"HOY NO HAY QUE PENSAR AL ARTE CONTEMPORÁNEO COMO ELITISTA E INCOMPRENSIBLE": MÁXIMO JACOBY

 

 
Por Sofía Almiroty
Máximo Jacoby (35) es el director de Arte del Centro Cultural Ricardo Rojas (UBA) y también coordina la nueva galería Mock en el centro. Es uno de los curadores del momento. Recibe a Maleva en la parte de arriba de una especie de Ph redondo – y no alargado con pasillo chorizo – sobre la calle Costa Rica. Está por empezar a dar una clínica de arte para artistas en el taller de una amiga. Abajo hay muchas personas que hablan y el barullo torna el ambiente un poco hostil para una charla más íntima. Así, el hombre que edita contextos y termina de darle forma a las obras de arte, se refugia en el segundo piso donde está todo oscuro y sólo la luz de la computadora ilumina su cara. Cómo es el rol del curador, cuándo provoca una obra y algunas preguntas más al hombre que además curó la primera muestra de Street Art en la escena local.
¿Vos te consideras un curador? ¿Cuál es el trabajo del curador?Yo sí me considero un curador. La curaduría es una definición compleja porque es bastante polisémica. Comprendo la curaduría como una forma práctica y como un modo de trabajar junto a otros: artistas, espectadores, instituciones, con la misma historia del arte o con otras ideas que se salgan de las artes visuales. La curaduría te ayuda a ver que en la sociedad contemporánea todo se cruza, que la realidad ha desbordado cualquier posibilidad de armar compartimentos estancos. A mi me parece que la curaduría participa de la creación de la obra junto a los artistas porque colabora en armar un relato y un discurso sobre situaciones del arte.
 

«Me considero un curador aunque la curaduría es una definición compleja. la curaduría te ayuda a ver que en la sociedad contemporánea todo se cruza, que la realidad desbordó cualquier posibilidad de armar compartimentos estancos»

 

¿Cómo arrancaste con la curaduría en una época que no existía como tal?Estudié Historia del Arte (UBA) porque me interesaba más la crítica de cine y de a poco me fui metiendo en lo que es curaduría. A fines de los 90s descubrí que existía la curaduría como un espacio que estaba en desarrollo. Empecé de forma errática y terminé presentándome para un proyecto en el Rojas donde en los 90s estaba Jorge Gumier Maier, alguien que ayudó a definir la curaduría de la Argentina. El Rojas fue uno de los primeros espacios que logró consolidarse a partir de una idea de curaduría: alguien que tomó una idea para un espacio y la programó por un tiempo determinado.

 
¿Se puede curar sin la participación del artista o sería una forma de dejar huérfana a la obra?Está buena esa palabra, ‘huérfana’. Como toda práctica subjetiva si defino un criterio ese criterio va a generar posibilidades de lectura, de visibilidad, de expresión y es así, cuando ponés un criterio: editás. A mí me gusta ese rol del curador como editor.
¿Cómo curador, qué te tiene que producir un artista o una obra para que sientas que es un proyecto interesante?Inevitablemente me tiene que provocar y en ese punto si el arte me provoca a mí es seguramente parte de una provocación colectiva. Esa provocación puede ser placer, admiración, euforia, odio, pero no indiferencia. Después sobre todo me apasiono sobre el arte contemporáneo porque a pesar del lugar común desde el que se lo piensa como un espacio elitista e incomprensible para un público masivo, por el contrario, las condiciones hoy del arte contemporáneo dan para una comunicación masiva y democrática para llegar a tantos espectadores como espectadores puedan leer. Si coincidimos en que el inicio del arte contemporáneo es la obra de Duchamp, el caso Richard Mutt, que es el mingitorio, no se necesitan más preguntas para abarcarla que la que el objeto mismo te da y de lo que todos se preguntan ‘¿esto es una obra de arte?’
 

«Me apasiono sobre el arte contemporáneo porque a pesar del lugar común desde el que se lo piensa como un espacio elitista e incomprensible para un público masivo, por el contrario, las condiciones hoy del arte contemporáneo dan para una comunicación masiva y democrática»

 
Creo que ese ‘todo vale’ del arte contemporáneo es lo que puede incomodar a muchas personas.
Sí, es cierto. Lo interesante es que en ese ‘todo vale’ bien trabajado un artista con una investigación seria pueda llegar a obras renovadoras que excedan la foto, el cuadro o la escultura. El arte contemporáneo es la posibilidad de ver la realidad desde un punto de vista alternativo y eso siempre te lleva a un buen puerto.

