Finalmente empezó a asomar el calorcito primaveral, y mientras el cemento se prepara para derretir los pies, y los aires acondicionados detonar la ciudad, nos volvimos a escapar al río, pero esta vez un poco más cerca, a uno de los lugares más pintorescos del norte: el divino bajo de San Isidro. Sube la temperatura y al ritmo de los Talking Heads pensamos seriamente en eso de “take me to the river, drop me in the water” mientras salimos a descubrir los secretos del territorio ribereño de San Isidro. Arrancamos bien abajo por Elcano recorriendo los clásicos históricos de la zona, una buena dosis de vida acuática, velas fluorescentes y trajes de neoprene. Húmedad y adrenalina deportiva. Lugares ideales para desenchufar de la city y ver el horizonte en su máxima expresión. Un imperdible, por lejos, el mercado de antigüedades, reliquias en porcelana y hojalata, buenos objetos para el hogar y más de una chuchería coleccionable. Seguimos el paseo por Roque Sáenz Peña y sus típicos boliches de comidas rápidas y amigos, y avanzamos en búsqueda de un placer que nos define: la buena vida. Así, entramos al increíble Raval, y empieza esta nota.
«Finalmente empezó a asomar el calorcito primaveral, y mientras el cemento se prepara para derretir los pies, y los aires acondicionados detonar la ciudad, nos volvimos a escapar al río, pero esta vez un poco más cerca, a uno de los lugares más pintorescos del norte: el divino bajo de San Isidro. Sube la temperatura y al ritmo de los Talking Heads pensamos seriamente en eso de “take me to the river, drop me in the water”
Este espacio autodenominado Warehouse hace todos los honores a un dinner neoyorkino mezclado con un verdadero warehouse del este londinense, una exquisita mezcla de estilos que cuando se tiene buen gusto no pueden fallar, eso es Raval. Con una barra poderosa, con todos los mejores licores y una alta selección de whiskies que llega al color verde, ofrecen tragos de autor y manjares tales como la Ginger Caipiroska con puro jugo de jengibre machacado, la Limonada Rusa, que lleva vodka, jugo de limón y maracujá, y el Raval Ravuzzi, con vodka, Cynar y pomelo. Para los paladares cremosos tienen un excelente expresso Martini y para los fans del gin el Gin Fizz & Cucumber es un imperdible: gin, jugo de limón, menta, pepino, limalimón, golpe de soda y el mágico bitter angostura. Mucha frescura y sabor, acompañados por buenos ingredientes. La limonada frozen puede resultar adictiva en los días de sol. También ofrecen licuados frutales orgánicos y cervezas artesanales. Del menú no podemos dejar de mencionar la especialidad de la casa: el ceviche, y otro fenómeno, la hamburguesa ravalera con rúcula, mermelada de cebolla, queso Cheddar y panceta. Los jueves tienen sesiones de vinilo a cargo de un dj desde las 9 pm y happy hour todos los días de 6 a 9. Un extra plus: están por inaugurar su Art Gallery en el 2do piso, very soon. Abren todos los días desde las 6 pm, sábados y domingos desde el mediodía (lunes cerrado). En Av. Tiscornia 935.
Seguimos andando y no pudimos dejar de visitar La Anita, resto bar clásico de la zona y encantador por su estética toscana y su olorcito a rabas. Cantina de pescadores italianos, con boyas colgando, anclas y faroles. La Anita es una oda al mar desde el río. Ambiente descontracturado e informal donde la caipirinha de frutos rojos es un must, y para los más atrevidos el shot o chupito de Sambuca de anís italiano. Jardín agreste con árboles de kinoto, tilo y limonero. Del menú se destacan sus woks y las pastas. Para disfrutar el verano: los miércoles ofrecen ciclos de dj & un barman invitado haciendo tragos para la ocasión. Todos los días desde el mediodía (lunes cerrado) en Av. Tiscornia 843.
Dama Juana, otro imperdible del bajo. Un auténtico Puerto de vinos con una carta selecta y bien vasta para llevar o degustar ahí mismo acompañado de un buen tapeo, o una de las pequeñas pero sabrosísimas empanadas de autor. Ribereña y moderna, Dama Juana es un espacio donde ningún detalle está librado al azar. Tienen una larga mesa comunal de 4 metros para compartir, banquetas adelante y un patio oculto cubierto por velas de barco. Recomendado el Gouguenheim Reserva Malbec, frutal y complejo, con dejos de madera y especias. Un preferido: el cuadro con todos los descriptores aromáticos del vino, para entendidos. Jueves, viernes y sábados desde las 8pm en Av. Tiscornia 1014.
