Niño Gordo, Las Patriotas, Boticario, etc / Conocé como piensa (y ejecuta) la mujer detrás del «look and feel» de los locales más bellos y con más personalidad/Además: su historia y la filosofía detrás del oficio/Una directora de arte que creó una fórmula que no deja a nadie indiferente
Eme Carranza en «Tora», una de sus últimas creaciones
En la cabeza de Eme Carranza: la mente creativa detrás de los bares y restaurantes más cool del momento. Por Pedro Camacho. Fotos: Carla Nastri.
Directora. De. Arte. Después de mucha consideración y por el bien de la brevedad y la concisión, esas son las tres palabras con las que consigue definir su trabajo Eme Carranza, la mujer detrás de los bares y restaurantes más reconocibles (e instagrameables) de los últimos años en Argentina. Desde la decoración kitsch de Niño Gordo en Palermo, hasta la inspiración retro de La Gintonería en Rosario, pasando por el recién inaugurado restaurante asiático Tora y el ya clásico de la coctelería palermitana Boticario, lo más probable es que si estás leyendo estas líneas ya hayas disfrutado de un espacio diseñado por Eme sin saberlo.
Pero cuando indagás un poco más en lo que hace para cada uno de sus locales, descubrís rápidamente que “Directora de arte” es un título que le queda pequeño. Eme es diseñadora gráfica, decoradora, interiorista y, dependiendo del proyecto, decenas de oficios más. “Para mí hay algo que no está solo en el logo, en la paleta cromática, en el papel del menú, en la tarjetita personal”, explica Eme en exclusiva para MALEVA. “Está en todos lados en realidad. En la silla en la que te sentás, si es cómoda, si es de madera, si es de cuero, en las columnas, en las plantas, en la luz que entra”.
“Me gusta pensar los espacios como personas”, explica con una sonrisa en su rostro. “No siempre querés estar con las mismas personas. Para mí los locales tienen algo de eso. No solo me pregunto si tengo ganas de comer, sino: ¿tengo ganas de ir a este lugar? Tengo ganas de meterme en ese mood, en ese clima. Por eso me gusta que los espacios tengan personalidad…»
Al igual que su título, es difícil describir el proceso creativo de Eme en pocas palabras. Pero no hay duda: experimentar uno de sus espacios es un festín para todos los sentidos y ella lo sabe bien. “Me gusta pensar los espacios como personas”, explica con una sonrisa en su rostro. “No siempre querés estar con las mismas personas. Para mí los locales tienen algo de eso. No solo me pregunto si tengo ganas de comer, sino: ¿tengo ganas de ir a este lugar? Tengo ganas de meterme en ese mood, en ese clima. Por eso me gusta que los espacios tengan personalidad porque te pueden transportar. Si hoy tienes ganas de algo, ese lugar debe habilitar que eso suceda”. Como la clave del éxito de sus proyectos se basa en la articulación de los cinco sentidos, le pedimos que nos explique cómo potencia cada uno.
1) EL GUSTO: «SIN ESO, NO HAY BAR NI RESTAURANTE TODO LO DEMÁS ACOMPAÑA»
“El gusto es 100% obra del cocinero pero es lo más importante de todo, es el producto que la gente va a buscar. Sin eso no hay bar, no hay restaurante. Todo lo demás acompaña, suma o resta. Siempre hay que trabajar pensando en cuál es ese producto. Entonces me pregunto: ¿dónde me gustaría comer esta comida? ¿En qué situación? Y el concepto se desprende por completo de esa propuesta. Obvio que tengo que probar todos esos sabores porque de ahí sale la inspiración. Me gusta comer muchísimo, salir a comer, a tomar. No soy buena cocinando ni preparando cocktails, pero si quería estar cerca de esta gente que me hace tan feliz. Es parte esencial de la experiencia”.
2) EL OLFATO: «MIS DECISIONES BUSCAN EXALTAR LOS AROMAS»
“Los materiales con los que uno trabaja tienen su propio olor pero para mi olfato es en un 90% responsabilidad de la barra o cocina. Obviamente que mis decisiones buscan exaltar esos aromas. Si es un bar de cocktails imagino hierbas frescas, cítricos, alcohol, etc. En el caso de la comida busco que me abra el apetito. Es el primer acercamiento de la experiencia de comer, la carátula. Hay sabores que entran por la nariz y no por la lengua. Los olores se impregnan en la memoria y rápidamente te trasladan en el tiempo a recuerdos”.
3) LA VISTA: «LA ILUMINACIÓN ES LA CLAVE Y ME INSPIRO EN EL UNIVERSO DEL CINE»
“Los espacios deben tener potencia visual, estímulos que funcionan como signos que al reconocerlos evocan ciertas ideas mentales, asociaciones. Uno se siente cómodo en lugares donde reconoce ciertos signos, el famoso sentirse como en casa. Es importante que no se agote en la primera mirada, que cada vez que vuelvas al lugar descubras cosas nuevas. La iluminación es la clave, genera los acentos de a dónde tenés que mirar, le da forma al ambiente, genera el clima. Tengo una biblioteca de imágenes grande. Amo ver películas, amo el cine. De hecho la mayoría de las referencias que tengo vienen del universo del cine. Niño Gordo tiene algo de ‘In the Mood of love’, Boticario de ‘Apocalypse Now’, con Tora es ‘Perdidos en Tokio’. Tengo un millón de escenas en la cabeza”
4) EL OÍDO: «ME INVOLUCRO EN CREAR PLAYLISTS Y OTROS SONIDOS CASI IMPERCEPTIBLES»
“La música y el sonido son dos cosas completamente distintas. En la música me involucro, en crear playlists. La música responde al mood que propone al lugar pero no está íntimamente relacionada, en cambio el sonido sí. El sonido es el rechinar de una madera vieja, el paleteo de un ventilador, el ruido que proviene de la cocina, el chispazo del fuego. Son casi imperceptibles pero lo hacen todo. Todo está en los detalles. Una cocina ruidosa me hace sentir que tengo que hablar más alto. Un espacio silencioso me relaja, me hace comportarme de otro forma. Te predispone de otra forma”.
5) EL TACTO: «LOS GÉNEROS DISPARAN ASOCIACIONES EN LA MENTE»
“Depende mucho de lo que quieras evocar. Si es cálido buscás géneros nobles agradables al tacto, si es frío materiales un poco más duros (no en cuanto a la comodidad sino a la dureza visual). También los géneros disparan asociaciones de si es un lugar caro o si es un lugar barato, los terciopelos se consideran muchos más pretenciosos que un cuero, por ejemplo. A veces utilizo materiales que jamás pensé que utilizaría. Por ejemplo, la fórmica o la melanina no los usaría en un espacio propio pero en La Gintonería, estábamos trabajando con un concepto del hombre-máquina, de la producción industrial y lo seriado. El concepto pedía que no usáramos materiales naturales, por lo tanto no podía haber madera. Tiene que ser todo producido por el hombre, como la fórmica. El concepto me ganó a mí”.
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