Es uno de los podcasts más escuchados de Spotify en Argentina/Un grupo de amigas que, con alegría y carisma, derrumba un tabú tras otro/¿Cómo se les ocurrió la idea?/El tarot, un grupo de whatsapp, la censura de Instagram, el feminismo «amoroso», y un futuro show en el Konex/Entrevista a fondo con Laura Passalacqua, Jimena Outeiro, y Dalia Walker
Laura Passalacqua, Jimena Outeiro y Dalia Walker: de un grupo de Whatsapp a romperla toda en Spotify
Podcasts que amamos: Concha, una oda desprejuiciada a la femineidad (y que es todo un hit). Por Azul Zorraquin (texto y fotos).
Ellas son Dalia Walker, Jimena Outeiro y Laura Passalacqua. Tres amigas, astrólogas, lectoras de Tarot y productoras. Se definen a sí mismas como “mujeres fálicas” y crearon un podcast que es un éxito absoluto en Spotify y que le saca el velo a temas que aún resultan tabú, o poco conversados: masturbación femenina, fantasías, la monogamia, y nuevas aristas dentro de la homo, hetero y bisexualidad. Más libertad y menos etiquetas, una charla entre amigas que envuelve y aliviana.
¿Cuál fue el origen, cómo surgió la idea de hacer Concha Podcast?
Jime: Cada una tiene su versión. Yo tenía ganas de hacer un podcast hace años, y Dal dijo, aprovechemos el mes de sexo en Fe y hagamos uno. (Nota de MALEVA: es la tienda esotérica que dirige Dalia) Sentí que era obvio.
Dalia: Yo escuché un podcast de unas minas en YouTube y dije: nosotras tenemos que hacer esto. Y ni siquiera sabía lo que era un podcast.
Lau: Yo hasta que no lo dijeron, no estaba pensando en eso. No entiendo ni cómo llegamos a hacerlo. (Se ríen).
¿Eran amigas?
Lau: Jime y yo nos conocimos laburando, en publicidad, hace 8 años.
Jime: Y en esa misma época la conocí a Dal, porque ella fue mi profe de Tarot, y pegamos onda.
Dalia: Cuando Jime llegó a Fe me di cuenta de que era de mi planeta. Me cayó bien, y después la vida nos fue cruzando.
«Un día fuimos a tomar una birra y a raíz de ese día, empezamos a salir religiosamente los jueves, a charlar. Ahí surgió el famoso grupo de WhatsApp “Concha Alert”, resultado de una anécdota en la que les conté que la concha me daba alertas (se ríen). Las conversaciones que teníamos eran geniales y siempre decíamos que había que grabarlas…»
¿Qué tienen en común?
Jime: Varias cosas, pero entre ellas, las tres fuimos productoras, y sentíamos que ahí había un match (se ríen). Un día fuimos a tomar una birra y a raíz de ese día, empezamos a salir religiosamente los jueves, a charlar. Ahí surgió el famoso grupo de WhatsApp “Concha Alert”, resultado de una anécdota en la que les conté que la concha me daba alertas (se ríen). Las conversaciones que teníamos eran geniales y siempre decíamos que había que grabarlas.
Dalia: Nos dábamos cuenta de que nuestras charlas tenían cierto efecto, ¡los bármanes o mozos se quedaban escuchando! ¿Qué tenemos en común? Somos mujeres fálicas (se ríe).
¿Cómo fue la elección del nombre Concha?
Jime: Automáticamente creímos que se tenía que llamar “Concha” por el nombre del grupo, pero nos parecía que no daba.
Dalia: Hoy en día la concha está de moda; hay aros de concha y es cool decir la palabra, pero en ese momento era un papelón.
Lau: Arrancamos con 4 episodios a modo de prueba, la idea era ver qué onda.
¿Y cómo fue la repercusión?
