Cuando un amigo de Sebastián Muñoa compró una casa que estaba en muy malas condiciones y le propuso que haga una muestra con sus fotografías ahí antes de que entren los albañiles, a él le pareció una buena idea. “Habité esos espacios. Había una sala de rock, una esquina acondicionada para que toquen bandas, una sala de retratos, un laboratorio blanco y negro y uno con proyección de diapositivas. Estaba armado para acercar el mundo de la fotografía a quien no lo conocía. En ese entonces no teníamos espacio físico y ahí surgió el concepto de la galería”, cuenta Muñoa, fundador y director de REA One Day Gallery, una galería de arte contemporáneo itinerante que tiene una particularidad muy original: sus muestras duran un día (o a lo sumo, dos, tres días y no mucho más). La idea: revalorizar el encuentro entre el artista, la obra y el público.
Muñoa viene de la fotografía de rock, sobre todo en vivo. A simple vista parece un rockero del sur de Estados Unidos en los años setenta. Nació en Salta, donde su papá tenía un laboratorio de revelado, también era fotógrafo, al igual que su abuelo. “La parte que más me gusta es la que tiene contacto con los materiales, la analógica”, dice. Ahora, desde el subsuelo de un hotel en Recoleta, un espacio montado con obras de Ana Clara Soler, donde será la edición número diez de REA, Muñoa cuenta cómo imaginó el proyecto. “A partir de esa muestra me pregunté por qué no hacer lo mismo para verdaderos artistas. Ahí surgió la idea de usar la ciudad como soporte, de redescubrir lugares cotidianos―explica―. Buenos Aires es riquísima en cuanto a locaciones y arquitectura, y la idea es alimentar las muestras con eso. REA no sólo selecciona a un artista, cura su obra y la muestra, sino que se propone hacer, desarrollar obra nueva y trabajar en función de donde se va a mostrar”.
¿Por qué decidiste que las muestras duren un día?Eso se modificó un poco con el tiempo, algunas quedaron colgadas más días. Pero en aquel entonces estaba en desacuerdo con la obra montada en un espacio de galería. También quería hacer foco en esa conjunción donde se juntan todos a dialogar: artistas, coleccionistas, galeristas. Me parece que es importante la reunión, es un encuentro. Me gusta el diálogo, el espacio común de discusión.
«Muñoa viene de la fotografía de rock, sobre todo en vivo. A simple vista parece un rockero del sur de Estados Unidos en los años setenta. Nació en Salta, donde su papá tenía un laboratorio de revelado, también era fotógrafo, al igual que su abuelo.»
¿No te gustaban las galerías tradicionales?No es eso. ¡De hecho me gustan las galerías que hay! Lo que me generaba algún conflicto, si lo querés llamar de alguna manera, es que los momentos más importantes de una muestra son la inauguración y el cierre, y yo quería hacer foco en eso, el momento en el que la obra se encuentra con la gente y el artista se abre a las opiniones y al ojo del espectador. Quería que no estuviera ese tiempo perdido en el medio.¿A qué bandas les sacabas fotos?Viajé mucho con Viticus. Le saqué a Limousine, a Juanse, a Charly, también a muchas bandas emergentes y extranjeras en festivales como Cosquín.
¿Sentiste que te estabas vendiendo cuando empezaste a hacer fotos para campañas de moda? Venías de un palo muy distinto.
No, porque la fotografía te permite esa amplitud. Después de las bandas me puse a sacar cosas que me gustaban a mí, con película, blanco y negro, para después transformarlas en obra, que terminaron en la primera muestra de la galería. En la primera REA expuse yo porque para muchos artistas era un desafío abrir un proyecto nuevo, y como eso estaba atrasando la apertura, tomé las riendas del asunto.
¿Llevaste algo del rock a las muestras?Sí. Las muestras son más como una instalación y han tocado muchas bandas. Siempre está, quizás no directamente, pero sí ese espíritu más sucio, la actitud. En París, otros galeristas nos decían que éramos los rockeros del arte. En algún lado está el rock. Seguro.
