Si hay una estación que no necesita prensa, esa es la primavera. A los días se le suman dos horas claves de sol, los fines de semana se llenan de planes en jardines y terrazas y el buen humor se respira en el aire: es la mejor época del año y no hace falta convencer a nadie. De todos modos, en Maleva armamos un punteo de aquellas cosas que están a punto caramelo de septiembre a diciembre, para que no pasen desapercibidas justo en su mejor momento.
Si los picnics estaban demodé, las ferias gourmet vinieron para brindarnos todo lo necesario para pasar un sábado al sol comiendo exquisito en buena compañía y en la mitad de la ciudad. Por un lado está la oferta mensual, que puede incluir tanto un Buenos Aires Market en los Bosques de Palermo con productos orgánicos y panadería de primera como las croissants de L’Épi y los waffles integrales de Mooi, como algún festival de una colectividad como la italiana o la francesa, que con Le Marché tiñó de azul y colorado la Plaza Catalunya sirviendo Cannelés y baguettes auténticos el último día del invierno. Y por otro lado, en la primavera llega Masticar, la feria más esperada por el porteño foodie y no tanto, que este año toca del 16 al 19 de octubre y trae creaciones de los cocineros, bartenders y pasteleros más festejados como Beatriz Chomnalez con sus postres, Gastón Riveira con sus carnes, Takehiro Onho con su sello oriental, Inés de los Santos con sus tragos y decenas más que aseguran una tarde de platos premium que se pueden comer en las mesitas al aire libre de El Dorrego (Zapiola 50) sin tener que estar cargando abrigos y bufandas.
Una de las aperturas más lindas de este año fue Camping (Av. del Libertador 2501), el beer garden que faltaba en Buenos Aires, enclavado sobre la terraza del design, al que se ocupó de revitalizar. Como abrió en abril, esta será su primera temporada de calorcito que inaugura sirviendo sus cervezas y vinos artesanales también a la noche, en sus mesas comunitarias iluminadas con lucecitas que cruzan el cielo. Para comer, milanesas perfectas y tortilla de papa casera con vista a Plaza Francia.
Extrañaremos a los cítricos en su mejor expresión, pero con el aumento de flores en cada esquina también llegan los alcauciles y espárragos a las verdulerías y los menúes. Si bien muchos se las arreglan para ofrecerlos todo el año, no hay como probar estos platos en primavera. Los primeros salen en las entradas, desde la ensalada de corazones de alcauciles de San Gennaro (Sucre 898) a los alcauciles fritos en oliva con sal marina, peperoncino y yogurt de azafrán de La Pecora Nera (Ayacucho 1785), pero también en las pizzas como la Capricciosa de Piola (Libertad 1078), bien finita que trae salsa de tomate, muzzarella, jamón cocido, champignones y mini alcauciles. Mientras los espárragos se encuentran en sopas, como la de Ninina Bakery (Gorriti 4738) que toca de vez en cuando, en los Rolls Berries & Caviar de Sipán (Uriarte 1648), con salmón gravlax, espárragos asados, queso y baño de frutos y caviar, y hasta en La Bourgogne del Alvear Palace Hotel (Av Alvear 1891) en su Caille en Deux Cuissons, codorniz en dos cocciones con espárragos y vinagreta trufada de oporto.
Si todos estamos de mejor humor a partir de septiembre, también hay que agradecerle a las plantas que florecen y además de decorar el gris de la ciudad con un poco de color, aromatizan el aire. Algunas de nuestras plantas primaverales preferidas son las glicinas, como la que sobresale de la pérgola del Museo Larreta hasta la vereda de Juramento con su lluvia lila perfumada, las azaleas que pueblan los montes del jardín japonés con sus flores blancas, rosas y fucsias, y los lapachos rosados que le mejoran la jornada laboral a cualquiera como el de 9 de Julio y Paraguay, los de Plaza Italia y el rey de Avenida Figeroa Alcorta y Castilla. Y ni hablar de los jacarandás que tiñen la ciudad (y el ánimo) de celeste/púrpura en noviembre. De esos nos vamos a ocupar más adelante.
Si bien muchos pueden pensar que la mejor época para los golosos es el invierno (por el affaire entre el chocolate y el frío), nosotros vamos por algo menos cliché y afirmamos que no hay como la primavera para explorar las opciones de helado sin sentir la culpa veraniega. Los preferidos son los Dolce Morte Gelato del Four Seasons Hotel Buenos Aires, 24 gustos premium que se convirtieron en la línea mimada de su Chef de pastelería Joaquín Grimaldi desde su debut en Masticar 2013. Se pueden disfrutar tanto en Elena como en Pony Line y Nuestro Secreto y son, tal como le cuenta Grimaldi a Maleva, “de espíritu joven, inquieto y transgresor, fruto de una investigación que buscó romper ciertas barreras para vincular la pastelería y la heladería de la mejor manera”. Algunos de sus gustos imperdibles, entre los más livianos, el Lemon Fly (limón satinado, chocolate blanco Nacar y Jengibre Candy) y el sorbete de Pepino y Maracuyá, mientras entre los más dulzones está el de Dark After 8 (Chocolate Supreme, fondant de menta y granizado cocoa 70%) y el Cajun, Caramel Mou Sale (base helada de caramelo, castañas de caju y caramelo salado). “Palito, bombón, helado”, versión after brunch o, por qué no, con tereré sofisticado en mano.
Los que andan en bici lo saben, se viene la mejor época para ser la envidia del grupo de amigos y los compañeros de trabajo. No hay como el trayecto a casa sobre dos ruedas con el sol despidiéndose despacio atrás de los edificios y el viento ni muy cálido ni muy fresco que nos acompaña mientras avanzamos. El año pasado, en Maleva le dedicamos una nota entera ( http://bit.ly/1qnVW64 ) a repasar los mejores recorridos por los que festejar a la primavera mientras cruzamos la ciudad. Nos encanta la de Palermo Chico que arranca en Av. del Libertador a la altura de Plaza Alemania con sus calles amplias y silenciosas tanto como la de Superí en Belgrano R con sus túneles de árboles cercados por casas victorianas. Si meterse en un gimnasio de septiembre a diciembre es una tortura, sumarse a las ciclovías es todo lo contrario.