Jime: de repente nos escuchó alguien que no era ni amigo ni familia y nos dimos cuenta de que estaba sucediendo. Al principio no dimensionamos.
Lau: la primera semana, ¡lo escucharon 5 mil personas!
«Cuando tiene que ver con otros como la familia o los amigos, ahí frenamos. Es lejano el freno, (se ríe), pero existe. Parece que no hubiera secretos porque nos exponemos un montón, pero hay mucho más, y todo eso queda en la intimidad. En un programa, cuando nos vamos al pasto, después lo borramos en edición…»
Y hoy en día, ¿cuánta gente las escucha?
Jime: 1,5 millones de reproducciones tiene el podcast. Aparte, cada vez que lanzamos un episodio, estamos entre los 5 más escuchados, por arriba de gente que hace mucho tiempo está en medios.
¿Superó sus expectativas?
Jime: Totalmente. El podcast surgió como una excusa para juntarnos las tres y hacer lo que más nos gusta: charlar, divagar, y tomarnos una birra (se ríen).
Dalia: Lo loco es que todo lo que pasa ahí nos empieza a pasar en la vida. Para elegir de qué vamos a hablar, empezamos a vibrar con lo que está pasando en el momento; en la sociedad, en el aire, las mujeres, y nosotras. Nos empiezan a pasar cosas, hablamos de eso y a su vez, eso tiene mucha resonancia.
Lau: A veces te pasa algo inesperado que se cuela en tu vida, producto del programa.
¿Cómo manejan la exposición y el pudor?
Jime: Yo soy la que más se expone. Mi mamá me llamó y me dijo hija, vos contás más que las otras dos (se ríe).
Lau: Hicimos una encuesta y parece que es real. A veces creo que me cuesta más exponerme, pero en el fondo no me jode tanto que mi jefe sepa como me masturbo (se ríe).
Dalia: Decimos muchas cosas, pero no decimos todo.
«Nos censuraron en Instagram, y dijimos: podemos vivir sin Instagram, no forzamos nada, lo soltamos. Y la gente nos siguió escuchando. Al final, Concha no es instagrammer, y me parece un poco transgresor no tener Instagram…»
¿Cuál es el límite?
Dalia: Cuando tiene que ver con otros como la familia o los amigos, ahí frenamos. Es lejano el freno, (se ríe), pero existe. Parece que no hubiera secretos porque nos exponemos un montón, pero hay mucho más, y todo eso queda en la intimidad. En un programa, cuando nos vamos al pasto, después lo borramos en edición.
Jime: Sí, me parece que el freno es cuando creés que podés hacer sentir mal a alguien. Al principio no dimensionábamos la cantidad de gente que nos escuchaba.
Lau: A mí me hace bien exponerme, me gusta.
Es terapéutico…
Jime: Exacto. Los temas los elegimos en base a lo que nos está pasando en ese momento. No tenemos mucha planificación, salimos con el tema que esté dando vuelta en nuestras vidas. Al ser lo que nos atraviesa, creo que el efecto que logramos es impactante.
Sin embargo, la exposición tiene que ver con visibilizar ciertos temas que están ocultos, pero existen.
Jime: Claro, es muy loco. La verdad es que no estamos diciendo nada del otro mundo, y me han dicho: me cambiaste la vida. Me sorprende que a la gente le parezca tan revelador lo que decimos. Por más de que suene místico, creo que nosotras somos un instrumento de algo que tenía que suceder.
Lau: En definitiva, lo que decimos estaba ahí, por salir, y lo que pasa con el podcast es que funciona como un puente. No son temas necesariamente tabúes, pero están ahí, con una tapa finita, y el sólo hecho de que nosotras lo charlemos, lo saca de ese lugar. Aparte, a veces el solo hecho de hablar de tus miserias, bajones, y de lo que te pasa, aliviana mucho al otro.
Dalia: Hay alguien del otro lado que está sintiendo lo mismo, y vos lo estás diciendo en su lugar. Muchas personas se sienten más livianas, o acompañadas.
