Amantes de Nueva York que hayan recorrido el Farmer’s Market de Union Square hasta el hartazgo y ya conozcan todos los rincones de Eataly: tienen que asegurarse de visitar Smorgasburg, la feria gourmet con la mejor vista de la Gran Manzana (y probablemente del mundo).
El concepto nació como parte del Williamsburg Flea Market todos los sábados y hace dos años se sumó su clon dominical pero en el Dumbo. Desde octubre de 2013, este último se mudó al renovado Brooklyn Bridge Park en Pier 5, un espacio imperdible en más de un sentido. Para empezar, desde cualquiera de sus 100 puestos de comida se ve el skyline de Manhattan y, si nos asentamos en los montecitos que se forman en el parque agarramos a la Estatua de la Libertad de perfil sin tener que siquiera estirar el cuello. Por otro lado, la experiencia culinaria es un resumen de lo que se puede probar en una semana de paseo por la ciudad: platos de todas partes del mundo, pastelería de primera, helados salvadores para los calores de la tarde y snacks saludables y sabrosos. Maleva cruzó el puente de Brooklyn y recorrió el mercado para traer los imperdibles que se pueden probar solo desde abril a fines de noviembre.
«Desde cualquiera de sus 100 puestos de comida se ve el skyline de Manhattan y, si nos asentamos en los montecitos que se forman en el parque agarramos a la Estatua de la Libertad de perfil sin tener que siquiera estirar el cuello. Por otro lado, la experiencia culinaria es un resumen de lo que se puede probar en una semana de paseo por la ciudad.»
«La estrella de la feria es uno de los inventos culinarios más importantes de 2013 que todavía da que hablar, la Ramen Burger (creada por el chef Keizo Shimamoto en la locación de Williamsburg de la feria). Para probarla, la gente empieza a hacer cola a las 9 de la mañana, dos horas antes de que abra el puesto.»
La estrella de la feria es uno de los inventos culinarios más importantes de 2013 que todavía da que hablar, la Ramen Burger (creada por el chef Keizo Shimamoto en la locación de Williamsburg de la feria). Para probarla, la gente empieza a hacer cola a las 9 de la mañana, dos horas antes de que abra el puesto. ¿Con qué se encuentran al final? Con una hamburguesa jugosa cubierta de una salsa secreta, la “shoyu”, cebolla de verdeo y rúcula, entre dos panes hechos de fideos asiáticos. Otro de los platos célebres es el lobster roll de Red Hook Lobster Pound, langosta del estado de Maine, bien jugosa bañada en manteca y mayonesa casera, servida en un esponjoso pan de pancho. Vale cada segundo de la espera y es casi obligatorio probarlo aunque sea la hora del té. El tercer y último preferido es el sándwich de brisket de Mighty Quinn’s, el primer hit del mercado que sigue cosechando fans. Falda cocinada a fuego lento con salsa de barbacoa casera y cebollas en pickle.
Además de tacos japoneses y puestos de comida puertorriqueña con toques creole de Nueva Orléans, en Smorgasburg se pueden encontrar a los mejores representantes del sur del continente. Los gringos pierden la cabeza por las “salchichas” caseras de Txorizeria, un puesto uruguayo que vende choripanes con salsas picantes con vino y jalapeños y por las empanadas bolivianas de Bolivian Llama Party. Si extrañamos la milanesa, en Schnitz sirven un sándwich de pollo empanado que el aclamado crítico de GQ Alan Richman eligió como el mejor ítem de toda la feria. Viene muy jugoso en un pan de pretzel con salsa de remolacha y apio.
«Además de tacos japoneses y puestos de comida puertorriqueña con toques creole de Nueva Orléans, en Smorgasburg se pueden encontrar a los mejores representantes del sur del continente. Los gringos pierden la cabeza por las “salchichas” caseras de Txorizeria, un puesto uruguayo que vende choripanes con salsas picantes con vino.»
Entre los clásicos norteamericanos, está el Milk Truck que, como su nombre indica, se puede encontrar andando por las calles de Manhattan y de Brooklyn además de todos los domingos en el mercado. Es famoso por sus grilled-cheese, tostados norteamericanos, pero hechos con los mejores quesos y panes del país. Además, para comer al paso, no falta la pizza a la piedra y el choclo tostado con manteca.
Smorgasburg también puede ser un paraíso para los golosos si saben buscar las joyitas dulces que se esconden entre los puestos más masivos. Para muchos, la mejor pieza de pastelería del mercado es la que menos atención genera a la clientela argentina: la donut de Dulce de Leche de Dough, de una masa liviana y cobertura de nuestro manjar insignia con notas de vainilla y pedacitos de almendras tostadas. Del mismo puesto, nos enamoramos de la donut de hibiscus tanto por el sabor de su cobertura floreada como por su look magenta radiante. Si ninguna de las dos convencen: hay 198 opciones más en el mismo puesto.
«Teniendo en cuenta que el mercado llega a su pico de audiencia en verano, no faltan los stands de helados y refrescos. De hecho, una de las colas más largas es la de Kelvin Natural Slush, jugos interactivos que pueden venir en tres bases (jengibre, cítrica o de té) que se combinan con ingredientes a elección que van desde albahaca a mango, pasando por ananá caramelizada.»
Teniendo en cuenta que el mercado llega a su pico de audiencia en verano, no faltan los stands de helados y refrescos. De hecho, una de las colas más largas es la de Kelvin Natural Slush, jugos interactivos que pueden venir en tres bases (jengibre, cítrica o de té) que se combinan con ingredientes a elección que van desde albahaca a mango, pasando por ananá caramelizada. Entre los helados, los preferidos son: el carrito de Alchemy Creamery con sus paletas veganas (hechas con leche de coco, almendra y avellanas) y el puesto de People’s Pops, donde un buen hombre rastrilla un cubo gigante de hielo para servir shave-ice con jugos naturales de fruta (agua saborizada en estado sólido, algo que solo vimos en las películas). Más fresco, imposible.
Si nos portamos bien y guardamos los manjares para el final del paseo, al lado del río hay mesas largas para compartir y, más adelante llegando al puente, espacios verdes adonde quedarse la tarde entera entre la vista de Manhattan y las casonas de Brooklyn Heights, a las que no les envidiamos la vista por única vez en la vida.