Sin alejarnos del río llegamos a Seddón. Resto Bar en la única casa sobre pilotes del bajo. Hansel & Gretel style, 100% isleña, la casa Seddón es un viaje sensorial a pura madera de la buena. Sin cercas ni rejas, desde la calle te invita a entrar a su ultramundo caminando por adoquines entre árboles y plantas silvestres con hojas tipo amazónicas, y así vas descubriendo esta casa antiquísima, que rechina y es laberíntica. Con un subsuelo ideal para dj sessions, con luz negra y mesas vikingas, y mil rincones para elegir el propio y pasar una velada entre romántica y relajada. Seddón es la calma chicha del bajo, donde se destaca la carta de vinos que va desde Luigi Bosca hasta Rutini y aperitivos como el “coloradito”, su Campari naranja. Faroles con luces amarillas, una chimenea encendida, mucho lounge y clima chill out. Baños originales con pisos calcáreos y objetos náuticos de colección. Del menú recomendamos las costillitas de cerdo con puré de manzana y sus pizzas caseras. Abre todos los días desde las 7 pm, viernes, sábados y domingos desde el mediodía. En Primera Junta 1049.
A pasos se esconde Mai Mai, otro recoveco sensual del bajo. Una casa normal, a primera vista, con un jardín al costado entre cañas de bambú, donde al final de la sala y cubierto por cortinas kilométricas aparece un galpón gigantesco devenido en living lounge bar, con techos de chapa, una barra eterna y bien iluminada, paredes de ladrillo y cientos de sillones antiguos y mesas bajas perfectos para juntarse con amigos o una cita y sentirte en tu propia casa, super bien atendido y con una selección exigente de vinos, cocktails y platos de autor. Nuestros preferidos: el Jameson Apple de la casa, el whisky irlandés mezclado con jugo de manzana y pedazos de manzana, simple y perfecto. Para los dulces corazones el White Elephant puede ser la perdición: Baileys, helado de crema y leche. Con luces tenues y música ambient, Mai Mai es un refugio ideal para relajarse a la luz de las velas. Abre todos los días a partir de las 8.30 pm (domingos cerrado). En Primera Junta 1021.
Y para cerrar el recorrido a puro placer terminamos en Fernet. Oculto tras las vías del tren y al lado de Johh John, un clásico irlandés del bajo, aparece éste magnífico lugar estilo fonda neoyorkina donde no sorprendería encontrar mafiosos y al Padrino mismo. Con un gusto impecable, Fernet es un spot perfecto para los comensales exigentes. Noches de sushiman y old school vinyl sessions. Suena funky, soul & jazz en las bandejas mientras sirven cerveza tirada y cocktails con destilados de primer nivel y licores difíciles de conseguir, como el francés St Germain (con el que se hace, por ejemplo, el trago MALEVA by Tato Giovannoni) , a base de flores de saúco. Abren todos los días desde las 7.30 pm con dinner, coffee & drinks. En Juan Bautista de Lasalle 441.
Tomamos Elcano y seguimos viaje hacia Martínez, elegimos un par de spots. No podemos no mencionar a la magnánima Ventola (en italiano, la fuerza del viento): pequeño paraíso cerca de casa. Palmeras, cielo y mucho verde. Con su look bien pescador y costero, La Ventola es un lugar divino para un break tanto de día como de noche. Es para muchos tipos de planes: familiar, para una cita, para encuentro de amigos, e incluso es divino para ir sola. Buenísima carta de vinos y opciones de picoteo, como las empanaditas de mejillón o los aros de cebolla. Abren todos los días desde las 11 am (lunes cerrado) en Elcano 1700. De ahí nos fuimos a Kite Beach por un poco de música, arte y más río. Perfecto para un aperitivo vespertino mientras cae el sol y los kiters vuelan el río. Tienen sushi nights, muestras de arte y djs fiesteros. En Elcano 1723. Y también atentos a El Molino, es nuestro preferido para un buen café en la terraza.