ASÍ RECORRIMOS CON EL GRAN JACQUES BEDEL SU POTENTE EXPOSICIÓN EN LA GALERÍA MAMAN / POR DANIELA ROSSI

Jacques Bedel, 2013
 

ASÍ RECORRIMOS CON EL GRAN JACQUES BEDEL SU POTENTE EXPOSICIÓN EN LA GALERÍA MAMAN / POR DANIELA ROSSI

“No me he aburrido ni un minuto de mi vida”, dice Jacques Bedel de pie entre sus obras, minutos antes de recorrer por primera vez su exposición junto a un grupo pequeño de visitantes, entre los que estuvo MALEVA. Con Ad Infinitum, la muestra que inauguró en MAMAN Fine Art Gallery (avenida del Libertador 2475, CABA), el artista argentino celebra sus 50 años de potente trabajo creativo: hay esculturas, fotografías, montajes, papiros, maquetas, cuadros, espejos, obras cinéticas. Un compendio de piezas, curadas por Rodrigo Alonso, que dan cuenta de las múltiples dimensiones en las que crea sus obras, en una galería que también tiene sede en el Design District de Miami, reabrió su sede porteña el año pasado y ya tiene para 2017 el calendario completo, con foco en el arte contemporáneo.
La antología de Bedel (que podrá visitarse hasta el 21 de julio con entrada libre) propone un recorrido que sacude por la variedad y, sobre todo, por los ejes que unen las diferentes etapas. Los Crímenes políticos -montajes que hizo en 1973, cuando, por supuesto, no existía el Photoshop- comparten técnica y temática con sus obras más recientes. La curiosidad y la investigación sobre las sombras aparecen en los inicios -como en Hipótesis para el incendio de una iglesia, de granito- y en La sombra de Dios, hecha en este siglo.

JB, Los dueños del mundo, R0557 E95
Los dueños del mundo

“El hilo conductor siempre es el por qué, el para qué”, dice. ¿Cuáles son las respuestas a esos interrogantes? “¡No lo sé, las sigo buscando! Pero siempre es cuestión de preguntarse y generar imágenes que hacen cuestionarte las cosas”, asegura en la charla con MALEVA.»

“El hilo conductor siempre es el por qué, el para qué”, dice. ¿Cuáles son las respuestas a esos interrogantes? “¡No lo sé, las sigo buscando! Pero siempre es cuestión de preguntarse y generar imágenes que hacen cuestionarte las cosas”, asegura en la charla con MALEVA. Hay temas que marcaron el pulso de sus cuestionamientos: la vida y la muerte, la divinidad, el bien y el mal, el poder, el tiempo.
Los dueños del mundo, con su inmensidad, reciben en la galería desde el inicio. Son 10 bustos de cemento y aluminio electrolítico, una primera pista de los grandes formatos que muchas veces elige Bedel. A la izquierda está Res vitae, una de sus esferas azul marino de aluminio, representación del caos y la armonía a la vez. En la segunda sala hay dos obras, hay que decirlo, que piden a gritos sacarse una foto reflejada: Argos (1970), obra con once círculos de hierros y espejos parabólicos con imán (si te movés aparecés y desaparecés en los de arriba o abajo) y Alter ego, un cuadro de espejos y acrílico azul intenso que deforma la silueta de maneras impensadas.
Después de la recorrida por la planta baja, es hora de pasar al primer piso, realmente imperdible. En ese sector está el trabajo fotográfico de Bedel: capturas de Nueva York, Venecia, Buenos Aires y París impresas en plástico laminado, imágenes hipnóticas que seducen la mirada por largos segundos. En un lateral del sector hay una serie de fotografías montadas en formato de libros que no podés pasar por alto: acercate y caminá despacito de un lado al otro para ver cómo cambian, desde paisajes hasta un autorretrato del artista.

Jacques Bedel, Aproximación al mal, 2007 - Resina acrílica entre dos placas de PVC, 122 x 224 cm
Aproximación al mal

“Los artistas funcionan en base al ego. Sin eso, ¿qué los sostendría? Hacer cosas que no sirven para nada durante 50 años seguidos, si no es porque tenés un ego gigantesco, no lo hacés. Que el arte es necesario es fantasía.»

“Los artistas funcionan en base al ego. Sin eso, ¿qué los sostendría? Hacer cosas que no sirven para nada durante 50 años seguidos, si no es porque tenés un ego gigantesco, no lo hacés. Que el arte es necesario es fantasía. El arte es la única cosa que no sirve para nada, sólo sirve para el ego del artista que se le ocurre hacer algo que por ahí le gusta a su mamá o a alguna persona que pasa por ahí”, asegura entre risas pero muy en serio. “¡Y aún insisto todos los días, hace 50 años, non stop!”, dice.
A la par de su carrera como artista, Bedel desarrolló su camino en la arquitectura: poco después de estrenarse en las galerías junto a Macció y Greco y viajar becado a París, se recibió en la Universidad de Buenos Aires. A fines de los ‘70 -época en la que se sumó al Grupo de los Trece- fue el creador, junto a Clorindo Testa y Luis Fernando Benedit, de un edificio porteño emblema, que aún hoy llama la atención: el Centro Cultural Recoleta. Estudios, investigaciones, viajes, bienales, premios, muestras colectivas e individuales empezaron a mezclarse con los proyectos de edificios, viviendas y cascos de estancias. “Mi interés es estar vivo y mantener la mente activa. Cualquier cosa me interesa. De pronto algo entra en una frecuencia diferente y empiezo a darle vueltas como un hamster en una ruedita hasta que lo hago”, explica.

 

Jacques Bedel, Res Vitae, 1995 - Aluminio electrolítico sobre esfera hueca con sobrepeso, c. 96 cm
Res Vitae

JB, Julius Caesar, R0150EaG14
Julius Caesar

JB, Buenos Aires - Skylines, R1060 F13
Buenos Aires – Skylines

JB, El Gran Límite. R0499 E88
El Gran Límite

Jacques Bedel, Hipotesis para una prision, 1 971 Acrílico y quebracho, 46 x 67 x 24 cm
Hipótesis para una prisión

 
Fotos: gentileza grupo MASS