica). A su vez, cargamos el track y los mapas en nuestro celular. ¡Y listo! Subimos a la camioneta y emprendimos, a las 8:00 am,un viaje de 115 km por la ruta nacional 68 con mates y música de por medio.
«Después de una hora y media recorriendo el Valle de Lerma hacia el sur y pasando por numerosos y pintorescos pueblitos tabacaleros, llegamos a Alemanía. ¡Si! Con acento en la i. Algunos dicen que su nombre deriva de la comunidad aborigen, los alemaníes y otros atribuyen el nombre a un ingeniero alemán que participó en la construcción del ferrocarril del lugar. Es un caserío rodeado de cerros por donde pasaba el tren…»
Después de una hora y media recorriendo el Valle de Lerma hacia el sur y pasando por numerosos y pintorescos pueblitos tabacaleros, llegamos a Alemanía. ¡Si! Con acento en la i. Algunos dicen que su nombre deriva de la comunidad aborigen, los alemaníes y otros atribuyen el nombre a un ingeniero alemán que participó en la construcción del ferrocarril del lugar. Es un caserío rodeado de cerros por donde pasaba el tren del Ramal C-13 entre 1916 y 1971, esos fueron sus años de gloria y esplendor. En la actualidad uno se sienta en la vieja estación e imagina al tren llegar y el viento simula el bullicio de la gente al bajar. Sólo quedan restos, recuerdos y relatos. Hoy es magia, colores, paisajes y senderos. Ya desde aquí resulta imposible no querer sacar la cámara y capturar la arquitectura del lugar.
Cuándo bajamos del vehículo para prepararnos, sólo vimos una persona que nos observaba desde la puerta de una vieja casona. Actualmente viven unas 14 familias que se dedican a la ganadería o venden artesanías al costado de la ruta.
«Así fue por 7 km; muy tranquilos, llenos de charlas y risas observando cada planta, insecto o roca que nos cruzábamos. Hasta que llegamos a un punto donde el río se estrechaba y aparecían rocas de gran tamaño que había que escalar con mucho cuidado. En el último kilómetro aparecen ollas profundas rodeadas de enormes piedras en un entorno arbolado, ideales para darse un chapuzón…»
Un río, que lleva el mismo nombre, pasa por el costado y se empalma con el río Calchaquí. Luego de admirar un poco las viejas casonas (que antes eran hoteles, almacenes y restaurantes), la estación y el silencio, nos encaminamos por el lecho de aquel curso de agua.
En noviembre la mayoría de los ríos tienen poco caudal y aguas cristalinas, porque recién empiezan a aparecer las primeras lluvias de la temporada. Nos tocó caminar sorteando rocas, por dentro del agua, por parcelas de pastos interminables (como si fuera una cancha de golf), por medio de pequeños montes de churquis, algarrobos, tipas, cardones y hasta en pequeñas dunas de arenas rojizas.
Así fue por 7 km; muy tranquilos, llenos de charlas y risas observando cada planta, insecto o roca que nos cruzábamos. Hasta que llegamos a un punto donde el río se estrechaba y aparecían rocas de gran tamaño que había que escalar con mucho cuidado. En el último kilómetro aparecen ollas profundas rodeadas de enormes piedras en un entorno arbolado, ideales para darse un chapuzón. Finalmente, tras una gran curva, vimos a lo lejos la cascada, de más de 15 metros de altura (1:15 pm). Con ansiedad y hasta dejando de lado el cansancio, recorrimos los últimos metros y pudimos apreciar como asomaba una laguna enorme de color turquesa rodeada de formaciones rocosas anaranjadas, amarillentas y rojizas. Completando tan hermoso cuadro estaban los pequeños árboles que parecían nacer de entre las rocas.
