Mientras me preparo para mí encuentro con Marta Minujín al pie de las escalinatas que conducen a su nueva obra de arte efímero “El Ágora de la Paz” – que presenta hasta este domingo 13 de octubre en la Plaza Alemania – noto que los peatones están desencajados y que varios conductores estacionan para sacarle una foto a la pieza monumental. Lógico: impacta ver que se materializó – aparición disruptiva – un templo griego a metros de Libertador y Salguero. Veintiséis metros de altura, con treinta y dos columnas cubiertas con treinta mil libros con tapas flúor y en sus páginas, decenas de citas de pensadores y filósofos. Todos están fascinados. Llega Minujín, anteojos de sol, saludo cálido. Es amable, divertida, extrovertida (ver videos). Apenas comienza la charla con Maleva un hombre a lo lejos le grita “¡Te amo marta!” y ella lo invita a subir para saludarlo. Es la reina indiscutida del Pop nacional.
¿Cómo es el proceso de producción con una pieza de semejante envergadura?
Trabajo con mucha gente que quiere formar parte del proyecto e invierte miles de horas de su vida para que esto suceda. Además cuento con el apoyo de Hernán Lombardi, el ministro de cultura de la ciudad, quien entendió perfectamente lo que quería decir a través de mi obra. Es la tercera vez que trabajamos juntos y ahora estamos pensando en hacer una intervención en París, Francia.
«Apenas comienza la charla con Maleva un hombre a lo lejos le grita “¡Te amo marta!” y ella lo invita a subir para saludarlo. Es la reina indiscutida del Pop nacional.»
¿Por qué elegiste construir una Ágora de la Paz?
Porque nadie sabe lo que es. Se trata del lugar donde los griegos discutieron acerca del significado y la importancia de la democracia mientras que el Partenón era un lugar para alabar a los dioses. Siento que no apreciamos la democracia y eso no ha llevado a perder muchos valores como la unidad y el diálogo. Por otro lado al incluir la palabra “Paz” la gente comienza a incorporarlo en su vocabulario y repetirlo, esa repetición lleva a una pacificación general, por eso creo que el mensaje que comunico es tan fuerte. Por culpa de mi obra la gente no deja de decir la palabra paz.
¿ Y vos dónde encontrás tus momentos de Paz?
En ningún lado… únicamente cuando hago mis obras estoy tranquila.
«Construí una ágora de la paz porque nadie sabe lo que es. Se trata del lugar donde los griegos discutieron acerca del significado y la importancia de la democracia. Siento que no apreciamos la democracia. Por otro lado al incluir la palabra “Paz” la gente comienza a incorporarlo en su vocabulario y repetirlo, esa repetición lleva a una pacificación general.»
¿Qué te enfurece?
La brutalidad y la bestialidad, los diarios y las noticias violentas y la gente agresiva. Igualmente debo admitir que tengo la suerte de no tener que convivir con ellos porque la mayor parte del tiempo me la paso adentro del taller.
¿Somos más violentos hoy?
Sí, porque somos menos civilizados. Durante la última dictadura los militares embrutecieron al país, con el toque de queda, los desaparecidos y la quema de libros entre muchas otras cosas y durante la democracia no se cuidaron las universidades y escuelas por eso la educación se debilitó. Eso nos hace más ignorantes y violentos.
¿La nueva era tecnológica puede crear un vacío intelectual o por el contrario es un motivador y multiplicador de cultura que alcanza a todos?
La era digital culturaliza pero es una cultura instantánea, que en algún sentido es positivo, pero también lleva a que se pase mucho contenido de bajo nivel, ahí es cuando se crea el vacío, entonces habría que intentar levantar ese nivel para que sea una herramienta útil y no de destrucción. Yo subo toda mi obra a internet para que cualquiera pueda disfrutar de ella, pero antes de hacerlo reflexiono. Los 30.000 libros que conforman esta estructura monumental tienen una selección de 180 citas.
¿Son frases que acumulaste y guardaste a lo largo de los años o que investigaste especialmente para esta ocasión?
