Caminando por central Park es un cuadro de 60×70, un óleo en ocres que, sin embargo, son coloridos. La mítica plaza neoyorquina está vacía, salvo por una pareja y una ardilla enorme que los mira. Podría ser también un dinosaurio. En las calles de Retiro, en Buenos Aires, no hay gente y pocos autos y colectivos recorren la avenida ancha. El cuadro enorme muestra al centro neurálgico de la ciudad justo como nos gusta verlo: relajado, sin tráfico, para el disfrute.
Enrique Burone Risso, autor de la muestra Nueva York y Buenos Aires a pie, que se puede ver en la galería Zurbarán hasta el 25 de abril, refleja lo urbano, pero siempre con una mirada casi de niño, aunque haya cumplido 61 años. Y en este juego de espejos que hace entre la capital de Argentina y la Gran Manzana, encuentra las similitudes y diferencias de dos urbes que laten los mapas de Norte y Sudamérica.
Brooklyn, Harlem, Manhattan, pero también La Plaza San Martín, los puentes ferroviarios de Palermo, El Tortoni. Todo tiene una contracara. “Yo viajo y camino, no quiero tener auto”, dice el artista plástico de San Fernando, que usa los íconos emblemáticos arquitectónicos de las ciudades como inspiración para sus obras. “Me interesa el movimiento del agua, que se parece al de las avenidas”, dice y asegura que si toma un taxi lo usa como “un batimovil”.
Para la inauguración de la exposición usó una remera negra con un dibujo del hombre Araña que le hace espejo a Patoruzú. “La hice yo. También es, de alguna forma, Nueva York y Buenos Aires porque uní acá a dos personajes míticos de cada lugar”, cuenta.
¿Te asocian al comic?
Sí, muchos me ligan al comic. Soy de la época de la historieta, y me gusta lo clásico, los súper héroes, Superman, Batman, los justicieros. Pero lo que hago no es comic, aunque uso el grafismo. Hay, tal vez, un roce en mi estilo, pero trabajo de otro modo y con otros materiales.
¿Cómo trabajás?
Hago bocetos de lo que veo en fibra. En un cuaderno que tenga o con lo que sea: sobre un diario, en cualquier lado si no tengo un block. Y me sirve eso. Son mecanismos que cada uno va creando, pero no hay una receta. Y después, sobre eso, trabajo en la tela, con óleos. Aunque no sigo fielmente el boceto, incluso invento detalles, lo bueno es que el espectador siempre va a reconocer el lugar que está mirando. El espacio se destruye y se vuelve a construir con una visión nueva, personal, que sigue siendo reconocible.
Esta muestra en particular une Buenos Aires y Nueva York, los enfrenta como espejos. ¿Cómo lo ideaste?
Yo hago exposiciones cada dos años y esta idea surgió cuando estaba preparando la muestra anterior. Ya había hecho hace mucho imágenes de Nueva York y tenía bocetos que había dibujado allá y me dieron ganas de retomar eso. Así que me planteé hacer una segunda versión de Nueva York, pero con más experiencia pictórica. Y pude volver a hacer cosas que ya había pintado antes, pero también otras que no.
«Tanto en un lugar como en el otro hay personas de todos lados, de diferentes etnias y razas. Las dos ciudades son el resultado de esas mezclas.»
¿Qué similitudes encontrás en estas dos ciudades tan diferentes?
Son dos mega ciudades. Nueva York es enorme, pero no solo como ciudad, también como cemento, con rascacielos que hacen que uno se sienta enano. En su escala, Buenos Aires es también muy grande. Y la cantidad de habitantes, si sumamos el conurbano, acá hay más gente que en Manhattan. Y tanto en un lugar como en el otro hay personas de todos lados, de diferentes etnias y razas. Las dos ciudades son el resultado de esas mezclas.
¿Qué te inspiró de Nueva York para pintar?
Me sentía cómodo en Nueva York. Es una ciudad con una gran luminosidad, tranquila, segura. Y empecé a ver todos los edificios, que es lo que me interesa, lo urbano. Y eran lugares que siempre veía en películas o fotos y estaba ahí, en vivo.
Sos de San Fernando, pero nunca pintás el delta. ¿Es porque no hay edificios?
Vivo en continente, pero conozco la isla porque salgo a remar. El agua es importante para mí también, y aparece mucho en mis cuadros. Mi casa está cerca del río y estoy en el río porque practico remo. Por eso el agua aparece en mis cuadros. Y trato de reflejarla, de darle movimiento. Hago una especie de truco pictórico para que parezca que se está moviendo. Porque el agua nunca esta quieta. Y en el Puente de Brooklyn, por ejemplo, pude lograr algo distinto. En la paleta hay un turquesa que es irreal, pero que es interesante.
