Fernando Trocca es uno de los chefs más prestigiosos y conocidos del país. No necesita presentación. Pero por si son despistados sepan que se formó con dos de los grandes absolutos de la cocina argentina: el Gato Dumas y Francis Mallmann. Que sus programas en televisión la rompen y que nos quedaríamos cortos si sólo dijeramos que es un gran habilidoso en las hornallas porque además es un gran restaurateur, es decir, alguien que sabe crear conceptos de restaurantes que llevan su sello y siempre se distinguen. En Buenos Aires, es el dueño de Sucre y un promotor del Fast Good (comer rico pero sano).
«Trocca es un fan de los fogones, y de los asados más tipo camperos, con las brasas esparcidas en el suelo. Como embajador de la gastronomía argentina, obviamente sabe de carnes y de fuegos. De brasas y asados.»
A su vez, es el chef ejecutivo de Gaucho que es una companía internacional de restaurantes argentinos con base en Inglaterra (donde hay más de diez) hasta Hong Kong y Dubai. También podríamos decir que le gusta ser provocador. O lo suficiente para afirmar que el Osobuco es diez veces mejor que el lomo (claro, aclarando que hay que saber cocinarlo…).
Trocca es un fan de los fogones, y de los asados más tipo camperos, con las brasas esparcidas en el suelo. Como embajador de la gastronomía argentina, obviamente sabe de carnes y de fuegos. De brasas y asados. Y hasta se da el lujo de darle máximas al Wall Street Journal: «sepan que el asado argentino no se prepara a la llama sino a la brasa». Y eso significa que hay que saber hacer buenas brasas.
Si es posible, mientras espera que los leños más grandes prendan, aguarda ese momento sagrado con un Aperol Spritz, el aperitivo elegante y refrescante. Porque para Trocca la experiencia de la cocina es alegría y placer. Que es la misma filosofía – por algo es italiano -, del Aperol Spritz. Play y a memorizar sus consejos.