SAFARIS POR SUDÁFRICA: TODO SOBRE ESTA EXPERIENCIA SURREAL EN LA NATURALEZA / POR CAMI DE RIENZO

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Cebras, jirafas, elefantes, leones, leopardos y más animales son parte de una aventura única en la sabana africana

SAFARIS POR SUDÁFRICA: TODO SOBRE ESTA EXPERIENCIA SURREAL EN LA NATURALEZA / POR CAMI DE RIENZO

Si les digo que me levantaba todos los días a las 4 de la mañana feliz, ¿me creen? Increíble pero real, yo, que odio madrugar y aprovecho cada domingo para dormir sin alarma, abría los ojos a las 4 de la mañana sin problema. Eso (y mucho más) logró en mí la aventura de safaris en Sudáfrica. Los días que viví formaron parte de una experiencia surrealista de adrenalinas, lujos, anécdotas, convivencia con la naturaleza, banquetes increíbles, y muchos animales.

1) LA LLEGADA: EL RANGER, VESTIDO COMO EN LAS PELÍCULAS, TE DA LA BIENVENIDA

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La experiencia empieza desde el minuto 0. Y digo esto porque ya subirse al avión que va a Kruger, el parque nacional sudafricano que con casi 19.000 km² es hogar de los animales, es una anécdota. Puede que las palabras que leen estén influenciadas por mi pequeño miedo a volar, pero el avión que nos llevó desde Johannesburgo a Skukuza durante 50 minutos, era diminuto. Aterrizar en medio de un gigantesco oasis verde, bajar del avión, comerse más de un bicho en el camino hacia el aeropuerto – que se asemejaba más a un hotel 5 estrellas –, y ser recibidos por nuestro ranger vestido de pies a cabeza de color caqui y un sombrerito bien de película, en un jeep, nos terminó de dar la pauta de que nunca íbamos a vivir algo parecido.
Antes de seguir, voy a presentarles a Nick, nuestro ranger. A cada grupo se le asigna un “guía”, que va a acompañarlos durante todos los safaris (son dos por día), y alguna que otra cena en el hotel, en las que nos enteramos cosas como que, para llegar a ser ranger, tenés que pasar por ciertas evaluaciones dignas de un reality show ¿La prueba final? Los largan solos en la sabana por una semana con nada más que un rifle. Más vale que les caiga bien porque se va a convertir en su mejor amigo (y profesor de ciencias naturales) por lo que dure su estadía. Todos saben de fotografía, todos aman a los animales, todos hablan perfecto inglés, y (casi) todos son rubios de ojos claros.
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“¿Qué animal es el que más quieren ver?” Nos preguntó cuando ya estábamos subidos al jeep, que estaba completamente descubierto, mientras yo me cuestionaba la seguridad del vehículo y me preguntaba a cuántos metros puedo estar de un animal sin que me quiera comer.
“Las cebras”, le dije yo. Sonrió, y después entendí que fue por la inocencia de mi deseo: hay tantas cebras que a la hora deja de ser emocionante encontrarlas. Distinta es la historia con los leones, o los leopardos, por supuesto.

