¿Quién dijo que tomar vino es de aburrido? Vico Wine Bar llegó para demostrar lo contrario. Una propuesta que se planta frente a la temática cervecera y quiere imponer al vino como bebida joven y descontracturada, pero sin perder la sofisticación que lo distingue. Acá, la movida es única, original y divertida: el vino es por copa, lo sirve uno mismo en un dispenser electrónico, y paga – con una tarjeta que se entrega al ingresar – por medida. Un trago para los que solo lo quieran probar (35 ml), media copa para quienes le tengan más fe (75 ml), y copa entera para aquellos que saben con qué están tratando (150 ml). Más de cien etiquetas nacionales e importadas, y un menú gastronómico que está a la altura, con platos como trucha o cordero y la picada, preferida por muchos. ¿Ya te convencimos?
Ambientado como una bodega con una vuelta canchera, las paredes de ladrillo, los colores del enorme cuadro que la decoran, y cientos de botellas junto a los dispensers le dan un aire moderno y cool que no se ha visto antes. Una idea creativa, chic, elegante y gourmet, perfecta para los que ya sean fanáticos de la copita con amigos, y para quienes quieran empezar a serlo.
Una cervecería artesanal que ya se ganó su fama en Palermo, redobló la apuesta y llegó el 1 de diciembre también a Caballito. Desde el vamos te llama la atención: en la entrada, la barra está al descubierto y junto a ella un mural muy colorido y canchero, luces colgando, y sillas sobre la vereda nos avisan que ese lugar tiene onda.
Una opción por demás de completa. Para empezar, la sucursal tiene cuatro espacios: uno en la planta baja, un entrepiso, un patio al descubierto y otro de invierno (todo vidriado, ¡muy moderno!). Todos muy bien ambientados y sin perder la onda que tanto distingue a la firma: el Street art. Luces de neón, murales, paredes rotas, hierro y madera, todos elementos que crean el espíritu cool de Growlers. Si de cerveza hablamos, las canillas son 30, seleccionadas por un sommelier y algunas van rotando. Y, como ya les avisamos, la sidra está de moda y también se hizo lugar acá. ¡Un dato para anotar! Durante los happy hours, el valor de la pinta es de $60. Para comer, las más elegidas son las hamburguesas – no te pierdas la de carne con queso azul caramelizado, cebollas asadas bourbon, pesto de rúcula, maní tostado y pepinos agridulces – aunque también hay otras opciones como falafel o hasta choris.
Súper de estreno (abrió el 11 de diciembre), este ícono del after office en Puerto Madero dijo presente también en nada más ni nada menos que Palermo. Y sí, todo bar de renombre tiene que tener un espacio en tan aclamado barrio. Como se imaginarán, no pasa desapercibido. En la entrada, la frase “¡Go Johnny, go!” acapara todas las miradas por su gran tamaño y color amarillo. Dentro, se mantiene el mismo impacto: un enorme espacio con barra, gigantografías de músicos en blanco y negro y mucha madera ambientan a puro rock el espacio para 260 comensales de esta nueva sucursal.
Su extenso menú y sus muy abundantes y compartibles platos, reafirman la premisa de que a JBG se va acompañado. Si no sabés qué pedirte, entre los clásicos más aclamados se encuentran las BBQ Baby Back Ribs (costillitas de cerdo ahumadas con salsa BBQ, acompañadas con papas fritas caseras y ensalada coleslaw), y el appetizer Fish Ball & Shrimps (pincho de langostinos y albóndigas de salmón con panko, crema de coco, jengibre y mézclum de hojas verdes). ¡Ya nos dio hambre! Para tomar, nuestro cocktail preferido es el AC/DC, a base de vodka Absolut, frutos rojos, bitter de canela, lavanda y agua tónica.
Un datazo: ¡todos los días de 18 a 21h hay 2×1 en tragos!
Fotos: gentileza lugares mencionados