«No son temas necesariamente tabúes, pero están ahí, con una tapa finita, y el sólo hecho de que nosotras los charlemos, los saca de ese lugar. Aparte, a veces el solo hecho de hablar de tus miserias, bajones, y de lo que te pasa, aliviana mucho al otro…»
¿Cuál es su relación con el feminismo?
Jime: Cuando arrancamos, no teníamos del todo claros algunos conceptos, y los fuimos incorporando y asumiéndonos megas feministas en todo el proceso. Somos feministas “amorosas”, no confrontamos. Igual, que conste que banco el feminismo combativo, porque creo que esas mujeres son las que abren caminos, y todo el resto venimos atrás sobre vía segura. Y a muchas de esas mujeres las incineraron, así que las admiro. Pero nuestra forma de vivir y experimentar el feminismo, es de otra manera.
¿Cómo es el público de Concha?
Jime: mayormente mujeres, aunque también hay hombres. No tenemos haters, es muy amoroso el público del podcast. En general, es hermoso el feedback que recibimos, hay mucho amor. Nadie nos metió en la hoguera. Creo que el nombre es un buen filtro.
¿Por qué?
Jime: Porque a la gente que no le gustaría lo que decimos, no escucharía nada que se llame Concha. Entonces creo que la concha nos protege.
Dalia: Es nuestra virgen (se ríen).
Imagino que el formato podcast genera segmentación, ¿Tienen la idea de llevarlo a otra dimensión?
Jime: Yo estoy obsesionada con que hay que filmarlo (se ríe).
Lau: El cambio de formato es un poco lo que pasó con el “vivo”. Nos metimos en la dimensión espectáculo; un programa frente a 350 personas.
Jime: Es distinto estar las tres solas en un estudio, en pijama, a estar frente a tanta gente. Entre otras cosas, nos dimos cuenta de que hay que sostener la energía porque es un espectáculo, y lo hicimos desde el desconocimiento total. Vamos aprendiendo, Concha es experimentación permanente.
«Jimena: Somos feministas “amorosas”, no confrontamos. Igual, que conste que banco el feminismo combativo, porque creo que esas mujeres son las que abren caminos, y todo el resto venimos atrás sobre vía segura. Y a muchas de esas mujeres las incineraron, así que las admiro…»
¿Qué podcasts las inspiran y recomiendan?
Jime: Pernocte, un podcast sobre sexo. Hoy Trasnoche de Posta también.
Lau: Anfibia Feminista.
Dalia: Humanos, de Esteban Menis.
¿Porqué las censuró Instagram? ¿Cómo lo vivieron?
Jime: En el episodio Porno, reposteamos cuentas de porno feminista, y entonces Instagram se puso la gorra. En ese momento teníamos como diez mil seguidores.
Al principio nos destruyó, y después pensamos en volver, con el riesgo de que nos volviera a pasar llamándonos Concha y tocando temas sexuales.
Dalia: Aparte Instagram te chupa un poco la vida; necesita dedicación. Cuando nos censuraron, dijimos: podemos vivir sin Instagram, no forzamos nada, lo soltamos. Y la gente nos siguió escuchando. Al final, Concha no es instagrammer, y me parece un poco transgresor no tener Instagram.
Lau: Fue lo mejor que nos podía pasar. Concha termina siendo un boca a boca.
¿Qué va a pasar con Concha en el futuro?
Dalia: ¡Nos vamos a Burning Man!
Jime: Lo mejor que tiene Concha es que nos va sorprendiendo en el camino. Lo que sí, queremos darle más espacio en nuestras vidas, y que Concha crezca y se expanda por donde tenga que hacerlo.
Lau: Tenemos un show próximamente en el Konex, el 12 de marzo, en la sala grande. Estamos felices. Para nosotras es un sueño. ¡Todos invitados!