Quizás, si te dicen Kioto, en lo primero que pensás es que su nombre es Tokio pero con las sílabas invertidas. Pero lo único similar a Tokio, es su nombre. De la locura tokiota, viajamos a esta ciudad que refugia amabilidad, respeto, y sobre todo, silencio. Fue más de mil años capital de Japón hasta 1868 y conserva sus grandes templos, palacios, jardines y santuarios milenarios. Además fue la única gran ciudad japonesa que no sufrió los bombardeos estadounidenses durante la Segunda Guerra por lo que su patrimonio es invalorable. Su primavera es bellísima, porque a cada paso que das un sakura (árbol de cerezo) te acompaña y tiñe a la ciudad de rosa. En Kioto se respira belleza oriental e historia y en MALEVA te decimos cuáles son sus imprescindibles para pasear y relajarse y trasportarse a una ciudad con una lluvia constante de hojas de cerezo.
Templos hay miles pero uno que sin duda no podés dejar de disfrutar es el Templo Kinkaku-ji. Lo llaman también “pabellón dorado” porque claro, el oro brilla de una manera espectacular. Rodeado de un parque bellísimo, es un paseo corto que vale la pena recorrer a pesar de que esté lleno de turistas. Bien cerquita está el Ryoan-ji un templo que cuenta con el jardín zen más famoso del mundo. Si meditás, es el lugar.
En todos los templos y santuarios (y hay muchos) vas a encontrar amuletos de la suerte. Desde uno para dar suerte en un examen, hasta para la salud o para hacer fuerza por tu equipo de fútbol. Creer o reventar, pero si la superstición te acompaña, la verdad es que no son tan caros y mal no van a venir.
Gion es uno de los barrios más lindos y tradicionales de Kioto. Aloja el santuario Yasaka Jinja por lo que es ideal para ir por la tarde. Después de recorrer el santuario y de bajar mil revoluciones con su majestuosidad, podés salir a pasear por el barrio a eso de las cinco de la tarde que es la hora típica de paseo de las geishas y maikos. Punto y aparte para Shinbashi Dori, quizás la calle más linda de la ciudad y te transporta al Japón milenario. Es un pequeño callejón lleno de locales gastronómicos ideal para pasear a la tardecita cuando comienzan a encenderse las luces que reflejan en los cerezos en flor.
En Gion o en sus alrededores, podés encontrar las típicas posadas japonesas (ryokan). Alojarse en ellas es transportarse de lleno a la cultura del país, pero también una opción es cenar en una de ellas y contemplar su elegancia, silencio y tradición. Hay muchas comidas típicas pero ya que estamos apuntando alto, la recomendación es el kaiseki-ryori. De origen vegetariano pero que en la actualidad lo podés encontrar con cerdo o pollo, son verduras de estación cocidas a vapor, en sopa o a la parrilla en varios platitos presentados todos juntos, acompañada a veces por hojas y flores. Su origen milenario se remonta a las ceremonias de té, en las que se acompañaba con kaiseki, una comida bien sencilla. Luego la aristocracia toma esta tradición por lo que se transforma en una de las comidas de la alta sociedad japonesa.
En 30 minutos en tren desde Kioto llegás a un paraíso que además de haber –como en todo Japón- templos y cerezos, hay monos y un enorme bosque de bambú. El viento que pasa entre las 120 variedades de bambú genera un sonido tan relajante que es catalogado por los mismos lugareños como uno de “los 100 sonidos que hay que salvar de Japón”.
Para pasear como un lugareño, no podés dejar de armarte una viandita y sentarte a orillas del río Kamo (a la altura de la calle Pontocho) en un día soleado. Vas a encontrar muchas familias y parejas japonesas los fines de semana, siempre en un silencio y tranquilidad contagiosa.
EL hot spot de las afueras de Kioto (muy cerca) y uno de los santuarios más conocidos de Japón. Dedicado al dios Inari, es un recorrido de 4 km en subida ya que se encuentra a los pies del monte Inari y, aunque puede hacerse un poco arduo, vale la pena. Dato: el zorro (kitsune) es una de las figuras que más vas a ver ya que es el mensajero del dios y suele llevar una llave en la boca representando la riqueza.
Kioto es reconocida pos sus salones de té y por sus dulces. Para nosotros, los más interesantes son los que se hacen a base de té verde o matcha. Helados, golosinas, dulces, y hasta la golosina Kit Kat pero verdosa. Tranqui, el color es más llamativo que el sabor el cual es muy suave.
Fotos: gentileza Flick R – CC – cezzie – Anabelle Orozco – bond grift – kin – malcolm browne – Runinoshima – Raichovak – Ramaque – wayne lo