En un subsuelo de la bella librería Falena, abrió hace unos meses un espacio íntimo y secreto que, siguiendo la inspiración japonesa, propone pasar un buen momento escuchando jazz y música de primera/Whiskies japoneses, vinilos y ciclos de improvisación/Además: ¿qué es el deep listening y cuál es la única forma de ingreso?
Los equipos analógicos de música son una de las joyitas del primer Jazz Kissa porteño
¿Cómo es “Black Forest”? El primer Jazz Kissa de la ciudad oculto bajo una librería. Por Cata Cavallo.
En una esquina secreta de Chacarita se esconde de las multitudes uno de los flamantes espacios culturales más interesantes de la ciudad: “Black Forest”, el primer jazz kissa de Buenos Aires que brilla en la oscuridad del subsuelo de una librería.
Café, vinos, whisky japonés y puro jazz (con un sistema de audio analógico excepcional) terminan de completar la casona de ladrillo de los años 30 que contiene en su interior a la reconocida, y muy linda, librería “Falena” (Charlone 201).
El término “jazz kissa” (jazz café) surgió en la década del 70 por los japoneses para definir a los coffee shops donde se juntaban, en silencio, a escuchar jazz e intercambiar vinilos. Toda una experiencia cultural muy particular e importante de allá.
«Para encontrarlo, hay que entrar primero a “Falena”. Una escalera desde su interior nos lleva a un espacio bajo tierra donde el tiempo se detiene: livings con cómodos sillones y mesas compartidas, una carta de vinos y whiskies japoneses, curadores de vinilos analógicos y sesiones con instrumentos en vivo…»
“Hace muchos años tengo la librería, y el subsuelo lo usaba como sala de presentación de libros, hacíamos lecturas en invierno para resguardarnos del frío”, le cuenta Marcela Giscafré, dueña de toda la casona, a MALEVA. “Hasta que el año pasado conocí éste concepto de jazz kissa por un amigo finlandés, Jali Wahlsten, quien hoy es mi socio co-fundador de Black Forest. Me comentó que eran típicos de Japón y me pareció super interesante, me encantó la idea”. Acto seguido, Marcela investigó los orígenes y tuneó su sótano de lecturas para diseñar e instalar a fines del año pasado, con una acústica sublime, el primer jazz kissa de la ciudad.
Para encontrarlo, hay que entrar primero a “Falena”. Una escalera desde su interior nos lleva a un espacio bajo tierra donde el tiempo se detiene: livings con cómodos sillones y mesas compartidas, una carta de vinos y whiskies japoneses, curadores de vinilos analógicos y sesiones con instrumentos en vivo. Black Forest se presenta como una selva negra rebosante de jazz en el medio de la ciudad porteña, que desde el año pasado crece de boca en boca para los aficionados de la música y el buen beber.
“Hace muchos años tengo la librería, y el subsuelo lo usaba como sala de presentación de libros, hacíamos lecturas en invierno para resguardarnos del frío”, le cuenta Marcela Giscafré, dueña de toda la casona, a MALEVA. “Hasta que el año pasado conocí éste concepto de jazz kissa por un amigo finlandés, Jali Wahlsten, quien hoy es mi socio…»
“Lo que resulta realmente interesante es el despertar de la conciencia que Black Forest provoca a través del sonido. La idea es desarrollar el concepto de deep listening que los argentinos no estamos tan acostumbrados. Se puede hablar, pero que el volumen no tape la música. Eso genera también cambios a la hora de relacionarse” sostiene Marcela. “La bebida lo que hace es simplemente acompañar ese momento, porque no es un bar per sé, es un plus que suma al placer mientras el foco está puesto en la música”.
Marcela apuesta tanto arriba en la librería como abajo en la intimidad del jazz kissa, “hay algo de lo personal e íntimo que me gusta y defiendo, son dos refugios donde la conciencia se eleva. Me pasa con los dos espacios, me abren el alma, me inspiran, y me encanta promover esa creatividad”.
La agenda puede seguirse a través de su Instagram, en el cual van publicando semana a semana las fechas de apertura. El jueves 22 de agosto, comienzan los ciclos de jazz japonés con selectores que llevan su propio material en vinilo analógico. “De esta manera vamos a ir convocando de a poco esta idea del listening room, muy propia del japonés más nerd, no del minimalista cool, sino del nerd con equipos de audio maravillosos y grandes coleccionistas de música”.
“Lo que resulta realmente interesante es el despertar de la conciencia que Black Forest provoca a través del sonido. La idea es desarrollar el concepto de deep listening que los argentinos no estamos tan acostumbrados. Se puede hablar, pero que el volumen no tape la música. Eso genera también cambios a la hora de relacionarse” sostiene Marcela…»
Todos los terceros lunes de cada mes se realiza un ciclo de improvisación que organiza Claudio Peña (cellista) donde el jazz y la música clásica contemporánea dialogan mediante instrumentos en vivo. Músicos de excelencia ya pasaron por Black Forest, y la agenda continúa.
“Estamos en contacto permanente con jazz kissas japoneses y generamos publicaciones compartidas gracias a las redes y a la investigación” confiesa Marcela. “Conocí jazz kissas de Londres y Berlín, pero todavía no tuve la oportunidad de conocer en persona los orígenes de este concepto. Mi próximo paso es ir a Japón a visitarlos”.
El ambiente cálido y distinguido nos transporta a otra época y otra cultura. “Es un viaje con formato diferente, es muy lindo lo que pasa en vivo. La idea es entregarse a la música, aprovechar el acercamiento que se tiene con los músicos y sentir ese encuentro por 45 minutos” aclara Marcela.
La única forma de ingreso es mediante invitación directa de Black Forest, o reservando con tiempo por mensaje directo de Instagram.
Fotos: todas las fotos son gentileza de Falena y Black Forest.
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