Como curador, ¿no te parece que el arte hoy busca ser más estético o decorativo que transmitir un mensaje?
Hay de todo. No diría eso. Hay un montón de cosas para decir, y artistas que trabajan con materiales poco descubiertos, como Mondongo. Otros artistas han trabajado sobre cosas quemadas o soretes, a mí me gusta que el arte me agrade, pero es una apreciación personal. Quizás ese agradar uno lo puede interpretar como decorativo, pero no diría eso.
«Los momentos más importantes de una muestra son la inauguración y el cierre, y yo quería hacer foco en eso, el momento en el que la obra se encuentra con la gente y el artista se abre a las opiniones y al ojo del espectador. Quería dejar ese tiempo perdido en el medio.»
¿Qué considerás que es ser vanguardista hoy?
La palabra vanguardista le queda grande a cualquiera que hable de algo contemporáneo. La vanguardia se reconoce con el tiempo. ¿Qué se puede hacer que sea innovador? Creo que eso sucede naturalmente con colectivos y artistas que se juntan y muestran sus obras de maneras alternativas a lo que puede llegar a ser una galería tradicional. Creo que está pasando, renovarse y proponer cosas nuevas. No se me ocurre nada, y si lo tuviese me lo guardaría (se ríe).
¿Por qué elegiste a Ana Clara Soler para REA número diez?
A Ana me la propuso Melisa Boratyn, que es la curadora de la muestra. (nota de la revista: también tiene un blog en Maleva «Arte en Estado de Shock»). Y pasaron dos cosas: es la primera vez que trabajamos con un curador que no soy yo y que esa curadora propone una artista. De Ana me encantó ella, su trabajo, cómo labura, es súper pilas. Esta muestra fue la que más tiempo de planificación llevó. Nos juntamos hace un año, pero como el año pasado lo tenía cerrado, pensamos arrancar 2014 con ella.
¿REA tiene un lugar físico?
No, cerramos en noviembre del año pasado la fábrica donde estábamos y muy probablemente en abril ya tengamos un espacio, pero no está definido.
¿Para qué un espacio físico si después las muestras se hacen en otros lugares?
El espacio es más como una base de operaciones para desarrollar las muestras, un lugar común de reunión y de trastienda, donde almacenar obra, y que puedan visitar los coleccionistas. En la fábrica, nuestra última experiencia, los artistas la podían usar como taller. Es un lugar común de trabajo, no una galería de exhibición.
«A Ana Clara Soler me la propuso Melisa Boratyn, que es la curadora de la muestra. Y pasaron dos cosas: es la primera vez que trabajamos con un curador que no soy yo y que esa curadora propone una artista. De Ana me encantó ella, su trabajo, cómo labura, es súper pilas. Esta muestra fue la que más tiempo de planificación llevó.»
¿Qué artistas te gustaría que pasen por REA?
Me gusta mucho un artista inglés que no tiene nombre inglés, Walter Hugo, el año pasado hablé con su representante. Me encanta su trabajo, casi viene, pero tiene una agenda súper apretada. Lo voy a terminar cerrando en algún momento. Trato de incorporar artistas extranjeros, el año pasado vino Behzad Farazollahi, de Oslo, y antes a Felipe Morozini, de San Pablo. Este año, en septiembre, tenemos proyectada una muestra con Nicolás Silberfaden, un fotógrafo argentino que vive en Los Ángeles, y Felipe Russo, brasileño. Ellos tienen programada una muestra conjunta en la Galería Fauna, en San Pablo, y la idea es abrir una en simultáneo, que Carol de Fauna curé acá y yo allá. Hacer ese diálogo entre San Pablo y Buenos Aires.
¿Te considerás un emprendedor?
Sí, totalmente. Me gusta emprender el desafío de proyectos nuevos y renovarme con mi proyecto. Me considero más un emprendedor que otra cosa, la fotografía la tengo un poco abandonada y artista no soy ni loco.
Muestra actual: Ana Clara Soler, Ad Infinitum, en REA ONE DAY GALLERY (Peña 2770)