Siempre leo frases célebres y para este proyecto me pareció que había que diseñar algo especial y no utilizar libros pre-existentes como hice en otros proyectos. El resultado es maravilloso porque no importa donde lo abras encontrarás una cita de un pensadores o filósofo, desde Sócrates hasta nuestros contemporáneo, que te dejará pensando.
«No encuentro paz en ningún lado, o sólamente cuando hago mis obras. Me enfurecen la brutalidad y la bestialidad, los diarios y las noticias violentas y la gente agresiva. Igualmente debo admitir que tengo la suerte de no tener que convivir con ellos porque la mayor parte del tiempo me la paso adentro del taller.»
Al estar en un lugar público se crea esa sensación de descolocar al espectador que mencionabas antes. La gente se sorprende y se detiene para contemplar o sacarle una foto a tu obra. Ese registro es lo único que permanece, ¿verdad?
Exacto, porque la obra como objeto a partir del lunes dejará de existir. La foto, el video y la anécdota es lo que prevalece por siempre. Es gracioso porque cuando mando fotos de mis creaciones a grandes curadores internacionales piensan que están trucadas porque no pueden creer que algo así se haya hecho en la Argentina.
Los visitantes quedan impactados con el templo griego que «apareció» a metros de Libertador
¿Qué significan los libros en tu vida?
Fui muy lectora hasta los 20 años, prácticamente leí todo lo que existía y después decidí abrirlos, comenzar a seleccionar fragmentos y partes, básicamente porque no tengo tiempo. Sólo durante las vacaciones, como todo el mundo, me siento a terminar un libro.
Me explicás el recurso de la inclinación de las columnas…
Para referirme a nuestra inestabilidad como sociedad porque creo que vivimos en un mundo que está destartalado.
El domingo el Ágora se desmantela, la gente podrá formar parte de la marcha por la paz que comenzará en el Planetario y al llegar acá tendrán la posibilidad llevarse una ejemplar. ¿Es el espectador quien completa tu obra con este accionar?
Totalmente, ¿te imaginas si tuviera que desarmar toda esta estructura sola? Mis obras están hechas para el otro, ¡abaláncense y llévense un libro! Las copias que sobren las vamos a repartir en colegios y hospitales del interior del país para que cada niño pueda tener el suyo.
¿Cuándo decidiste comenzar a hacer arte efímero?
¡Hace mucho tiempo! La primera obra que hice fue el obelisco acostado en San Pablo porque sentía que había que descolocar a la gente. Uno va caminando por la calle y de pronto ve algo cotidiano, pero inclinado. Se crea un cambio en tu forma de mirar porque quedas estupefacto y eso te hace crecer.
«Fui muy lectora hasta los 20 años, prácticamente leí todo lo que existía y después a los libros decidí abrirlos, comenzar a seleccionar fragmentos y partes, básicamente porque no tengo tiempo. Sólo durante las vacaciones, como todo el mundo, me siento a terminar un libro.»
¿Por qué denominas al flúo como el color del siglo XXI?
Porque levanta el espíritu y alegra.
¿Qué es lo que te gusta del arte contemporáneo?
Pienso que por ejemplo Damian Hirst creó una revolución comercial en el arte y es tan importante como Marcel Duchamp porque marcó un antes y un después. Con esto no quiero decir que me gusten los animales cortados y disecados pero sí la noción de romper con los paradigmas, eso es fundamental para poder evolucionar.
¿Tenés algún proyecto en mente para el futuro?
Quiero hacer una “catedral para el pensamiento vacío” y que esta vez sea permanente para que la gente pueda disfrutarla durante mucho tiempo. Me gustaría volver a repetir la experiencia de trabajar en la Plaza Alemania porque es un lugar mágico.
Por último quiero preguntarte por tu muestra en la galería Ro.
Allí presento dos vidrios que desarrollé con mucha paciencia, un cuadro psicodélico, dos esculturas en bronce y un cartel de neón, que es obra histórica porque la desarrollé en 1966.
¿Te gusta la idea de presentar dos muestra en simultáneo, una en el espacio público y otro en el privado?
Sí, pero es más contundente esto, porque es para todos, incluso pienso que podría hacer una gran exposición aquí mismo con todas mis obras, sería fantástico. Habrá que hacer un museo al aire libre.