La montaña tiene un poco de todo: vistas espectaculares, desafíos con vértigo asegurado, desgaste físico y, por suerte, sus refugios que como oasis ofrecen todo lo necesario para recargar energías y seguir hasta que deje de girar la última telesilla. De la decena que esconde el Cerro Catedral, elegimos algunos de los preferidos para contar qué especialidad de la casa hace que los visitantes se apuren para destrabar los esquís. A continuación, placeres al paso pero a más de mil metros por sobre el nivel del mar.
«De la decena de paradores y refugios de montaña que esconde el Cerro Catedral, en MALEVA elegimos algunos de los preferidos para contar qué especialidad de la casa hace que los visitantes se apuren para destrabar los esquís. placeres al paso pero a más de mil metros por sobre el nivel del mar, rodeados de toda la nieve»
Este spot al que se accede por abajo de la telesilla Punta Nevada está hace 30 años en el cerro. Pablo Taubenschlag, su dueño, explica que el lugar es muy especial por su mezcla entre informalidad y calidad: “la gente está haciendo deporte. Viene de esquiar, de una tormenta de nieve y se refugia en la montaña para comer rico sin usar mantel”. La oferta no es súper variada, entre 5 y 6 productos, pero lo que se destaca además de lomitos, pizzas y sopas (lo que tienen todos) son los dados de cordero con polenta y arroz integral. De postre: alfajorcito de dulce de leche casero. Es aún más acogedor de lo que suena.
Cuando le preguntamos a los de El Cabo qué es lo que más sale en el bar, la respuesta es, sin dudar un segundo,: cerveza. Es que este refugio al que se accede por el superior Cable Carril es de Chopp de Quilmes así que todo lo que se sirve se acompaña con un porrón tirado más helado que los alrededores. Hay pizzas caseras (que acumulan fans que piden un local gemelo en el centro), empanadas y guisos de montaña. Este temporada prometen maridar sus comidas con 5 recitales en vivo de reggae.
“Nosotros fuimos siempre la parrilla del cerro”, afirma con convicción Mercedes Arrieta, a cargo de Rodeo, un restaurante que está en la base pero que ya está metido en la rutina de los que esquían. Muchos reservan a la mañana, bajan al mediodía para comer y vuelven a subir. Además de la parrilla (gran ojo de bife), los platos claves de la carta son sus pastas especiales: la de cordero con salsa de tomate con vino Cabernet Sauvignon; y la de salmón con salsa de sésamo y crema.
La oferta de este refugio que está sobre el filo Sur de la montaña, donde llegan las telesillas Diente de caballo y Princesa III, cambia totalmente de mes a mes. Mientras el primer mes del invierno son conocidos por su guiso de montaña y sus tartas caseras para el té, en agosto y septiembre sacan su parrilla al deck y la consigna es clara: choripán con una copa de Malbec Zuccardi frente a una de las mejores vistas del paraíso nevado.
Si bien fue siempre conocido por su goulash, Viento Cero, parador en la base de la aerosilla Militares, cambió su estilo el año pasado cuando tomó la cocina el chef Andrés Veiga que le sumó platos vegetarianos a la oferta tradicional de montaña. El más destacado: sándwich indio de berenjena, queso azul y tomate deshidratado en pan chapatí de arroz yamaní.
Refugios high class:
A este refugio, si bien está del lado sur del mismísimo cerro, no se puede acceder esquiando o con la tabla de snowboard. Para poder sentarse en su salón-caverna ubicado en el bosque de Amacay a 1400 metros de altura, hay que hacer una reserva que incluye un traslado en moto de nieve por 3,5 km. El menú, que se sirve tres veces por día en horario after ski, es una especie de “última cena patagónica” donde se cumplen todos los deseos culinarios del que pasó todo el día en la nieve: sopa de calabaza, tabla de ahumados con quesos y rolls de hongos, trucha o cordero y degustación de postres en donde no faltan los frutos rojos.
En el cerro Otto la confitería con vista 360º no es la única opción culinaria. Aunque estemos fuera del cerro Catedral, no podíamos dejar de incluir esta excursión que también incluye motos de nieve y una cabaña de madera con un deck para el infarto. La oferta es la mejor fondue que se puede comer a 1.300 metros por sobre el nivel del mar: para la de queso, se sirven papas horneadas, calabazas, pickles, croutones de pan casero, ravioles salteados en oliva y salchichas; mientras para la de chocolate hay banana, frutilla, mandarina, budines y cubanitos con dulce de leche.
Fotos: gentileza bares y refugios / CC – Joselu Blanco /gentileza la Cueva, foto Tomy Coudures