La primera muestra de Street Art en la Ciudad la curó Jacoby hace 5 años y se convirtió en un referente del movimiento
 
El arte forma parte de un mercado ¿hay cuestiones propias de un mercado que te restringen? Por ejemplo, te gusta más un artista pero hay otro en boga por el que tenés que inclinarte.Sí, se dan esas situaciones. En el Rojas tengo mucha suerte porque casi que me obliga a manejarme con la libertad de eludir esa “obligación” mainstream. Como es la UBA, estás obligado a trabajar con artistas que no están tan amparados por el mercado.
 

«El debate era: el Street Art se pinta en la calle y es el espacio público pero que cuando estaba en las galerías era el sector privado. Y me gustaba ese choque de hacerlo dentro de una galería que igual seguían siendo paredes del espacio público, porque eran de la UBA»

 
En unos días arranca la edición 22 de ArteBA ¿Qué pensas de esta feria como espacio donde se reúne el arte contemporáneo?Yo tengo una opinión súper positiva de ArteBa en términos de su función. Han logrado convertirla en una feria de arte latinoamericano o al menos una feria de arte argentino e internacional con mucha relevancia para la región. La feria tiene objetivos con los que coincido, como la difusión de artistas y ayudar a asentar un espacio de venta y comercialización para un público masivo. Lo que creo que a veces pasa y no es culpa de ArteBA, sino del contexto, es que ante la falta de otras instituciones e instancias de arte masivo, de eventos, tanto locales como internacionales, por ejemplo una Bienal, ArteBA termina ocupando ese espacio que no ocupan otros.

Jacoby asegura que el Rojas casi que lo obliga a eludir el mainstream artístico
 
Fuiste uno de los primeros en curar una muestra de Street Art y la hiciste en el Rojas. Era muy vanguardista hace cinco años, de alguna manera formalizaste el Street Art. ¿Cómo lo viste y cómo se te ocurrió?Fue mi primer muestra en el Rojas, incluso en Página (12) salió un artículo que decía ‘la consolidación del Street Art’. Yo venía de hacer una revista que se llamaba Plan V con Ezequiel Black y con él nos dábamos cuenta que había algo que estaba pasando, que estaba en ebullición. Además tenía ganas de marcar cierto nuevo terreno en el Rojas. Siempre fue ese espacio institucional pero contra institucional, ese lugar de la UBA donde se generaban actividades alternativas. En esa época había un debate muy fuerte que hoy está consolidado, era eso de que el Street Art se pinta en la calle y es el espacio público pero que cuando estaba en las galerías era el sector privado. Y me gustaba ese choque de hacerlo dentro de una galería que igual seguían siendo paredes del espacio público, porque eran de la UBA. Lo hicimos ahí y pintamos sobre las paredes de las salas. Y después de haber generado esto quedamos como los especialistas del tema.
 
IDA Y VUELTA:
¿Cuál es tu vanguardia preferida?
El Dadaísmo, por la ruptura y porque básicamente soy fanático de Duchamp.
¿Un director de cine? Tim Burton y los Hermanos Wachowsky, ahora Lana Wachowsky con su lucha transgénero me parece grosa.
¿Un museo o centro de exposiciones en el mundo (que no sea el Rojas)?El Palais de Tokyo o el 104 en la periferia de París que sirve también como centro de incubadoras. Me gustan los espacios que se piensan para la práctica artística, no sólo para la exhibición, y esos que se vuelven más como un agente social.
¿Una revista?Frieze
 

La Padula en el Rojas (por Jacoby)
Hoy en el edificio del Centro Cultural Ricardo Rojas (CCR) sobre Corrientes 2038 está expuesta la obra de Pablo La Padula. Este científico y artista argentino es doctor en biología y trabaja con investigaciones cardiológicas. Gran parte del día experimenta con la ciencia en un laboratorio y con el arte en su casa. En la sala está expuesto un electrocardiograma de quince metros que el artista-biólogo trajo del laboratorio donde trabaja. Jacoby termina de explicar el criterio de esta exposición como “distintas visiones de una realidad: desde la ciencia y el arte”.  A él le gusta plantear una tesis y a partir de ella armar una obra junto con el artista.