SEBASTIÁN ZAVALIA: COMO CAPTAR LA MAGIA DEL MUNDO A TRAVÉS DE UNA CÁMARA / ENTREVISTA / POR VIOLETA ZAPIOLA

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Sebastián asegura que no dejará nunca de viajar

 

SEBASTIÁN ZAVALIA: COMO CAPTAR LA MAGIA DEL MUNDO A TRAVÉS DE UNA CÁMARA / ENTREVISTA / POR VIOLETA ZAPIOLA. 


Sebastián Zavalia recorre los lugares más inhóspitos del mundo con cámara en mano retratando las civilizaciones más incivilizadas a nuestros ojos occidentalizados. Desde la selva amazónica hasta la tundras del norte ruso, pasando por India y el sudeste asiático, este joven fotógrafo ultra prometedor encara su lente con una mirada híper sensible de nuestros orígenes y el verdadero universo que no conocemos. Conocido como «Bomba» por su costado piromaníaco en la infancia que hoy canaliza haciendo asados, Zavalia explota de hambre poética, y sale a buscarla a donde nadie se atreve. En su charla con MALEVA nos cuenta sobre sus osadas aventuras y mágicas instantáneas del planeta. Con sólo hacer click, la historia de un fotógrafo sincero, que atraviesa todas las fronteras sin conformarse con ningún convencionalismo. Conózcanlo, y disfruten de sus fotos. 
 

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Serie de la India

¿A qué edad sacaste tu primera fotografía?
Vengo de una familia de artistas. Mi abuelo director de cine, mi abuela artista plástica; y siempre me motivaron mucho. No me dejaban ver tele salvo Discovery Channel o documentales. De chico quería ser paleontólogo. En el campo de mi familia hacíamos campamentos y yo sacaba fotos de los caballos, de los sapos, las comadrejas y los pajaritos muertos. Después me fui a vivir al campo y empecé a sacar más fotos con técnicas autodidactas usando cámaras analógicas. Me encanta la naturaleza y cuando me di cuenta que podía tener la vida que quería empecé a estudiar fotografía.
¿Cómo fue tu primera experiencia como profesional?
Compré mi primera cámara réflex digital y empecé a trabajar en Diario Perfil. Salía a pescar imágenes. Durante una marcha les saqué fotos a los muchachos de la CGT con las remeras manchadas de vino; me empezaron a gritar y yo salí corriendo hasta la redacción del Diario. Cuando se las muestro me dicen “sí, están buenas pero no podemos publicarlas”, “¿cómo que no? Pero si están buenísimas”, me dieron una explicación política y me fui tan amargado. Yo sabía que las fotos eran buenas, y lo peor de todo es que se las quedaron ellos. A mí no me gustan las fotos de moda, aunque puedas tener más salida laboral no me gustan; en ese momento me gustaba el periodismo, hacer retratos, capturar situaciones.
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Serie de Japón

Y ahora, ¿qué te gusta?
Aspiro a llegar al punto de no tener que escribir nada. Las fotos en un orden determinado sin explicación y listo, que cada observador lo interprete como quiera. Y por eso prefiero exponer en lugares donde no me conozca nadie, que la gente no sepa nada de mí y lo vean desde sus puntos de vista variados. El año pasado estaba preparando una muestra en Estambul y se suspendió por el golpe de estado, la idea es llevarla a cabo este año; y ahora estoy planeando una exhibición en Arabia Saudita.  
¿Cómo fue que empezaste a viajar?
Primero necesitaba los recursos. Hace 10 años el sushi era un buen negocio así que me puse un sushi con amigos. Fueron 4 años y medio esclavizantes, no tenía tiempo para nada y la fotografía murió en mi vida. Cuando lo cerré le dije a mis socios “el tiempo para mí es sagrado, ahora quiero hacer lo que me gusta”, y me fui a Perú. Fue extraño, estuve en varios lugares hasta que me metí en el Amazonas. En mi imaginación creía que iba a llegar a un lugar con pueblos originarios, a donde la globalización todavía no había llegado. Quince días después de estar siendo comido por los mosquitos andando en lanchita por los ríos me bajo y veo pasar a un local con la camiseta del Barcelona y a otros en casas de paja tomando birra, no lo podía creer, era más de lo mismo.
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Serie de Siberia

¿Qué pasó después de Amazonas?
Primero tuve una conversación con Agustín Laurnagaray, un director de cine que había estado en Mongolia para filmar y cuando llegó al pueblo de nómades que vivía a caballo algunos estaban en motos, tenían celular,  y le dije “¿a dónde nos vamos? Tenemos que encontrar un lugar que no esté corrompido”. Cuestión que a fines de 2015 nos terminamos yendo a hacer una película antropológica a pulmón a la Península de Yamal, bien al norte de Rusia, cerca del círculo polar ártico. “Yamal” significa fin del mundo.
Wow. ¿Cómo es el lugar? ¿Cómo fue la experiencia?
En la tundra es todo blanco. Hay un poco de bosque y dos tipos de gente: los que trabajan en Gazprom una petrolera enorme de Rusia y los nómades. Las tribus son la mayoría Jantys y algunos Nenets. Son parecidas, tienen las mismas costumbres pero los Jantys son más rubios y de ojos claros y los Nenets son más mongólicos, como de Asia Central. Viven igual que hace 2500 años. Nos fuimos los dos y un traductor que hablaba ruso, inglés y un poquito de nenet. Para llegar hicimos 48 horas de tren, 12 horas de snowtruck y 1 hora de trineo tirado por renos. Un día caluroso era de -20º y un día de frío -36º. Yo encima filmo con drone, que generalmente la batería dura 20 minutos, nos duraba 5, se nos murieron los drones en batalla, cayeron, pero les sacamos todo el jugo.
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Serie de la India