2) LONDOLOZI GAME RESERVE: UN ALOJAMIENTO DE OTRO MUNDO, CON BANQUETES INCREÍBLES Y CONVIVENCIA PLENA CON LOS ANIMALES

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Nuestro hotel era el Londolozi Game Reserve, un espacio tan increíble que rozaba lo ridículo. Con cinco campamentos, las habitaciones tenían decks con pileta privada y vista a la sabana arbolada. Evidentemente, son hoteles caros, pero el precio suele incluir todo lo que vas a necesitar en la estadía: pagás y te ocupás solo de disfrutar. La nuestra fue de cuatro noches, que es lo recomendado, aunque, te quedes lo que te quedes, siempre vas a querer un día más.
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Las instalaciones conviven con la naturaleza de la forma menos invasiva posible, tanto que los caminos son al aire libre, casi nada está techado. Cada campamento es como un hotel boutique en sí mismo con un comedor propio, palabra que se queda chica para describir el espacio. Mucha carne, mucha fruta, mucho queso, lo tienen todo y en los sabores más ricos que probé alguna vez (estar a dieta es pecado). Desayunar viendo una manada de elefantes pasar junto a monos colgando de los árboles – permanentemente buscando una oportunidad para robar la comida de la mesa –, y cenar con el ruido de la naturaleza y el cielo más estrellado del mundo. El tema es que, cuando cae el sol, para caminar desde acá a tu habitación, tenés que estar acompañado por algún miembro del hotel porque, quién te dice, te topás con una hiena en medio del camino. Incluso, para el primer safari a la madrugada, te escoltan desde tu habitación hasta el punto de encuentro.

3) LOS SAFARIS: EL VERDADERO TESORO SUDAFRICANO (LA MISIÓN DE TODO TURISTA ES VER LOS BIG FIVE)

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Ahora sí, ¿de qué se trata esta actividad que está empezando a escucharse de más bocas que nunca? Como ya mencioné antes, son dos por día. El primero, a las 5 de la mañana, mano a mano con el amanecer, y el segundo a las 4 de la tarde. Duran 3 horas cada uno, aproximadamente. Sí, ya se, deben estar pensando “qué cansador”, y me permito decirles que no existe tal cosa como cansarse de hacer safaris. La experiencia es indescriptible, pero voy a hacer el intento: es una mezcla de adrenalina y paz absoluta, donde la más pura naturaleza nos deja entrar y admirarla con respeto.
Nick, nuestro ranger, se sienta en el volante, y un segundo personaje aparece: Terrance es el tracker, cuya misión es sentarse en una silla totalmente expuesta delante de todo del jeep, y observar el piso para encontrar huellas y seguirlas. Así como leen, nada de tecnología, solamente los ojos de un local que, en este caso, tiene un inglés más áspero y no es ni rubio ni tiene ojos claros.
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El objetivo de cada safari es el mismo: encontrar animales. Los que tenés que ver sí o sí son los Big Five: león, leopardo, elefante, búfalo y rinoceronte. Se llaman así porque son los más difíciles para los cazadores, y fotografiarlos se convirtió en la misión de todo turista que decida ir a Kruger
. Con orgullo puedo admitir que tuvimos la suerte de verlos a todos. Al encontrar el último que nos quedaba, el rinoceronte, mi cara de felicidad se asemejaba a la de un nene cuando descubre los regalos abajo del árbol de navidad.
Pero, como actividad que implica un peligro evidente, hay algunas reglas que seguir: la vestimenta tiene que ser de colores sobrios, nada demasiado llamativo porque alerta a los animales. Si estás en presencia de un animal no podés pararte ni hablar muy fuerte porque lo toman como una amenaza. Algo que llamó mi atención fue que los jeeps no les generan nada, pero una persona parada en dos patas sí, porque a los primeros ya están acostumbrados y saben que son inofensivos. Puedo decir que un león me paso a un metro de distancia en el jeep, totalmente a la intemperie y desprotegida. Porque, aunque no lo crean, no llevan armas a los safaris. “Si nos atacan, nos atacan”, nos explicó Nick con una sonrisa. Por suerte, este datito nos lo dijeron el último día y no el primero.
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El momento más instagrameable sucede en la mitad de cada excursión, cuando se estaciona el jeep en medio de la vegetación y se hace un recreo bastante gourmet
, que incluye, a la mañana, chocolatada o café con galletitas, y a la hora del atardecer, vino, champagne o whiskey con picada. Muy top, ¿no?
Ver animales majestuosos en su hábitat natural, atardeceres inigualables y noches estrelladas. Dormir en la naturaleza, disfrutar de comidas increíbles y conocer personas y una cultura muy distinta y asombrosa. Respirar aire puro y escuchar únicamente los sonidos de la naturaleza. Por todo eso no tengo problema en despertarme a las 4 de la mañana.
Fotos: propias y gentileza Londolozi Game Reserve