«Dejamos las mochilas en la orillita y nos metimos sin dudarlo. Al principio, el agua se sentía helada, pero después de unos minutos el cuerpo se acostumbró y sólo nos invadió una sensación de placer y satisfacción. Al lado de la cascada hay unas rocas bastante altas, desde donde una par de intrépidos clavadistas se animaron a saltar. Nosotros, un poco más miedosos,ni siquiera lo intentamos…»
Dejamos las mochilas en la orillita y nos metimos sin dudarlo. Al principio, el agua se sentía helada, pero después de unos minutos el cuerpo se acostumbró y sólo nos invadió una sensación de placer y satisfacción. Al lado de la cascada hay unas rocas bastante altas, desde donde una par de intrépidos clavadistas se animaron a saltar. Nosotros, un poco más miedosos,ni siquiera lo intentamos.
Preparamos los mates, comimos, mojamos los piecitos, meditamos y apreciamos como una pareja de cóndores, los custodios de las montañas, sobrevolaban la cascada. Después de unas horas, se empezaron a asomar unas nubes. Por seguridad (y susto), decidimos volver (3:00 pm). De todos modos, no nos salvamos del granizo en la cabeza, por suerte era del chiquito.
«Después de un fresco regreso, atravesando pequeños bosques y caminos rojizos dentro de la finca de Don Palacios, llegamos a la estación (5:15 pm)…En un viejo galpón, que funciona como almacén, compramos un rico café, algo de pan y un sabroso queso de cabra. Nos sentamos frente a un viejo puente del ferrocarril y armamos un pequeño picnic para merendar mientras el sol se escondía entre las montañas…»
Después de un fresco regreso, atravesando pequeños bosques y caminos rojizos dentro de la finca de Don Palacios, llegamos a la estación (5:15 pm) donde nos recibió un sol radiante y, para nuestra sorpresa, no había caído en el lugar ni una sola gota de agua (típica lluvia de montaña).
En un viejo galpón, que funciona como almacén, compramos un rico café, algo de pan y un sabroso queso de cabra. Nos sentamos frente a un viejo puente del ferrocarril y armamos un pequeño picnic para merendar mientras el sol se escondía entre las montañas. La tarde no podría haberse coronado de una mejor manera. A las 18:00 encaramos el regreso a la Ciudad de Salta.
¡Y ALGUNOS CONSEJOS ÚTILES PARA EMPRENDER ESTE VIAJE!
• Desde la Ciudad de Salta se llega a Alemanía en vehículo recorriendo aproximadamente 115 km por la ruta nacional 68 en dirección sur (camino a Cafayate). También desde la terminal salteña salen colectivos diariamente.
• Siempre antes de emprender una aventura hay que chequear el estado del tiempo, si vemos que llovió o está por llover, es mejor evitar ir al río, ya que sin previo aviso crece y puede volverse muy peligroso.
• En el pueblo existen guías locales que te pueden llevar, en caso de que no te animes a realizarlo solo.
• Si querés ahorrar un par de kilómetros podés acceder con el vehículo a la Finca de Don Palacios el cual les cobrará una entrada para estacionar en sus tierras.
• En el siguiente enlace podés descargar el track para usarlo en tu celular o GPS: https://www.wikiloc.com/hiking-trails/cascada-de-alemania-43882008
Sobre los autores de la nota: Natalia Osinaga e Iván Salvucci, creadores de Nortrekking (desde Salta, y con la naturaleza como el mejor cable a tierra, los paisajes que descubren – y las fotos que sacan – son gloriosos)
Una salteña y un cordobés que se conocieron en Salta, después de vivir vidas agitadas en grandes ciudades como Buenos Aires y Montevideo. El destino los unió en un momento difícil en lo personal su cable a tierra fueron las montañas y su magia. «Desde entonces, cada fin de semana buscamos donde aventurarnos y nos planteamos objetivos cada vez más desafiantes», le cuentan a MALEVA.
A raíz de ésto, nace NorTrekking, como una forma de mostrar al mundo los lugares ocultos de Salta a través de fotos, videos y relatos de nuestras experiencias, las buenas y las malas, para que los demás también puedan vivirlas. Ellos tratan de dejar todo registrado en las redes para que las maravillas del norte Argentino estén al alcance de un click.
¡No dejen de seguirlos en Instagram: @nor_trekking !