Y ustedes ¿dónde pararon?
Estuvimos conviviendo con la tribu durante casi dos meses, éramos nueve en una misma carpa. Nos recibieron chochos de la vida, nos estaban esperando con la comida, comen mucho reno y es riquísimo, y toman la sangre fresca. Necesitábamos generar el lazo y ganar la confianza así que la primera semana no filmamos. Cada tres días nos movíamos de lado a lado siguiendo la manada de renos. La tribu estaba compuesta por 5 familias, 30 personas con niños hasta los 8 años, de los 8 a los 16 los mandan a un colegio pupilo del estado en el pueblo más cercano a unas 6 horas de trineo. El pueblo tiene el colegio pupilo, el matadero de renos, un criadero de zorros para la piel y un bar proveeduría. Viven unas 1500 personas, los cuales son todos alcohólicos, nosotros les pusimos “alcohólicos terminales”, son gente que a las 11 de la mañana ya se tomó 1 litro de vodka en botella de plástico.
¿Alguna anécdota que recuerdes de la convivencia?
Ellos comían el reno crudo. Adentro de la carpa había una salamandra encendida y un día agarré un pedazo de lomo, un poco de grasa y me hice un vuelta y vuelta de lomo de reno y se lo di a probar al líder. A partir de ese día cada vez que había reno hacían bifecitos vuelta y vuelta. La mujer los tenía que hacer, es una sociedad muy machista.
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En la carpa de una tribu de Siberia

¿De qué trata la película? ¿En qué estadío está?
La película trata de los nómades con los que estuvimos conviviendo y sus problemas por el calentamiento global y las grandes variaciones de temperatura que antes no tenían. Es un clima muy hostil pero muy delicado. El reno come un liquen que crece por debajo de la nieve y como todo está conectado con todo para hacer este pueblo hicieron una ruta, y de un lado de la ruta ya no crece más, se les murieron unos cuatro mil renos en 15 días. De ser super autosuficientes pasan a necesitar de la ciudad, y con la ciudad viene el vodka: es lo mismo que pasa con nuestros gauchos, empiezan una destrucción que después no pueden frenar.
La historia es sobre gente real. Buscamos un nómade que necesita conseguir trabajo en la ciudad, y buscamos a una persona de la ciudad que había estado en la tundra. Hicimos muchas entrevistas, “decínos quién sos sin decirnos tu nombre” y nos contaban todo, no los podíamos parar. Hasta que uno empezó a hablar de política, se puso a los gritos y llegó la policía. Nos llevaron a la comisaría y nos tuvimos que separar. Yo me fui a Moscú con copias de todo y el director se quedó unos días más. Le sacaron todo el material y yo me escapé a la India. Ahora tenemos un reel de 9 minutos, todavía no tenemos fecha de estreno.
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Serie de Japón

¿Qué vino después?
Me fui a Bombay, estuve un mes en la India, en Nepal y después de vuelta a la civilización en Estambul. Ahí empecé a preparar mi primera muestra, “Connecting Points”, Amazonas y Rusia y las estrellas en el medio. Los dos pueblos se manejan con las estrellas. Sus historias tienen que ver mucho con la moral y ser buena persona.
Me fui a Polonia, con un stop en Ucrania en el que pretendía ir a Chernobyl a  sacar fotos pero se frustró por una amenaza de bomba. Después estuve en Alemania y me fui al sur de Francia, el día que llegué hubo un atentado a 16 km. Al mismo tiempo el auto golpe de estado del presidente de Turquía, mi muestra suspendida por un golpe de estado. A partir de ahí empecé a vivir la vida como una película. Estuve en Tailandia, en Japón y volví a la India.
Patagonia
Patagonia

¿Cuánto cambió tu percepción después de estos viajes?
 
Muchísimo. En el Amazonas tenía una visión del mundo, antes de Rusia tenía otra, y después de Japón otra. De tomar sangre con los nómades pasé un mes en la India casi vegetariano, en Bangkok casi mato a un pedófilo; yo llegaba con el corazón abierto después de estar en la India donde viven en paz. Es la espiritualidad, no la religión, es la familia, la comida, el trato con los animales, no digo que sea la solución a todos nuestros problemas pero va por ahí, seguro que va por ahí.
¿Planes?
Viajar y seguir sacando fotos. Nunca me voy a cansar de viajar. Quiero empezar a hacer muestras. Ahora se viene Arabia Saudita, tengo que volver a Turquía, quiero ir a Indonesia y tengo muchas ganas de África, quiero ir a Tanzania y recorrer el Monte Meru.