Nuestra percepción de la realidad se ve disminuida por estereotipos y preconceptos. Dentro de la naturaleza humana está presente la tendencia a encasillar las cosas, las personas y las situaciones. Armamos estructuras mentales en las cuales ubicamos lo que nos rodea. Esto es un hecho, no vamos a discutirlo. El tema es cómo los estereotipos distraen nuestra atención, ocultándonos la percepción más real de lo que tenemos enfrente.
Un concepto previo sobre un individuo o un acontecimiento es como un filtro fotográfico de determinado color, que puesto frente a la lente de la cámara nos muestra la toma en matices de un mismo tono. No tenemos ni la menor oportunidad de ver cómo son los colores reales.
Cuando alguien me dice algo así como – vos sos tan tranquila…, sonrío entre dientes. ¡Esa persona me conoce poco! Es la idea previa, el estereotipo el que habla.
Hace varios años opté por una alimentación que no incluye ningún tipo de carne. Y en el momento de comer entre amigos, durante mucho tiempo tuve que escuchar observaciones acerca de mi elección. Todos querían recomendar algo, ya que… yo “iba a comer sólo una ensaladita”. Nuevamente, preconceptos y desconocimiento (valga la aclaración: yo como cualquier cosa, excepto carnes… ¡y ensalada!). No me faltan nutrientes, ni proteínas, ni nada en absoluto. Mis exámenes médicos anuales son inmejorables. Mi salud nunca estuvo tan fuerte. Pero a veces las ideas previas son tan poderosas que, simplemente, la gente que nos rodea no lo cree.
«Una manera de llegar a ser más conscientes y receptivos es no atarnos a preconceptos y dar a cada persona la oportunidad de mostrarse tal y como es, sin hacerla pasar por el cedazo de ideas previas. Esto demanda autoconocimiento y voluntad. Autoconocimiento para detectar cuándo estamos aplicando “filtros de color” y voluntad para querer –y lograr– pasar a través de ellos.»
Recuerdo un caso extremo: hace algunos años estaba mostrando una técnica en clase, que requiere un buen nivel de conciencia de la musculatura abdominal. Se utiliza para masajear los órganos internos, estimulando su funcionamiento con el objetivo de limpiar el cuerpo por dentro. Tenía enfrente una alumna que, simplemente, me dijo: –No es posible hacer eso. Los músculos de la pared abdominal no pueden utilizarse así. Y, aunque lo estaba viendo, su negación le impidió predisponer su cuerpo para hacerlo. Demás está decir que jamás lo consiguió.
Una manera de llegar a ser más conscientes y receptivos es no atarnos a preconceptos y dar a cada persona la oportunidad de mostrarse tal y como es, sin hacerla pasar por el cedazo de ideas previas. Esto demanda autoconocimiento y voluntad. Autoconocimiento para detectar cuándo estamos aplicando “filtros de color” y voluntad para querer –y lograr– pasar a través de ellos.
«Seguro que vamos a ganar en capacidad de sorpresa y en apertura mental cuando, al atenuar los preconceptos y estereotipos con los cuales calificamos a la gente, lleguemos a conocer tantas realidades como personas diferentes.»
Foto: cc- Nelson Campos Ros