El agua de tus cuadros, cuando está, aparece en lo urbano. ¿Qué te interesa de lo arquitectónico?
Me interesa lo arquitectónico, pero sobre todo de lugares que transité y me impactaron por algo. Puede ser una forma, el color o situaciones de ciudades. Y eso es lo que aparece en mis obras. Como por ejemplo el fútbol, en los estadios, que me gusta mucho hacer. En la muestra están El Monumental y la Bombonera, aunque yo soy hincha de Tigre.
¿Sos una especie de pinta tu aldea y pintarás el mundo?
Los refranes siempre tiene algo de verdad, y ese en mi caso es muy real. Yo empecé pintando mi pago, San Fernando, después Buenos Aires y al final también otras ciudades, porque me interesa hacer similitudes. Hace dos muestras hice la similitud Buenos Aires con Río de Janeiro, por ejemplo. Somos vecinos, se puede decir.
¿Con qué otra ciudad te gustaría hacer espejo porteño?
Me gustaría comparar en una muestra a Paris. Ese proyecto podría venir. Y es un lindo viaje, además, porque siempre se dijo que Buenos Aires es la París de Latinoamérica. Lo urbano lo vengo haciendo hace mucho tiempo porque vivo en la ciudad y me interesan las ciudades. La ciudad es como una caja de pandora, no sabes con qué te vas a encontrar, todos los días hay algo nuevo. También quiero hacer una muestra que una bien la zona norte, San Isidro, San Fernando, Tigre, que es mi zona. Y ahora estoy pintando cosas de ahí.
¿Y más allá de lo urbano, qué pasa con las personas en tus cuadros? ¿Son parte del paisaje?
Aparecen las personas, pero en situaciones muy especiales, mínimamente. A veces manejando un vehículo, o alguien que pasa. Son una especie de soporte de lo urbano, pero nunca son protagonistas.
En el cuadro de Central Park elegís poner una ardilla enorme, fuera de escala, frente a una pareja que es más parte del paisaje que la ardilla en sí.
Cuando hice la ardilla quedó así, grande, pero me gustó y la dejé. Y más allá de que está fuera de escala, me interesó porque funciona de otra forma diferente a lo que había imaginado en principio. La pareja es un negro con una rubia, pero llama más la atención la ardilla.
Hay algo lúdico, casi infantil en tus obras. ¿Es el modo en el que ves el mundo o la forma en la que te gustaría que sea?
Pinto el escenario ideal. Es el lado bueno de las ciudades. Siempre tienen un lado bueno y otro malo. Yo busco lo bueno, lo alegre, el color. La soledad de algunos espacios también me interesa.
¿Te divertís en el proceso de pensar y armar cada cuadro?
Sí, me divierto, me gusta estar haciéndolo, me apasiona la pintura y me entretengo mucho. Hay gente que no, que trabaja desde el sufrimiento, pero por suerte no me pasa eso. Pintar es un juego, pero también cada cuadro es un problema a resolver. Es un partido que hay que jugar, y cada vez es diferente.
¿Y vas por la vida con esa mirada lúdica, que usás para tus trabajos, o sos más serio?
Por ahí parezco serio, pero no. Soy más informal, nada rígido.
«Pinto el escenario ideal. Es el lado bueno de las ciudades. Siempre tienen un lado bueno y otro malo. Yo busco lo bueno, lo alegre, el color. La soledad de algunos espacios también me interesa.»
¿Tenés referentes en artes plásticas?
Son muy diferentes y variados. Por ejemplo, me gusta Velázquez como pintor, que es muy grosso y un indiscutido, pero en un contrasentido a eso también me encanta Basquiat, que es moderno, más contemporáneo, y hay gente que no lo valoriza. Y de acá me gustan varios, por ejemplo Berni y podría seguir nombrando a tantos. Capaz que no hay una similitud en mi obra con mis intereses, pero es porque por suerte he logrado un sello personal.
¿Cuál es tu cuadro favorito de la muestra?
El Puente de Brooklyn me interesó mucho hacerlo, por ese juego en el agua. Y también me gustó hacer el cuadro que elegimos como portada del catálogo, que es la visión de Retiro. Ahí hay un trabajo de luz y sombra que tiene algo más surrealista, contundente y ese trabajo me gusta.
Fotos: gentileza Zurbarán